Un enfermo de gripe puede contagiar a medio vagón de metro con un solo estornudo. Si la pandemia no puede evitarse, es esencial prepararse para gestionarla. Así será la pandemia de gripe aviar. Si los augurios de la Organización Mundial de la Salud son certeros, la historia será más o menos así: La autoridad sanitaria de algún país del sureste asiático percibe rumores sobre una dolencia respiratoria inusualmente grave que, al parecer, ha brotado en alguna aldea remota. Cuando los técnicos del ministerio llegan a la zona comprueban que hay ya cinco muertos por neumonía y otros 50 afectados. Eso quiere decir que el virus brotó hace un mes, y que los aldeanos lo habrán dispersado ya por los pueblos circundantes. Los análisis comprueban pronto que es así, y que el agente infeccioso es un virus de la gripe. Las muestras se mandan a un centro de referencia de la OMS para precisar la naturaleza del virus.
Es una ficción, pero está basada en un documento oficial publicado por la OMS en abril pasado, y contiene tres predicciones que los científicos consideran casi seguras. La primera es que la pandemia llegará tarde o temprano. La segunda predicción es que el virus mutante surgirá en el sureste asiático. La alarma ha cundido en Europa al confirmarse la presencia del virus H5N1 en las aves de Turquía y Rumania, pero, en realidad, este hecho añade muy poco riesgo a la situación anterior. Ese virus lleva al menos tres años circulando masivamente por una decena de países asiáticos, en granjas y mercados donde las aves lo transmiten continuamente a los cerdos y otros mamíferos, y donde el contacto con las personas es estrecho y frecuente. Son las condiciones óptimas para que el H5N1 se vaya adaptando al ser humano. El virus mutante surgirá en Asia, como en las tres pandemias del siglo XX (incluida la mal llamada gripe española). Y el mensajero que lo traerá a Europa no será un ave, sino un pasajero de las líneas aéreas.
La tercera predicción es que los controles fronterizos no podrán evitar la pandemia. Un enfermo de gripe convencional puede contagiar a medio vagón de metro con un solo estornudo. Cuando el virus aviar H5N1 se adapte al ser humano, podrá transmitirse entre personas con esa misma eficacia.
Nadie sabe si la adaptación del virus se producirá el mes que viene o dentro de diez años, pero el consenso científico es que ocurrirá. Si la pandemia no puede evitarse, lo fundamental es prepararse para gestionarla y minimizar sus daños. La OMS y la comunidad científica coinciden en que la preparación para la crisis tiene tres patas: vacunas, antivirales y planes de emergencia.
La OMS y los laboratorios fabricantes saben ahora cómo hacer una vacuna contra el H5N1, pero no podrán hacerlo hasta que surja el primer brote humano y se aísle la variante exacta del virus que lo causa. Eso implica que la vacuna no estará disponible hasta seis meses después del origen de la pandemia. Aún así será un arma esencial en las fases tardías de la pandemia.
El único fármaco antiviral útil en caso de una pandemia causada por el H5N1 es el Tamiflu (nombre comercial del principio activo oseltamivir), fabricado por los laboratorios Roche en su planta de Basilea (Suiza). Se trata de un fármaco patentado, caro y de producción laboriosa. Con una sola planta de fabricación en el mundo, las advertencias de la OMS sobre una probable pandemia han causado un previsible desbordamiento de la demanda.
Los países occidentales -y otros que no lo son pero tienen dinero, como Quatar- se han lanzado a una carrera por el Tamiflu. Francia y el Reino Unido, por ejemplo, acaban de solicitar cada uno cerca de 15 millones de tratamientos, calculados para medicar al 25% de su población. España, que ya había comprado hace cuatro meses dos millones de tratamientos (menos del 5% de la población), se planteará la semana que viene, en una reunión entre el Ministerio de Sanidad y los responsables autonómicos de salud pública, aumentar el pedido hasta cubrir al 20% o el 25% de la población.
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