Entre todos los países del este de África que sufren las consecuencias de la sequía, el más afectado y que menos recursos posee para paliarla es Somalia. Sobre todo, porque
los problemas no sólo tienen que ver con la falta de comida: la dificultad de transporte, la escasa seguridad o las dificultades que durante años arrastran las organizaciones de ayuda para trabajar en el territorio somalí completan un panorama desolador.
La necesidad prioritaria en estos momentos es la de abastecer el país con comida y agua. En Roma, sede de la FAO, los representantes de 191 países pudieron escuchar a Anthony Lake, director de UNICEF, denunciando la situación extrema que ponía a “más de medio millón de niños” en peligro de muerte inminente.
Esto fue a finales de junio, cuando se calculó la necesidad de unos
300 millones de dólares en ayudas para Somalia. Los últimos informes de la ONU apuntan a que más de la mitad de la población está en peligro de morir de hambre.
A pesar del trabajo iniciado por muchas entidades en la zona (entre ellas Tearfund, con la que
colaboran en estos momentos Alianza Solidaria y Diaconía), la situación se vuelve más extrema con el paso de los días.
LA NECESIDAD ABRE PUERTAS
Tras su visita en agosto a la capital Mogadiscio,
Brian C. Stiller, representante global de la Alianza Evangélica Mundial (
WEA), hacía un llamado a favor de la ayuda internacional. Stiller animó a las agencias cristianas a “regresar al país” ahora que, por la grave crisis alimentaria, se han vuelto a abrir puertas que se habían cerrado a causa del poder territorial de fundamentalistas islámicos que los han perseguido durante años.
“Somalia carece de un gobierno funcional y todas las agencias cristianas, que son reconocidas por la entrega de alimentos y equipamiento, han sido expulsadas.
Ahora que los fundamentalistas islámicos no tienen el control que tenían hace apenas unas semanas, tenemos una nueva oportunidad para actuar”, explica Stiller en un artículo del periódico canadiense National Post.
“He visitado los campamentos de refugiados en Mogadiscio, pero vi poca evidencia de la ayuda humanitaria. Caminamos entre las chozas improvisadas y no pude encontrar alimentos almacenados o en preparación. No hay casi nada de ayuda médica”, cuenta Stiller, que insiste en que es el momento de dar una ayuda “que impida que los problemas se agraven y
se conviertan nuevamente en el caldo de cultivo para el terrorismo. Sí -admite- hay peligro en el trabajo de ayuda, pero seguro que los organismos responsables pueden encontrar formas de ayudar a salvar a los cientos de miles de vidas en riesgo”.
PERSECUCIÓN Y CORRUPCIÓN
Fuera del ámbito de la capital, la situación se torna aún más complicada. Sobre todo
en las regiones del sur donde Al Shabaab impone su ley por medio de la violencia y la extorsión. La corrupción es otro de los graves problemas del país. La organización Transparencia Internacional declaró a Somalia en su informe de 2009 como el país más corrupto del mundo.
Las denuncias por violaciones de los derechos humanos, entre ellos la
persecución manifiesta hacia los cristianos, es otra de las lacras que imperan entre la castigada población. Esta semana se dio a conocer que Juma Nuradin Kamil, secuestrado por presuntos extremistas de Al Shabaab el 21 de agosto, fue encontrado por sus vecinos decapitado y abandonado en la calle.
“Es habitual que Al Shabaab decapite a los que se sospecha que han abrazado la fe cristiana”, explicó un líder de la iglesia subterránea que se mantiene en el anonimato. Un cristiano de la zona contó que
los vecinos no enterraban el cuerpo por temor a que los extremistas los asociaran a un convertido al cristianismo.
Este caso se suma a otros denunciados por la agencia Compass Direct a lo largo del año. Entre ellos se encuentra el terrible asesinato de una mujer en Warbhigly, en las afueras de Mogadiscio, donde varios extremistas de Al Shabaab la sacaron a la calle para cortarle el cuello por haber abrazado la fe cristiana.
EL EXILIO COMO SOLUCIÓN
El hambre y la sequía han propiciado que las facciones más extremas hayan perdido parte de su poder, al menos en la capital y su entorno. Por otra parte, Tearfund informó recientemente que
miles de somalíes están huyendo a las vecinas Kenia y Etiopía, donde los campos de refugiados se encuentran sobresaturados y reciben cada día a necesitados para los que no cuentan con capacidad de acogida.
En la capital de la vecina Etiopía se reúnen estos días el comité ejecutivo del Consejo Mundial de Iglesias. El hambre en Somalia es uno de los temas de mayor preocupación. La doctora Agnes Abuom, de Kenia, recordó que se trata de “la peor hambruna en 60 años”, destacando que
“la dignidad de la gente de esta región se ha visto comprometida por la falta de paz y justicia”. Definir una estrategia global que atienda no sólo a las necesidades básicas, sino a la consolidación de una libertad real para sus habitantes es el reto que casi nadie se atreve a asumir.
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