¿Demasiado mayor?

Un día, esta preciosa mujer de 76 años, habló con su pastor, y le dijo que deseaba que le dejaran dar una clase de Escuela Dominical, el pastor le contestó negativamente, una mujer de 76 años era demasiado mayor para ese trabajo. Ethel se sintió decepcionada pero continuó cuidando su jardín.

Una mañana pasó por allí un estudiante chino de una universidad cercana y vio a Ethel podando sus rosales; el estudiante se paró para hablar con ella y comentarle lo bonitas que estaban sus rosas, nuestra protagonista -agradecida- invitó al estudiante chino a tomar una taza de té, y aprovechó para hablarle, a aquel muchacho, del amor de Dios.

El estudiante quedó entusiasmado y le preguntó a la anciana si podía traer a algunos compañeros para que también les hablara a ellos de aquel Dios, y así fue como Ethel logró tener aquella clase que tanto anhelaba.

El tiempo fue pasando y la anciana murió. En su funeral había, en un lado, un grupo de setenta estudiantes universitarios chinos que habían sido discipulados por Ethel durante años.

Muchas veces somos crueles con las personas mayores, creemos que son trastos viejos que solo sirven para dar trabajo y que no pueden aportar nada.

Cuando era muy jovencita subrayé en mi amada Biblia las preciosas palabras de Pablo a Timoteo: “nadie tenga en poca tu juventud, sino sé ejemplo... no descuides el don que hay en ti...” Esas viejas palabras siguen subrayadas en mi Biblia. Aquella jovencita quedó atrás y se convirtió en una mujer que sirve a Dios con todas sus fuerzas en todo aquello que Él le pone por delante, pero que cada día pide a Dios poder amarle, seguirle y servirle (de la manera que sea) hasta el último día de su vida.

Aquel pastor fue cruel con Ethel, pero su Señor le dio lo que su corazón anhelaba, solo que en mucha mayor medida y dimensión.

Cuando leí la historia real de esta mujer, en verdad me emocionó y me hizo reflexionar muchísimo y parodiando aquellas viejas palabras de Pablo a Timoteo, podríamos decirle a alguna persona que se considere demasiado mayor para servir al Señor: “nadie tenga en poco tu ancianidad, sino sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza... no descuides el don que hay en ti...”

“¿Te sientes demasiado mayor?”, recuerda la historia de Ethel, sus preciosos rosales y su clase de setenta universitarios chinos.