Pobres, mujeres e inmigrantes tienen peor salud y viven menos

El acceso de todas las personas que viven en Catalunya a una tarjeta sanitaria no es suficiente para frenar las desigualdades en el estado de salud y en la mortalidad que separa cada vez más a los ciudadanos en función de su clase social, sexo y lugar de nacimiento. Así lo constata un estudio de la Fundació Jaume Bofill (FJB) que ha analizado los datos sanitarios de los catalanes del último decenio. Las personas con pocos recursos y formación, en especial las mujeres, y los inmigrantes, viven una media de cuatro años menos que la población con mayor bienestar.

Carme Borrell, coautora del estudio destacó que se trata de desigualdades injustas y evitables para las que nunca se han diseñado políticas que intenten frenarlas. La Conselleria de Salut es reacia a afrontar este problema y no tiene un programa específico dirigido a frenar las desigualdades en salud.

MUERTES PREMATURAS
Las peores condiciones laborales, el mayor consumo de drogas y la escasa práctica de ejercicio físico que coinciden en los grupos sociales más pobres incidieron entre 1993 y 1998 en la muerte prematura de 13.516 hombres y 5.740 mujeres, indica la investigación.

La misma tendencia coincide al analizar las historias clínicas de las enfermedades más graves, entre ellas el cáncer de pulmón y de mama o las cardiopatías. La mayoría de personas que enfermaron y murieron a causa del sida en Catalunya entre 1994 y 1998, años previos a las eficaces terapias actuales, fueron vecinos de barrios de nivel socioeconómico bajo y personas sin estudios, dice el estudio de la FJB. La mortalidad, añade, es superior entre las personas sin trabajo y mayor en las áreas urbanas que en las rurales.

El incremento de embarazos entre las jóvenes de 14 a 17 años, la incidencia de malestares crónicos que causan dolor y la tendencia a tratar como una enfermedad el periodo de la menopausia son más frecuentes entre las mujeres que viven en las poblaciones menos favorecidas de Catalunya.