El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
El Movement Day Global Cities celebrado en Nueva York contó con más de 3.500 participantes de 90 países, presentando un reto para empoderar a cristianos para ser de impacto en entornos urbanos.
Urbanitas. Sí, existen. Ya sea por gusto o por necesidad, pero la realidad es que la población de nuestro planeta tiende a concentrarse en las grandes ciudades. Mac Pier vive en New York desde 1984. Urbe de urbes. No ya cruce de culturas. Y sí un solapamiento de culturas, un verdadero enjambre que él conoció viviendo en diferentes barrios de la ciudad -llegando a conocer personas de más de cien orígenes étnicos- y pastoreando una iglesia en la que, ojo al dato, ha llegado a contabilizar hasta ¡60 idiomas! distintos.
Pier fundó The New York City Leadership Center (un ministerio con el objetivo de formar a líderes cristianos para impactar en diferentes ámbitos de sus ciudades), una experiencia que empezó congregando a pastores de distintas denominaciones para orar por la ciudad, por las ciudades. Por las ciudades entendidas como un ente vivo, de expresión y movimiento constante, acaso ese tipo de ciudades que, como relataba Ítalo Calvino, nunca llegan a existir, ya que siempre están en proceso de construcción. Años más tarde, esos primeros encuentros derivaron en la creación de un movimiento transversal y interdenominacional, que culmina anualmente con la organización de un congreso que recibió el nombre de Movement Day -creado junto al Lausanne Movement-, que tuvo su primera edición el año 2010, que ya se celebra en varias ciudades en todo el planeta y que, hace un par de semanas, celebró su sexto congreso, el más ambicioso hasta el momento, con 3.500 participantes de más de 90 países en el Jacob Javits Center de New York.
Dice Pier que “nos encontramos ante una oportunidad única y urgente para empoderar a líderes cristianos para cambiar sus ciudades a través del impacto del Evangelio, especialmente en ámbitos como la pobreza, el paro, la educación y las familias rotas”. Visión, impacto, acción social, trabajo directo. Palabras que se cruzan, que comparten discurso alrededor del Movement Day Global Cities (MDGC) que tuvo lugar del 24 al 27 de octubre en Manhattan. Quédense con un dato: cada mes 5 millones de personas se trasladan a vivir a las ciudades. O sea, es como si cada mes naciera una nueva San Francisco. O tres Barcelonas. O Madrid y medio. ¡Cada mes! Y Pier lo tiene claro: “Hay mucha gente que necesita conocer el amor de Dios”, y hay que trabajar para que el Evangelio, para que la población cristiana crezca más rápidamente que la población general. Es entonces cuando el Evangelio empieza a tener un efecto espectacular en los valores y las formas de entender el mundo de toda la ciudad. Es entonces cuando el Evangelio se descontrola, cuando se expande sin control, de forma espontánea y orgánica. ¿Cómo conseguirlo? Cuenta Pier que “con iglesias locales integradoras, con líderes transformando vidas en aquellos sectores más marginados, con personas ejerciendo influencia en todos los ámbitos de la sociedad (incluyendo la política, la cultura y la empresa) y sin olvidar la necesidad constante de crear redes, de conectar personas”. Recuerden: impactar, colaborar y transformar desde la proactividad y el formar parte de, lejos de esa idea, a menudo tan evangélica, de ver el mundo como algo ajeno, externo.
El MDGC es, seguramente, el primer movimiento que intenta fomentar esa transversalidad, huyendo de denominaciones y aspectos formales que, a menudo, separan más que unen. Inspirar, conectar, cambiar y empoderar, permítanme la insistencia. Más de 50 ponentes y 22 talleres temáticos, celebrados en el Jacob Javits Center neoyorquino -con vistas al Hudson y al Empire State, y a tocar de los High Line, esas antiguas vías de ferrocarril recuperadas como lugar de paseo y expresión artística- dieron para mucho, para que convergieran distintas percepciones, intereses e historias. Déjenme que les cuente sólo algunas de ellas:
MARC PIER: “LAS CIUDADES IMPORTAN”
Mac Pier cuenta como en 1976, con apenas 17 años, tuvo un desagradable encuentro que él considera “demoníaco”. Creció en un entorno cristiano, en una iglesia presbiteriana, pero “la iglesia se convirtió en una serie de rituales sin interés”, lo que hizo que aumentara su agnosticismo, mezclado con la rebeldía adolescente. Una noche soñó con una oscuridad total, de la que emergía una figura de colores llamativos que quería arrastrarlo con sus manos. Despertó alterado, y con la idea de que se había puesto a prueba su fe en Dios. “Dios llamó mi atención”, relata, tal como hizo en otras ocasiones, como un accidente de bicicleta o en el funeral de la hermana de uno de sus mejores amigos. De ahí, la idea del “impacto en nuestras vidas”.
De ahí, el germen que llevó hasta el MDGC, centrado en el papel central de las ciudades: “Jesús fue a morir a Jerusalén, la capital religiosa del mundo, y Pablo murió en Roma, la capital política. Las ciudades importan, y están mostrando el cambio demográfico más rápido en toda la Historia”. Pier, directo y contundente, insiste en la idea de unidad no como ideal, sino como necesidad: “Las iglesias actuando de forma unida, de forma transversal entre denominaciones y culturas, deben respirar el aroma de la fe. Pero la división en la iglesia acaba produciendo ateísmo en el mundo”.
“Hoy reunimos a personas de 95 países”, dijo Pier, “en un milagro multiétnico y multirracial. Si hay un mensaje del Movement Day, es este: la velocidad del Evangelio en una ciudad va ligada a una visión común a través de razas y denominaciones, con pasión por las próximas generaciones”. Pier nos reta a saber interpretar “si entendemos cómo Dios está coregrafiando las naciones en nuestras ciudades. ¿Tenemos la agilidad cultural para identificar y colaborar con nuestros nuevos vecinos? Dios quiere impactar con el Evangelio a través de nuestras comunidades locales”.
Las ciudades crecen a un ritmo de vértigo: ciudades, especialmente en China, África y Latinoamèrica están explosionando. Pier detalla que el mundo crecerá un 20% en los próximos 20 años hasta los 9.000 millones de personas, de los que el 70% vivirán en áreas urbanas. Pero ese crecimiento va ligado a retos como la actual diáspora de refugiados, el racismo, la pobreza o el tráfico de personas, retos, retos, retos. “Tengamos en cuenta lugares como Londres, donde la mayoría de asistentes a iglesias ya son caribeños o africanos. O como Dubai, donde ya existen 400 iglesias que reflejan su realidad multicultural. Aquí mismo, en New York, el 90% de personas que asisten a iglesias son inmigrantes o forman parte de alguna minoría. Nueva York no es una ciudad americana, es un pequeño continente construido por varias naciones”.
TIM KELLER: “PRIMERO SOIS CRISTIANOS”
En 1989, este consagrado autor se fue a New York con su mujer y tres hijos para empezar la Redemeer Presbyterian Church, una iglesia que hoy atiende a más de 5.000 personas. El New York Magazine publica una lista de las personas más influentes de la ciudad en diferentes áreas, y en una ocasión definió a Keller como “el cristiano más influyente de New York”.
En su ponencia, Keller remarcó que, antes que otra cosa, “primero sois cristianos”, en alusión directa a las inminentes elecciones a la presidencia de los Estados Unidos. “Hay fragmentación política alrededor del mundo”, aseveró, “y, por desgracia, muchos cristianos están tentados a estar separados por este motivo. Repito, primero sois cristianos”.
Keller habla de una cultura post-cristiana, de una secularización occidental plagada de “individualismo y secularismo”, una realidad que se está contagiando a las grandes y globalizadas ciudades no occidentales. “Hay un rechazo directo de Cristo”, lamentó, ya que si a un budista o un musulmán le hablas de Jesús, como mucho te dirán que su verdad es distinta, “pero en una cultura post-cristiana te dirán directamente que estás equivocado y que lo que crees es el mal, una cultura que te invita a superar normas morales o absolutas, a vivir la vida como quieras”.
El autor de Dioses que fallan animó a contar con una visión que se plantee la cultura del día a día con parámetros distintos: “Cuando yo era joven”, explica, “el impacto que la televisión tenía en mi era limitado, ya que no la podía ver más de una hora cada noche, y no cada día. Hoy, especialmente los más jóvenes, viven inmersos en una cultura transcultural y digital, de conexión 24 horas al día”. Debemos aprovechar esa cultura, no verla como algo externo: “El cristianismo es una fe basada en la conversión, en una decisión personal”, tal como no pasa con otras religiones. ¿Cómo llevarlo a la práctica? El doctor Keller anima a que los líderes de las iglesias en las ciudades sean de distintas etnias. “Id y haced discípulos”, anima Keller recordando las palabras de Jesús, “pero sepamos cómo navegar en esta cultura post-cristiana, sepamos aprovechar que en cada continente entre el 15 y el 20% de la población es cristiana para formar parte de la cultura, la política, la sociedad”.
ZHANG HENG: “PASÉ TRES AÑOS PRESO Y BAUTIZÁBAMOS EN SECRETO EN LOS BAÑOS”
Zhang Heng es pastor en Beijing y director asociado de China Gospel Mission. Esta presentación no deja de ser otra típica frase de tarjeta de visita, otro cargo, otro disfraz en el que, a veces, escudarnos. Pero Heng tiene una historia. Y vaya historia.
Heng narra cómo su familia, atea en un país ateo, se convirtió al cristianismo después que él sanara de una grave y rara enfermedad que le provocó una parálisis hasta 1979. Esa sanación, explica, “me permitió un viaje hacia el cristianismo y propició la creación de varias iglesias en China”. Lo pasó realmente mal, y hasta “pensé en quitarme la vida varias veces”, pero “clamé a Dios y Él me mando a un predicador que me presentó a Jesús”. El predicador le habló de la salvación y de que Jesús murió por nuestros pecados y le dijo que si aceptaba a Cristo “sería perdonado y quizá sanado”. Y, no nos engañemos, el mismo Heng admite que “al principio no me interesaba demasiado lo del tema de perdón, y que sólo quería curarme”. Heng estuvo siete días orando, tras los cuales “me levanté y pude caminar”.
Esa situación extrema fue la semilla para que su familia se convirtiera y para que, desde aquel momento, empezaran a invitar a otras personas para compartir el Evangelio e iniciar una iglesia. A riesgo de parecer un planteamiento peliculero, Heng se limita a dar testimonio del efecto multiplicador de su testimonio, ya que en ocho años ese modesto movimiento llegó a crecer hasta las 200 iglesias y más de 20.000 personas convertidas. Se creó una verdadera red, hasta que las autoridades chinas atacaron con fuerza, llegando a encarcelar a varios líderes. Él mismo pasó tres años preso y pedía a Dios alguna razón para esa situación: “Dios me mostró que en la misma cárcel había necesidad del Evangelio. Mucha gente se convirtió y bautizábamos en secreto en los baños”, relata.
En efecto, China persigue al cristianismo, pero la realidad nos muestra un país con más de 100 millones de creyentes, especialmente en entornos urbanos, por lo que en un futuro puede convertirse con el estado con más creyentes del planeta. Otra de las paradojas y del curioso sentido del humor de Dios.
JAVIER GARCÍA: “NUNCA DEBERÍAMOS SEPARAR NUESTRA RESPONSABILIDAD SOCIAL DE NUESTRA TAREA EVANGELÍSTICA EN LA CIUDAD”
Javier García trabaja en Agape desde 1981, entidad de la que actualmente es el director en Europa. Maño de nacimiento y catalán de adopción, es miembro de la iglesia Unida de Terrassa. A pesar de la presión de participar como telonero de Keller, García supo lanzar el reto de que necesitamos transformar nuestra sociedad. Nuestra, sí. Desde dentro. Desde nuestro día a día. Amante de citar a autores diversos, García escogió, entre otras, una del escritor ruso Lev Tolstoi: “Si un hombre vive es porque cree en algo”. Toda una declaración de principios de la fe como base de nuestra capacidad de movimiento.
“En un mundo multinacional, multiétnico y multicultural”, señala, “el reto es conectar con nuestra cultura para transformar nuestra sociedad”. García, todo optimismo, lanza un reto: “Estamos ante una nueva era. La modernidad supuso el triunfo de la razón. La postmodernidad, la preeminencia de la estética. Pero la hipermodernidad representa un sorprendente resurgimiento de la espiritualidad. La gente necesita vivir con esperanza, no con incerteza”.
Y esa espiritualidad es, y debe ser, permeable en todas las capas de nuestra vida, desde el momento en que podemos levantar las manos y cerrar los ojos para alabar en un culto de domingo hasta la relación, o implicación, con los vecinos de nuestro barrio, pasando por cualquier momento rutinario que tome forma de preparación de taza de café o de poner una lavadora. Es una idea global, que debe beber de la fuente más inspiradora, la del ejemplo de Jesús.
Cuenta Javier García: “Jesús tenía una forma holística de acercarse a la gente. Nunca deberíamos separar nuestra responsabilidad social de nuestra tarea evangelística en la ciudad”. García remarca la idea de que se nos ha dado un regalo que, a su vez, podemos seguir repartiendo: “La fe cristiana no es para mí solo, sino para compartirla allí donde Dios me haya puesto”. El objetivo es aportar valor añadido como cristianos, formar parte del mundo (perdonen que insista en la idea) y credibilidad: “Debemos cuidar de la gente y trabajar para la prosperidad de nuestra ciudad. ¿Cómo? Con visibilidad, siendo reales en las calles, en las comunidades”.
García pone un ejemplo reciente: en la ciudad suiza de Basilea se empezó a organizar en 2013 lo que se llamó la Noche de Fe, que cuenta con la participación de iglesias protestantes y católicas, con el objetivo de vincular arte con iglesia. Cuenta García que se llevaron a cabo unos 75 eventos gratis en 40 espacios distintos (desde plazas hasta teatros, pasando por cafés y, claro, iglesias) que congregaron a más de 15.000 personas. Entre los participantes estaban la histórica cantante alemana Nina Hagen, el mimo español Carlos Martínez y el grupo de rock de los Estados Unidos Jars of Clay, aunque los eventos también incluyeron ofertas artísticas de danza, poesía, teatro y literatura, entre otros. Pues bien, el ayuntamiento de Basilea resulta que ya ha incluido esta noche en su agenda de actividades del año, en un reclamo más de la ciudad. Un ejemplo sencillo que ejemplifica “el reto de entender nuestra cultura, la prioridad de proclamar la Palabra y la misión de hacer discípulos allí donde Dios nos manda”.
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