Corea del Sur ha incrementado el nivel de alerta de vigilancia militar a casi el máximo nivel ante los preparativos de lanzamiento de un misil de alcance medio por parte de Pyongyang.
El Mando de Fuerzas Conjuntas en Seúl ha elevado el nivel de vigilancia militar, denominado Watchcon, de 3 –“amenaza importante”- a 2 -“amenaza vital”-. En la escala Watchcon, que tiene cuatro niveles, el 4 corresponde a tiempos de paz, y el 1 a situación de guerra.
El ministro de Exteriores surcoreano, Yun Byung-se, ha confirmado este miércoles que el Norte ha desplazado un proyectil balístico a su costa este y que está listo para dispararlo “en cualquier momento”. “De acuerdo con los datos obtenidos por nuestros servicios de inteligencia y los de Estados Unidos, la posibilidad del lanzamiento de un misil por Corea del Norte es muy alta”, ha asegurado Yun en una comparecencia parlamentaria.
El misil en cuestión tiene un alcance de 3.000 a 4.000 kilómetros, por lo que podría alcanzar Corea del Sur, Japón e incluso el territorio estadounidense de Guam, en el Pacífico. El Musudan fue mostrado por primera vez en un desfile militar en octubre de 2010, pero no ha sido nunca probado en vuelo.
TENSIÓN DIPLOMÁTICA CRECIENTE
Corea del Norte se ha hundido en una espiral de retórica y represalias en las últimas semanas, después de que el Consejo de Seguridad de la ONU le impusiera sanciones por lanzar un cohete en diciembre y ejecutar la tercera prueba nuclear de su historia en febrero. Ha amenazado con ataques nucleares a Estados Unidos y Corea del Sur —algo para lo que los expertos creen que no tiene capacidad—, ha dicho que va a reactivar la central de Yongbyon —eje de su programa de armas atómicas— y ha suspendido el armisticio de la guerra de Corea (1950-1953).
Washington ha asegurado que tiene la capacidad y está preparado para derribar cualquier misil que suponga una amenaza para Estados Unidos o sus aliados. Así lo dijo el martes el almirante Samuel Locklear, jefe del Mando de Estados Unidos en el Pacífico, en el Senado en Washington, donde advirtió que Kim Jong-un es un líder joven, relativamente poco probado, y que continúa siendo impredecible, tras haber utilizado el año pasado para consolidar su poder. Según Locklear, la península coreana atraviesa el momento de mayor tensión desde el fin de la guerra de Corea.
Japón instaló el martes baterías de misiles tierra-aire Patriot en el Ministerio de Defensa en Tokio y en dos bases en el área metropolitana, donde viven unos 30 millones de personas, para interceptar cualquier proyectil balístico que se dirija hacia su territorio. Se trata de la segunda línea de defensa, ya que han sido desplegados también barcos en la costa con sistemas de radar e interceptación de misiles Aegis. Los expertos creen que los militares de Estados Unidos, Corea del Sur y Japón no derribarán el misil norcoreano si vuela hacia mar abierto.
Yun ha afirmado que ha pedido a China —lo más cercano a un aliado que tiene el Norte— que presione al régimen de Kim Jong-un para que ponga fin a la escalada de tensión, y ha advertido que el Consejo de Seguridad de la ONU se reunirá de forma inmediata si lleva adelante el ensayo del proyectil, ya que sería una violación de las resoluciones de Naciones Unidas.
COREA DEL NORTE SIGUE LADRANDO, ¿MORDERÁ?
El régimen norcoreano celebra el lunes, 15 de abril, el 101 aniversario del nacimiento de Kim Il-sung, fundador de Corea del Norte y abuelo de Kim Jong-un, lo que ha hecho temer que efectúe la prueba de un misil e incluso un nuevo ensayo atómico para ensalzar la imagen del joven e inexperto Kim Jong-un.
El Norte pidió el martes a los extranjeros que están en Corea del Sur que evacúen el país para evitar verse inmersos en “un conflicto termonuclear”. “No queremos ver a los extranjeros en Corea del Sur caer víctimas de la guerra”, dijo el Comité de Paz de Asia Pacífico norcoreano, según la agencia oficial KCNA. La semana pasada, también aconsejó a las embajadas en Pyongyang que las evacuaran.
El aviso a los extranjeros y empresas en Corea del Sur parece estar destinado a asustarlos, con objeto de que sus Gobiernos presionen a Seúl y Washington para que se sienten a negociar y eviten un conflicto. Pyongyang quiere negociar la firma de un tratado de paz definitivo de la guerra de Corea y el restablecimiento de las relaciones con Washington, y lograr ayuda para poder llevar a cabo las reformas que tanto necesita su economía. Estados Unidos ha adoptado una política de “paciencia estratégica”, destinada a aislar el país y no recompensar sus provocaciones, pero la renuncia del Norte a su programa de armas atómicas parece algo difícil de lograr, ya que el régimen considera que es su único salvavidas.
El Gobierno en Seúl ha dicho que la guerra psicológica “no funcionará y no agitará” a la comunidad extranjera ni a los coreanos en el Sur porque “los coreanos, por supuesto, y los extranjeros que viven en Corea tienen una gran confianza y fe en nuestro ejército y (Corea del Sur)”, ha dicho Kim Haing, portavoz del Ejecutivo.
De momento, no ha habido señales de movilización del ejército norcoreano y parece muy improbable que se produzca un ataque contra Seúl. Si podría ocurrir un incidente menor. En China, las autoridades han cerrado a los turistas el principal paso fronterizo con Corea del Norte, en Dandong (provincia de Liaoning), aunque siguen permitiendo los viajes de negocios.
Los analistas creen que la tensión continuará al menos hasta finales de abril, cuando acaban las maniobres militares anuales conjuntas que están realizando Corea del Sur y Estados Unidos en la región, y que el Norte considera un ensayo de invasión.
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