A mediados de abril más de 200 niñas fueron secuestradas en Nigeria por una milicia radical islámica, pero gran parte del mundo permaneció ajeno a la tragedia hasta que cuatro palabras en Twitter dieron al suceso eco internacional: "Bring back our girls".
Millones de personas se han sumado al grito desesperado de las familias y han secundado en la red social ese "Devolvednos a nuestras niñas" (#BringBackOurGirls) que ha puesto bajo presión al Gobierno de Nigeria y obligado a la comunidad internacional a involucrarse en su liberación.
En Estados Unidos, de donde proceden casi la mitad -el 44%- de los tuits de esta campaña, la iniciativa ya se considera una nueva demostración del poder de lo que hace unos años se bautizó como "hashtag activism" -"activismo de etiqueta"-.
Una "etiqueta" es el nombre que se le da en Twitter a las palabras con las que se clasifican los mensajes en temas, van precedidas del símbolo de la almohadilla o numeral (#) y permiten a la red social medir cuales son los "temas del momento", es decir, los más comentados por los usuarios."
“#BringBackOurGirls” nació, como suele ocurrir en estos casos, de manera espontánea: el abogado nigeriano Ibrahim Abdula tuiteó unas palabras de Oby Ezekwesilila, exministra de Educación de Nigeria y vicepresidenta del Banco Mundial para África. El 23 de abril, nueve días después del secuestro de las niñas, Ezekwesilila pronunció un discurso en un acto en Port Harcourt (Nigeria) donde reclamó: "Devolvednos a nuestras niñas".
Abdula y, después, otros asistentes,
convirtieron sus palabras en una etiqueta de Twitter que en cuestión de días traspasó las fronteras africanas y se convirtió en una de las más populares en todo el mundo.
La frase de los activistas nigerianos la hicieron suya inmediatamente organizaciones internacionales como Unicef o Amnistía Internacional y personajes tan influyentes como la primera dama de Estados Unidos, Michelle Obama, la exsecretaria de Estado Hillary Clinton o el jefe de la diplomacia estadounidense, John Kerry.
El mundo del espectáculo y el entretenimiento también se ha sumado a la causa: Angelina Jolie, Sean Penn, Justin Timberlake, Kerry Washington, Amy Poehler, Katie Holmes, Christina Aguilera, P.Diddy, Anne Hathaway, Kim Kardashian, Christiane Amanpour y Chris Brown, entre otros.Los más escépticos alertan, sin embargo, de que detrás de este abrumador poder de convocatoria que tiene el "activismo de etiqueta" se esconde un gran vacío en el que no hay contexto, ni implicación real, ni tampoco consecuencias.
¿SIRVE PARA ALGO?
"Funciona para generar atención. La pregunta es: ¿Cómo y qué hace esa atención?", planteó en Twitter la socióloga turca Zeynep Tufekci. Pero "Boko Haram -la milicia responsable del secuestro- mató a más personas ayer que el total de niñas secuestradas hace tres semanas. Horripilante e imposible de etiquetar", dijo en la red social el escritor nigeriano-estadounidense Teju Cole.
Sus críticas se unen a las de los centenares de usuarios que se preguntan cuántos de los millones de personas que han participado en esta campaña se han informado realmente de lo ocurrido o tienen un interés que va más allá de la cómoda y casi refleja acción de retuitear. Es la otra cara del "activismo de etiqueta", al que nadie niega su poder y velocidad de transmisión pero que muchos consideran un activismo vago, de pantalla y sofá, si no va a acompañado de nada más.
"Por supuesto que estamos teniendo un impacto significante. Estoy muy contento de que #BringBackOurGirls se haya convertido en algo tan grande. La presión ha crecido y el Gobierno de Nigeria no tiene más elección que sentarse y encontrar una solución", defendió ante los periodistas el abogado Ibrahim Abdullahi, que, según los registros de Twitter, es la primera persona que usó la etiqueta de esta campaña.
"Por mucho que estas etiquetas puedan parecer triviales, su función básica es la de ser herramienta para captar la atención. Además todo el mundo puede usarlas libremente. En este caso, los desesperados padres de las niñas nigerianas, sin poder ni recursos, pueden llamar el tipo de atención que lleva a ejercer una presión real", argumentó para la revista TIME Laura Olin, estratega en redes sociales en la campaña de reelección del presidente Obama.
Pasivo o no, lo cierto es que el "activismo de etiqueta" ha demostrado con esta campaña para liberar a las niñas nigerianas que puede tener consecuencias reales y decisivas: en pocos días el mundo ha pasado de ignorar este terrible suceso a convertirlo en causa global.
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