El año comenzó de la peor forma posible: en menos de dos minutos Puerto Príncipe quedó destrozada. Un seísmo de magnitud 7 en la escala de Richter asoló el suroeste de Haití el 12 de enero. El precario estado de los edificios, en cuya construcción no se siguen las normas antisísmicas, la pobreza y los escasos medios sanitarios contribuyeron a aumentar el escalofriante número de víctimas, que ascendió a 300.000 personas.
El 27 de febrero un fuerte seísmo de magnitud 8,8 afectó al 80% del territorio chileno. Según los geólogos, fue el quinto mayor terremoto que se ha producido en el mundo desde que se toman registros. Fallecieron más de 500 personas, muchas de ellas por el fuerte tsunami que afectó a la costa chilena tras el seísmo. Las numerosas réplicas que se produjeron durante los días siguientes a la tragedia siguieron aterrorizando a una población acostumbrada a los terremotos.
Al mes siguiente, un terremoto de magnitud 6 el este de Turquía provocó más de 50 muertos. El 14 de abril unas 3.000 personas perdían la vida en la provincia china de Quinghai como consecuencia de un terremoto de magnitud 7,1. La tierra siguió temblando y a lo largo del año se produjeron fuertes seísmos en México, Afganistán, Irán y Nueva Zelanda.
Parecía que nunca iba a dejar de brotar petróleo del pozo Macondo. La explosión del 20 de abril de una plataforma petrolífera de BP cerca de la costa de Luisiana (EEUU) mató a 11 trabajadores y provocó el mayor vertido de crudo accidental de la historia. Finalmente, tras cinco meses de trabajos e infructuosos intentos para frenar la salida de crudo, a mediados de septiembre la compañía británica logró cerrar definitivamente el pozo del que ya habían brotado 800 millones de litros de petróleo.
El crudo mató a miles de animales y provocó pérdidas millonarias en la industria pesquera, pues se prohibió faenar en las aguas afectadas. El petróleo ya no se ve pero los científicos advierten que el daño causado a los ecosistemas persistirá durante años y temen que haya entrado en la cadena alimenticia.
Entre las curiosidades, se encuentra la violencia del volcán islandés. La columna de nube y ceniza del Eyjafjällajokull obligó a cerrar el espacio aéreo europeo durante varios días de abril y mayo ante el riesgo de que los motores de los aviones resultaron dañados por la ceniza. Las pérdidas por la cancelación de vueltos superaron los 4.000 millones de euros, según un informe de Oxford Economics.
Peor fue lo sufrido por las intensas lluvias provocadas por el monzón en Pakistán, que comenzaron a finales de julio y afectaron a más de 20 millones de personas. Más de 1.200 paquistaníes murieron y cientos de miles de personas tuvieron que dejar sus casas.
Las inundaciones destrozaron parte del país y tuvieron un efecto devastador sobre las cosechas, dejando a millones de personas sin sustento. Asimismo, provocaron el aumento del número de casos de enfermedades transmisibles como diarrea, cólera o paludismo.
Los meteorólogos predijeron una temporada de fuertes huracanes y así fue. ´Karl´,´Matthew´ o ´Paula´ hicieron estragos en EEUU y Centroamérica, donde provocaron numerosos daños materiales y causaron la muerte de decenas de personas. Los haitianos despidieron el año tan mal como lo empezaron. Mientras luchaban contra una epidemia de cólera que ha acabado con la vida de miles de personas, el huracán ´Tomás´, de categoría 5, cruzó el país asolando varias poblaciones.
FUEGO, PETRÓLEO, CONTAMINACIÓN
2010 fue también el año en que Vladimir Putin comenzó a creer en el cambio climático. Los graves incendios forestales que convirtieron Rusia en una gran hoguera durante el mes de agosto fueron atribuidos, según el presidente ruso, al calentamiento global. El fuego ocasionó pérdidas multimillonarias y afectó tambien a varias zonas en las que se guarda material radioactivo. En septiembre volvió a haber una nueva oleada de incendios en el país aunque menos grave que la de agosto. En total murieron unas 60 personas.
En el Ártico, El progresivo deshielo debido al aumento de las temperaturas ha animado a las compañías petroleras y gasísticas a explotar esta inhóspita zona rica en recursos, hasta hace poco inaccesible. La primera fue la compañía británica Cairn Energy que este verano comenzó a abrir pozos tras anunciar que había encontrado gas y petróleo en Groenlandia. Los ecologistas respondieron con varias acciones de protesta para intentar frenar los trabajos en esta zona virgen del planeta.
En octubre, la rotura de una balsa que contenía residuos de aluminio causó un vertido de lodo rojo tóxico que afectó a varias poblaciones del oeste de Hungría y puso en peligro los ecosistemas del río Danubio. Siete personas murieron y hubo decenas de heridos. En total se vertieron un millón de metros cúbicos (equivalente a la capacidad de un gran estadio de fútbol) en un área de 40 kilómetros cuadrados.
El año también cerró la década ha sido la más cálida de la historia desde que se toman registros, según la Organización Meteorológica Mundial (OMM). La temperatura media ha sido 0,46º superior a la del promedio de 1961-1990, y 0,03 grados mayor a la de la década 2000-2009. 2010 también ha sido junto con 1998 y 2005, el año más caluroso, y hay posibilidades de que consiga el primer puesto. En marzo se harán públicos los registros de temperatura oficiales de este año que ahora acaba y que puede ser el más cálido de la historia.
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