Con este talante le aseguran que llevará mucho ganado frente al «síndrome postvacacional. Ángel Cárcova, del gabinete de salud laboral de CC.OO. de Madrid, describe la dificultad de adaptación al trabajo tras finalizarlas vacaciones que conlleva una serie de cuadros en forma de síntomas físico-psíquicos, que suelen remitir normalmente al cabo de pocas semanas.
Los seis grupos de manifestaciones más característicos son el cansancio o agotamiento, con pérdida de energía, apatía y desmotivación, estrés con cuadros de angustia, ansiedad, dolor precordial, taquicardias, dolores musculares o articulares, cefaleas, sofocos, ahogos y temblores; aparición repentina de cambios bruscos en la personalidad sumida en lo negativo; y alteración de los patrones de sueño.
QUEMADOS Y ACOSADOS
No obstante, cada vez más relacionan este fenómeno con los denominados riesgos laborales psicosociales; en concreto, el “mobbing” o acoso en el trabajo, el estrés y el “burnout” o el mal del trabajador quemado.
Medicina de Familia y Comunitaria (SemFYC), explica que este síndrome se ha puesto de moda porque estamos viviendo una época en que confluye, por un lado, que todo lo que tiene que ver con la salud se magnifica hasta el punto de convertir la lozanía en un bien de consumo y de no estar dispuestos bajo ningún concepto a soportar la menor molestia, y, por otro lado, que establecemos el periodo vacacional y el laboral como una dualidad extrema, creando un mito del descanso equiparable al momento de la felicidad frente al tiempo de trabajo, una carga insoportable, que no queremos vivir. Fundamentalmente es un problema de desadaptación.
Por eso, para evitarlo, sobre todo en el caso de los niños, hay que ser un poco disciplinado dos o tres días antes de la vuelta al colegio o al trabajo, tratando de acostarse más temprano y levantarse antes, planificando la tarea que haya por delante... aceptar que hay que volver a trabajar y buscar elementos positivos. Asunto aparte es el de las mujeres que trabajan fuera y dentro de casa, duplicando horarios, porque en ellas la sobrecarga es real: la que tira con todo y ya no puede más necesita psicofármacos y terapia de apoyo para salir adelante.
UN MAL DE MINUTOS
Al menos en el 90 por ciento de las personas sufrirá el síndrome postvacacional, aunque sea en cuestión de minutos. Lo que varía es el grado en función de la persona, el trabajo y sus circunstancias personales y familiares. De todos ellos, sólo un 37 por ciento, de entre 25 y 40 años, se sentirá afectado psíquicamente, y estará mal al menos dos o tres días.
Esteban Cañamares, sexólogo, constata a la vuelta de las vacaciones, son muchas más las parejas que toman la decisión de separarse de las que lo hacen en enero o febrero. Pensaban que tendrían más tiempo y menos estrés, por lo que habría más diálogo, más ternura y más contacto físico. Pero, al final no hubo nada.
EMPRESAS Y EMPLEADOS, UN TRABAJO CONJUNTO
Las compañías podrían conseguir que el síndrome se minimizara haciendo las jornadas laborales más cortas, manteniendo durante los primeros días la jornada intensiva. También se podrían dividir las vacaciones en diferentes partes a lo largo de año, de esta forma se evitaría la concentración en un solo mes.
Se recomienda que el regreso de las vacaciones sea un par de días antes de la reincorporación laboral. Haciendo esto se asimila que las vacaciones son una parte más del año y que se terminan.
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