Violencia de género

Desde que entró el pecado en el mundo, el papel de la mujer se desvirtuó, llegando a ser en muchas sociedades a lo largo de la historia, considerada la mujer poco más que un animal que solamente servía para el trabajo y para la satisfacción sexual del hombre.

Hoy, en nuestra sociedad occidental, es curioso ver cómo -por un lado- se promociona el papel de la mujer en la política o en otros estamentos, pero a la hora de trabajar, una mujer siempre gana menos en comparación con un hombre, tiene problemas en caso de embarazo o en época de niños pequeños y ya no digamos después de que cumple los cincuenta.

Hay algo que me emociona del Señor Jesús y es su trato con las mujeres. En la sociedad de aquel entonces, donde las mujeres solteras no podían salir del umbral de la casa, las casadas tenían que salir siempre cubiertas e, incluso en la sinagoga, estaban separadas de los hombres por una especie de reja, aparece Jesús acercándose a las mujeres con un trato y un cariño especial y se salta “a la torera” todas esas normas y tradiciones absurdas.

En el caso de la viuda de Naín, hace parar el féretro, resucita a su hijo y le dice lleno de ternura: “mujer, no llores más”.

En casa de sus amigos de Betania, defiende a María porque escoge estar sentada a los pies del maestro, empapándose de sus enseñanzas.

Cuando la mujer del perfume de nardo derramado a los pies de Jesús, El mismo, leyendo el pensamiento de todos los hombres que estaban a su alrededor, les llama la atención mientras alaba la acción de aquella mujer especial.

Pero, sin duda alguna, el caso que más me emociona, es la escena de la resurrección, cuando Jesús aparece, antes que a nadie, a una mujer, a María Magdalena una mujer que había sido despreciada y ultrajada por la sociedad que la rodeaba, pero a la que Jesús había liberado y perdonado. Me encanta la escena cuando María no reconoce al Jesús resucitado y El, no tiene más que llamarla por su nombre: “María” y ella reconociendo la voz de su Señor, se gira sobre sus talones y la primera reacción quería ser echarse entre sus brazos y darle un abrazo muy especial.

Hoy, en nuestra sociedad, al lado de mujeres importantes e, incluso, entre este tipo de mujeres, existen hombres que las maltratan verbal y físicamente causándoles, en ocasiones, hasta la muerte. Mujeres que pasan la vida -muchas veces- callando, sufriendo.....Son pocas las que sacan los trapos sucios a relucir y se atreven a denunciar.

Hoy, desde aquí, y como mujer que soy, quiero animarte a que te eches en los brazos del Hombre más especial que existió jamás en este mundo: Jesús, sus palabras siguen resonando: “Venid a mi todos los que estáis trabajados y cargados que yo os haré descansar”

Si eres una mujer cansada de sufrir maltratos, desprecios, incluso violencia de género, yo te invito a venir a Jesús, El no te despreciará; porque te ama tanto, que murió en una cruz, para que, mediante su muerte, tú tuvieras vida. Ven a El y tu vida será diferente desde ahora y para siempre.