A días de una segunda vuelta presidencial en Chile, las candidaturas de Michelle Bachelet y Evelyn Matthei han tratado de asegurar el respaldo de sus tradicionales aliados. En el caso de
Matthei (quien representa el relevo de la coalición de derecha en La Moneda), decidió golpear las puertas del cielo dando señales de buena voluntad hacia el
mundo evangélico protestante.
Esta relación cariñosa de la derecha con el electorado cristiano (y con el
pentecostalismo en especial) no es nada nueva en nuestro país. Sin ir más lejos,
Sebastián Piñera apostó en 2009 al voto evangélico para salir vencedor. En el contexto del enorme rechazo que provocó entre los fieles de esa tradición cristiana el abierto apoyo que entregó grupo de pastores hacia la candidatura de Eduardo Frei,
el presidente firmó públicamente un documento que establecía el trato que nuestro sector tendría en su eventual gobierno, el cual se conoció como los
“30 Compromisos”.
En estos 4 años
la Oficina Nacional de Asuntos Religiosos (ONAR) de la SEGPRES emitió varios “informes de cumplimiento”. En reuniones sostenidas en las principales ciudades del país, los pastores locales han sido informados de los avances. El tema los “30 compromisos” prácticamente se apoderó de la agenda, y como periodista fui especialmente atento en su cobertura noticiosa, por lo que estoy bastante informado al respecto.
Esta semana el director de la ONAR, Gonzalo Guerrero, informó que
“El gobierno ha cumplido con la gran mayoría de sus compromisos con el mundo evangélico”, y no se hicieron esperar las voces que de inmediato tapizaron el anuncio como inflado y cargado de intenciones electorales.
Si bien el balance en este campo es de “aciertos y errores”, es injusto decir que no se ha cumplido nada
es algo que no se ajusta a la realidad actual, en base a la evidencia disponible.
Con lupa sobre el último informe de cumplimiento de los “30 Compromisos” (octubre de 2013):
de los 30 compromisos, 22 se cumplieron efectivamente, y 8 de ellos no se cumplieron en absoluto. Si ponemos nota por cumplimiento efectivo, eso es un 5,1.
Lejos de lo denunciado por instancias para nada representativas del sector evangélico nacional (que sin hacer el trabajo de investigación previo igual obtienen tribuna en algunos medios cristianos)
el saldo final es positivo, aunque con un retorno menor al esperado.
En términos de calidad, hay otros aspectos que trascienden la oferta inicial, y que es necesario valorar. Por razones de espacio podría resumirlas en el nuevo rol que adquirió la ONAR (Oficina Nacional de Asuntos Religiosos) como una instancia de mediación entre criterios religiosos, técnicos y políticos, en una modalidad completamente nueva.
Claro que quedan deudas pendientes: reforma a varios artículos en la Ley de Cultos, igualdad para los Capellanes en las Fuerzas Armadas, entre otras que son de vital importancia. Pero una de las dificultades para el Ejecutivo en este ámbito fue ponerse de acuerdo con
un liderazgo evangélico fragmentado a 3 bandos, desconectado a nivel central de los pastores en otras regiones. Teniendo eso en cuenta, y refiriéndonos estrictamente a los “30 Compromisos”, digamos que “se avanzó en la medida de lo posible”. Los que señalan el vaso medio vacío son por lo general parte del problema, no de la solución.
En resumen, aunque no se cumplió todo lo prometido, habiendo dado cobertura noticiosa a este tema en los últimos 4 años, puedo decir con toda propiedad que no es efectivo que se concretaron apenas 2 de los “30 Compromisos". Afirmar aquello responde evidentemente a puros apetitos electorales.
Y como aprendizaje local, los
30 compromisos sientan un precedente: es mejor prometer menos y escuchar más, como saben los hermanos que dice la Biblia.
Un consejo gratis para la candidata Matthei, que ahora está más decidida que nunca a ganar en segunda vuelta presidencial en Chile con el apoyo evangélico.
Daniel Israel Vilches Orellana – Periodista, editor, politólogo - Santiago de Chile
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