Desde la ONG Remar han lanzado una nueva campaña “Una rosa, una sonrisa” que en esta ocasión recaudará fondos a favor del proyecto “La victoria de la vida”, con el que quieren apoyar la atención en sus centros a madres embarazadas con escasos recursos en Madrid.
En éste 2013
la ONG cumple 30 años de existencia y cuentan que “vamos a celebrar estos 30 años de la mejor manera que sabemos hacerlo: llevando ayuda al último rincón de este mundo en crisis y trabajando por el que nada tiene. En estos años no nos hemos cansado de hacer el bien y cada rostro de desamparo y de dolor que se han transformado en una sonrisa de esperanza han sido un pago maravilloso a nuestros desvelos”.
Es el
cuarto año que Remar realiza esta campaña de sensibilización “Una Rosa, una sonrisa” que, con motivo del día de la madre pretende recaudar fondos para su proyecto “La victoria de la vida”.
Este tiene como fin principal salvar vidas y ser
una ventana a la esperanza para mujeres embarazadas sin recursos. El proyecto “cristiano e integral” se desarrolla a través de hogares de acogida, rehabilitación y reinserción socio laboral para estas mujeres con diferentes problemas, entre ellos la adicción a las drogas, encontrarse en completo desamparo, sin techo y posibilidades de subsistir, sin capacitación en ningún oficio, y sin posibilidad alguna de poder sacar adelante sus embarazos solas.
En el centro se les proporciona atención integral, apoyo espiritual y acompañamiento dentro de una estrategia dividida en tres áreas: acogimiento y cobertura de necesidades básicas, rehabilitación y formación.
La ONG Remar que lleva 30 años ayudando a los más necesitados en 69 países y es la ONG española con mayor índice de penetración en África y América Latina, donde cientos de miles de personas se benefician cada día de sus programas de atención.
LA HISTORIA DE MARISA
“Con apenas 18 años estuve a punto de cometer un error que hubiese arruinado mi vida por completo. Estuve a punto de asesinar a mi propio hijo y con su vida se habría perdido también la mía. Me llamo Marisa y hoy veo cómo mi hijo crece lleno de amor y de esperanzas. Hoy soy feliz”,
cuenta una madre que formó parte de este proyecto.
Marisa describe cómo estaba viviendo su vida. “Tuve una infancia muy difícil, por lo que me sumergí en el mundo de la droga y el tráfico, por lo que estuve presa parte de mi juventud. Al salir de la cárcel, me quedé embarazada de un hombre que ni quería ni me quería ya que sólo nos unía la venta de droga y el dinero, así que todo mi castillo de naipes se vino abajo…”, explica.
Ante el embarazo todos la desampararon. “El padre, por llamarle de alguna manera, se desentendió de lo que él dijo que era mi problema y mi familia me echó de casa. Yo solo tenía una idea fija en mi cabeza: deshacerme del problema. Pedí ayuda en varias instituciones hasta que di con la ONG Remar, que yo pensaba que solo se dedicaban a la atención de toxicómanos y a los muebles viejos pero, para mi sorpresa, me atendieron con un amor que no había encontrado entre los míos”.
PERSPECTIVA VITAL
Marisa recibió atenciones y ayuda allí. “Me hospedaron en una casa junto a más voluntarias de la ONG que me aconsejaban tener al niño y darlo en adopción si es que el tenerlo conmigo iba a ser un problema para mí. Me hicieron ver el valor de esa vida que crecía en mi interior y las consecuencias futuras si lo mataba. Me decían que lo que llevaba dentro cambiaría mi manera de ser y de sentir para mejor”. Finalmente
“me convencieron de que tuviese a la niña y que al nacer me ayudarían a darla en adopción”.
“Ese ser que iba dentro de mí era un regalo que Dios me daba y cada día me sentía más necesitada de ese obsequio.
Finalmente mi hija vino al mundo y supe que su nombre era Victoria porque eso era precisamente lo que significaba: la victoria de la Vida sobre la muerte, del bien sobre el mal, de la esperanza sobre la desesperación”, afirma Marisa.
Durante tres años continuó en el centro, acompañando a su hija y reconciliando sus relaciones familiares “Yo ya no era la Marisa alocada que iba de fiesta en fiesta y de risa a lágrima. Ahora soy Marisa madre de Victoria. Marisa la que lucha y prefiere la vida a la muerte. Una Marisa diferente, feliz y triunfadora”.
Para ella el paso por el hogar de Remar supuso un cambio fundamental. “Se puede vencer a los enemigos de la vida, a las drogas, al alcohol, a la miseria. Se puede ser feliz luchando por los derechos de los inocentes aunque sea políticamente incorrecto. Siempre que se cierra una puerta delante de nosotros Dios nos abre una ventana por la que entra la vida, la paz y el amor. Los tres años que pasé en los hogares fueron lo mejor de mi vida porque, además de ayudarme a ver la luz, evitaron que me convirtiese en una asesina y me dieron motivos para luchar por mi vida y la de mi hija, un ser inocente que al nacer me salvó la vida dándola un sentido”.
Más información sobre Remar y sus proyectos en su página web.
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