David Wilson, investigador de la Universidad de Birmingham en Inglaterra, es uno de los criminólogos autores que estudiaron los casos sobre aniquiladores que aparecieron en los diarios británicos entre 1980 y 2012. "Se trata de un grupo de hombres desconocidos por el sistema de justicia criminal, con un perfil muy distinto al de los asesinos que normalmente encontramos en las investigaciones criminológicas".
El estudio reveló que agosto es el mes del año en el que ocurren la mayor parte de estos crímenes, cuando los padres suelen compartir más tiempo con sus hijos, debido a las vacaciones escolares.
La ruptura familiar suele ser el factor desencadenante más común, seguido por las dificultades financieras y los crímenes de honor.
Cuatro de cada cinco asesinos se han suicidado luego de cometer el crimen, o al menos lo han intentado.
Más de la mitad de los crímenes estudiados ocurrieron a partir del año 2000. En la década de los 80 sólo se registraron seis homicidios de este tipo.
Wilson señaló que
una de las razones de este incremento podría atribuirse a "la necesidad de los hombres de ejercer poder y control" sobre su familia. A menudo se trataba de hombres que habían invertido "en exceso en una concepción muy estereotipada de lo que significa ser un esposo y un padre dentro de una institución llamada familia", le explicó Wilson a la BBC.
"Su visión de la familia era muy blanco y negro, y no refleja el papel cada vez más dinámico que las mujeres pueden desempeñar en la economía y en la institución misma".
En el período estudiado se encontraron 71 casos de "aniquiladores de familia" con una pequeña minoría de 12 mujeres que el equipo continuará investigando en el futuro.
VIDAS PRIVADAS
Las conclusiones de este nuevo estudio difieren de las explicaciones que previamente se habían dado sobre los asesinatos de familias, que apuntaban a la venganza o al altruismo como causas, o a que algún incidente concreto llevó a estos hombres al colapso.
El equipo del profesor Wilson sostiene que estas circunstancias no se reflejaron en muchos de los casos revisados. Wilson cree que
la privacidad como muro de algunas familias podría explicar por qué algunos de estos hombres aparentaban ser padres cariñosos y maridos responsables.
Por esta razón,
considera clave tomar en cuenta la violencia doméstica y alentar "a más gente a tomar conciencia de la vida de otras personas".
Keith Hayward, un profesor de criminología en la Universidad de Kent que no estuvo involucrado en el estudio, calificó el trabajo de valioso y añadió que otros investigadores lo podrían desarrollar en el futuro. Sin embargo, puso en duda la validez de establecer tipologías a partir de fuentes secundarias como los reportes periodísticos. "Hay una serie de suposiciones infundadas acerca de las motivaciones y esto se refleja en las cuatro categorías que se solapan, por lo que no me parecen rigurosas", le dijo a la BBC.
Hayward, no obstante, reconoce que tener acceso a los asesinos fue imposible en muchos casos, pero sin un análisis detallado de sus historias de vida "todo es inferencia".
Los investigadores aceptan que haber utilizado sólo reportes periodísticos es una de las debilidades del estudio, pero argumentan que las entrevistas con miembros de las familias involucradas "abrieron una ventana hacia la realidad de lo que eran sus vidas a puerta cerrada", lo cual ayudó a determinar las posibles motivaciones.
MALDAD, PODER Y CONTROL
Tras tres décadas de investigación, los expertos concluyeron que los hombres que asesinan a sus familiares pueden ser separados en cuatro categorías: Pretensión de superioridad moral, anomia o alienación, decepción y paranoia.
Cada categoría es ligeramente distinta de la otra en cuanto a las motivaciones y detrás de muchos de los casos hubo una historia oculta de abuso doméstico.
Pretensión de ser moralmente superior: el asesino culpa a la madre de sus crímenes, por considerar que ella es la responsable de la ruptura familiar. Para estos hombres, el rol de sustentador es fundamental para tener una familia ideal. Caso de estudio: Brian Philcox.
Alienado: en la mente del asesino existe un poderoso vínculo entre la familia y la economía. El padre ve a su familia como el resultado de su éxito económico, como aquello que le permite mostrar sus logros. Sin embargo, si el padre fracasa económicamente, ya no cree que la familia cumpla con esta función. Caso de estudio: Chris Foster.
Decepcionado: este asesino cree que su familia lo ha defraudado o ha actuado de una manera que socava o destruye su visión de la familia ideal. Un ejemplo puede ser que los niños no sigan las costumbres religiosas o culturales del padre. Caso de estudio: Mohammed Riaz.
Paranoico: aquellos que perciben una amenaza externa a la familia. A menudo suelen ver a los servicios sociales o al sistema legal como amenazas, que pueden volverse en su contra y llevarse a los niños. En estos casos los crímenes están motivados por un deseo retorcido de proteger a la familia. Caso de estudio: Graham Anderson.
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