El grupo, formado por un centenar de los más influyentes políticos, banqueros y periodistas, analizará la agenda internacional en Sitges (Barcelona) entre el próximo 3 y 6 de junio. Su historia reciente podría indicar que algo importante puede decidirse en estos días.
De hecho, Barack Obama acudió a la reunión del Club Bilderberg en junio de 2008, en Virginia (EEUU). Cinco meses después, fue elegido presidente estadounidense. Un ascenso igual de fulgurante tuvo en 1991 el poco conocido gobernador de Arkansas, Bill Clinton, tras ser invitado en 1991 por este grupo, que congrega cada primavera a un centenar de los más influyentes políticos, banqueros y periodistas del mundo.
Los ejemplos de carreras similares abundan en los organismos internacionales. Así, todos los secretarios generales de la OTAN han sido antes bilderbergers, como se conoce a quienes acuden a los encuentros en hoteles de lujo que escoge el club para que sus socios e invitados intercambien impresiones al más alto nivel. «En las últimas ediciones, ha destacado el español Bernardino León», subraya Daniel Estulín, experto en el grupo y autor de La historia definitiva de el Club Bilderberg.
El secretario general de la Presidencia del Gobierno «ha sido invitado a cuatro ediciones seguidas desde 2006. Es inaudito que el comité ejecutivo de Bilderberg convoque tantas veces a alguien que no forma parte de él, pero David Rockefeller adora a León y le gustaría que fuese presidente de España», asegura Estulín.
SOCIOS MUY PODEROSOS
El banquero es, junto al político estadounidense Henry Kissinger, uno de los pilares del Club Bilderberg, fundado en 1954 por el príncipe Bernardo de Holanda, conocido por su ideología nazi. Sin embargo, el grupo incluye invitados de todas las tendencias; entre ellos, Paul Wolfowitz, George Soros o los presidentes de Coca-Cola, Fiat y France Telecom. La representación española corre a cargo de la reina Sofía, Matías Rodríguez Inciarte, Juan Luis Cebrián, Joaquín Almunia, Esperanza Aguirre y Pedro Solbes.
El rechazo a hablar sobre lo que ocurre esos días es general entre los participantes. En su invitación, la organización exige que nadie «conceda entrevistas» ni revele nada de lo que «un participante individual haya dicho durante el meeting». Pese al secretismo, dos bilderbergers accedieron a hablar con el diario Público. Guillermo de la Dehesa, ex secretario de Estado de Economía y presidente del Centre for Economic Policy Research, aclara que, tras participar en varias ediciones, dejó de hacerlo a mediados de los años noventa porque «ahora tienen menos sentido y son menos atractivos».
Aun así, admite que las sobremesas con gente tan influyente «enriquecen mucho». Según De la Dehesa, los asistentes tratan «temas que preocupan, pero no se adopta ninguna decisión importante. Hay una agenda y reuniones informales en las que se intercambian ideas. Los ponentes sólo pueden hablar durante diez minutos. Después, interviene el resto de la gente durante dos minutos».
Los participantes se sientan siguiendo un estricto orden alfabético que los sitúa al mismo nivel. Desde hace algunos años, la organización facilita el listado definitivo de asistentes junto a una escueta nota de prensa en la que nunca se incluyen conclusiones. La selección de invitados corre a cargo del comité ejecutivo. «También existe un comité en cada país» que busca a las personas idóneas para cada encuentro, confirma De la Dehesa, aunque evita citar cualquier nombre.
El ex secretario de Estado explica que la primera vez fue convocado por un amigo y «luego ya por el Comité». Un procedimiento en el que no ve nada extraño: «No entiendo algunas cosas alucinantes que se dicen sobre el club, como que está formado por masones».
¿ESPECULACIÓN O VERDAD?
Pero la falta de transparencia fomenta toda clase de especulaciones entre quienes acusan al club de tomar decisiones que afectan a la política y a la economía mundiales.
La periodista de The Times Caroline Moorehead definía el grupo en 1977 como «un club exclusivo, quizá sin poder, pero, sin duda, con influencia». Fue más allá al afirmar «que se reúnen secretamente para planificar acontecimientos que más tarde simplemente aparecen como que han sucedido». Entre estos, algunos expertos sitúan la invasión de Irak en 2003, las recientes subidas y bajadas del precio del petróleo, la creación del euro y el modelo de la Transición de España.
Muchas de estas afirmaciones son «especulaciones descabelladas» para el bilderberger Mauricio Rojas, director de la Escuela de Profesionales de Inmigración y Cooperación, que contestó a Público por e-mail. Pese a todo, entiende que es «un precio a pagar por mantener ese ambiente único de diálogo y reflexión». Los «cafés y paseos relajados con personas de alto interés» son la parte más valorada por este intelectual sueco de origen chileno, que participó en 1991 y que recuerda que casi todos los temas «eran de actualidad candente, como los conflictos en los Balcanes».
Según la Wikipedia, el club celebró ya una reunión en España. Fue en 1988, en un conocido hotel pontevedrés en La Toja.
Si quieres comentar o