Breviario del sosiego/ 19

De cerca, de lejos: ver el Jardín y regarlo hasta el día de los Días.

Una sola Muerte es fuente de innumerables Revelaciones.

Si el Otro te importa más que tú: he ahí el genuino Amor.

En medio de la podredumbre de los pudientes, los empobrecidos siempre están crucificados. Aun así, saludan y comparten desde su Cruz.

“El sistema sanitario norteamericano no es viable en su actual diseño, y no sólo porque resulta inmoral que una sociedad desarrollada mantenga en el mayor de los desamparos a millones de ciudadanos a los que obliga a optar entre la pobreza o la salud, sino porque la voracidad de la mayoría de las compañías de seguros lo llevará inevitablemente al absurdo”. Cuidado con tirar piedras al escriba, que sólo ha transcrito el texto, y no de algún ¿caduco? panfleto, sino de reciente editorial de ABC (Madrid, 22-3-2010).

Hemos dejado de ver a las estrellas por los fuegos fatuos que nos consumen por el suelo, desviviéndonos.

Los buenos recuerdos ayudan a celebrar la Vida.

No todos los instantes son de Amor: hay impuros mediodías; hay ceniza en los espejos; hay renuncios a voces angélicas; hay lluvias de nostalgia; hay, en definitiva, fugas del corazón.

¿Qué legitimidad puede tener una economía que no busque establecer una sociedad más justa?

Hay falsedad en semejante gesto de empatía.

Ser inconformista, decir No, es absolutamente necesario en estos momentos de la Historia.

Ámame en la pobreza y en el destierro, y también cuando digo No y necesariamente me rebelo para que ningún fin justifique los medios. Ámame cuando te digo Sí y te convierto en Princesa que sube desde el desierto hasta mi selva. Ámame…

La mentira cada vez más nos arrincona. No oigas esa voz ni el sonido de ninguna caja registradora.

Criticas el uso del burka pero no dudas en acudir a la cirugía plástica. Hoy lo difícil es saber quién es quién.

La certeza más absoluta no puede ser la muerte.

El poder totalitario acaba doblegando y corrompiendo al hombre, instruido o no. La destrucción comienza con desmoralizarlo. El poder absoluto busca que todos seamos culpables.

En demasiada gente la autocrítica es una práctica que brilla por su ausencia.

Aunque las cosas vayan mal, enfréntate a las sombras, al dolor.

Era un sinpapeles, dormía en el parque, pasaba hambre. Es la historia de muchos miles. Pero personalicemos una: Alemayehu Bezabeh, un cristiano de Etiopía. Fue acogido por el cura Antonio Díaz, quien frustró su expulsión y pugnó por su nacionalidad. Hoy Alemayehu, Campeón de Europa de Cross, por España, dice: “Quiero devolver a España todo lo que me ha dado”.

¿Acaso no hay violencia y maldad en nosotros mismos cuando somos indiferentes al sufrimiento ajeno?

El egoísmo pervierte aún más la condición humana, pues permite que el hombre se estime autosuficiente, olvidando que hay muchos otros en torno suyo, otros que, en definitiva, estarán ahí para salvarle.

Hasta hace poco se miraba como parias a quienes integraban los movimientos antiglobalización. Ya sabemos que no estaban equivocados cuando se manifestaban contra las perversiones del sistema económico neoliberal. Ahora todo lo malo señalado está ocurriendo.

La gente de a ras de suelo es quien paga el exceso de los encumbrados, por ese desequilibrio que hace caer a los ricos siempre de pie. Sólo encuentro una excepción: el del Crucificado, puesto arriba para pagar el exceso de los de abajo.

Desenmascarar al culpable: ése ya es un buen castigo.