Nuevamente se muestra, frente a una ciega, maniática y negativa perspectiva defendida por los colectivos ateos, que la religión sigue formando parte del ser humano y sus relaciones colectivas. Y lo seguirá siendo. No en vano, Dios ha intervenido en la historia en la persona de Jesucristo. Esta es nuestra confesión de fe como cristianos evangélicos.
En Toledo, sede del Primado Católico de España, sus habitantes reaccionaron ante los cambios y la ruptura de la “tradición”. España siempre ha sido un país muy “tradicional” y especialmente en el ámbito religioso. Algunas tradiciones tienen apenas 50 años (p.ej. determinadas procesiones de Semana Santa), justo en los “mejores” años de una España uniforme y monocolor, también en cuestiones religiosas. Otras tienen quinientos años y surgieron como fruto de la Contrarreforma Católica destinada a anular la Reforma Protestante. Contadas son las que superan esta cifra.
Así, cuando los españoles apelan a la tradición, pueden referirse a un periodo variable de tiempo. Pero mas allá de la cuestión temporal, interesaría analizar el proceso por el cual algo se convirtió en tradición. Por cierto, cuestión ésta que ha sido sustraída permanentemente a la ciudadanía y que se refleja en una deficitaria valoración de la libertad religiosa y una comprensión de la misma, parca y acéfala. Valga el ejemplo de las declaraciones de una alta autoridad de nuestro país atribuyendo al escaso número de fieles el que no se construyan iglesias cristianas en Marruecos (esto, dicho cuando estaba en pleno apogeo la expulsión injustificada y no sometida a derecho de los cristianos en aquel país. Menos mal que el Gobierno ha sabido rectificar últimamente reconsiderando la importancia de este hecho).
Respecto a la participación oficial del Ejército español en actos religiosos de la confesión mayoritaria, claro está, deberíamos reflexionar sobre su significado histórico y su valor actual.
Al oír la noticia recordaba la figura del General de Artillería de la Armada, Juan Labrador Sánchez (1855-1935). En su primer curso en la Academia de Oficiales no asistió, debido a su fe evangélica, al oficio religioso en honor de Santa Bárbara, patrona de los artilleros. Su no asistencia le costó un Consejo Disciplinario que finalizó con la recomendación de su expulsión de la Academia que el Gobierno desaprobó.
Mientras esta resolución llegaba estuvo arrestado tres meses en casa sin poder examinarse de sus estudios, retrasando su carrera un año. De sus méritos basta recordar sus propias palabras: "
Siendo Coronel me concedieron la cruz de primera clase (la Placa) mejor conceptuada (distintivo blanco y negro) porque viendo que se ahogaba una persona en aguas de San Fernando, Dios me impulsó a arrojarme al agua vestido y sacar a tierra al que se hallaba en peligro, con exposición de mi vida"(1).
Otro caso a mencionar es el del soldado de marinería Pablo Fernández. Este gallego evangélico fue condenado en 1913 por el Consejo Supremo de Guerra y Marina a seis meses y un día de prisión militar menor por no arrodillarse en el momento de alzar en una misa, a la cual se le obligó a asistir, después de haber pedido que se le dispensase de hacerlo(2).
Ante este caso, el Presidente del Consejo de Ministros Conde de Romanones, aseguraba que para casos futuros pronto sería publicado en la
Gaceta, (actual BOE) la exención de asistencia a misa de los soldados evangélicos, aunque quedarían obligados a las de campaña y a los actos religiosos que pudieran llamarse militares, como las procesiones.
Este es el núcleo formativo de la tan elogiada tradición toledana extensiva a muchos lugares del territorio español.
Y para que dicha tradición quedara definitivamente asentada en el acervo cultural y costumbrista del suelo patrio, fue necesario convencer mediante la razón (de la fuerza) a no pocos evangélicos. Estos se negaron a arrodillarse o a “rendir armas” en la misa de campaña, aún con pistola en la sien, en plena guerra civil. Y otros muchos cumplieron, años después, con el “servicio a la Patria” arrestados en los calabozos por el mismo motivo.(3)
Demasiado ruido de sables, aunque enarbolados por paisanos, ha tenido lugar en Toledo para tan pequeño avance en materia religiosa. Es incomprensible que aún se necesiten grandes héroes para librar esta batalla contra la “tradición religiosa”.
Y si bien no lanzamos grandes salvas, nos alegramos que el Ejercito en España empiece a rendir armas ante la libertad religiosa. La capacidad dinámica de ésta, está infravalorada tanto en la perspectiva atea como en la de las Sentencias del Tribunal Constitucional(4).
Y si la batalla ha de durar, que las jóvenes generaciones evangélicas recuerden nuestra “tradición” a favor de la libertad religiosa y se comporten como héroes en su fe y servicio a Dios, pues no hay mejor servicio a la Patria que servir al Dios vivo revelado en las Sagradas Escrituras y en la persona del Señor Jesucristo.
1) http://www.protestantes.net/enciclo/Labrador.htm Entrada, 05/06/2010
2) El Cristiano, núm. 2191, 9 de Enero y núm. 2193, 23 de Enero de 1913. Madrid.
3) No sólo evangélicos han resistido esta tradición. Incluso después de la STC de 2004 se obligaba a un Jefe de la Policía Local de Vila-real (Castellón) a participar en este tipo de actos. “Objeción de conciencia al Corpus. El jefe policial de Vila-real denuncia al alcalde por obligarle a ir de procesión”. El País, 07/06/2005.
4) Veánse las sentencias 177/1996 de 11 de Noviembre y 101/2004 de 2 de Junio. ¿Puede el Cuerpo Nacional de Policía ser Hermano de una Cofradía? (Hermandad Sacramental de Nuestro Padre Jesús El Rico, de Málaga).
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