Las llamadas denominaciones históricas protestantes asentadas en México, en términos generales trazan sus orígenes con la llegada de los misioneros extranjeros a principios del último tercio del siglo XIX. Con frecuencia hacen aparecer a esos misioneros como llegando a un desierto, en que ellos y ellas se encontraron solos enfrentando un medio completamente adverso. Pero la realidad que muestran los datos es diferente. Aunque varios misioneros tuvieron frente a sí un clima sociocultural adverso, también existieron pequeñas redes favorables a la inserción de nuevas ideas y prácticas religiosas.
En el caso de México, de manera clara y con la consumación de la Independencia en 1821 la primera ola de liberales abogaron por la apertura del país al protestantismo. Lo hicieron distintos personajes y por variados motivos. Unos por entender que era una medida acorde al verdadero cristianismo, al que el catolicismo le había dado la espalda; otros arguyeron razones de progreso económico (al fomentar la inmigración de inversionistas de “países protestantes”); unos más defendieron que la vía de modernización del país necesariamente pasaba por separar al Estado de la Iglesia católica; y algunos pocos fueron movidos por su acendrado anticlericalismo católico.
Lo que inicialmente era una corriente con poco peso en las instancias de decisión política, hacia 1857-1860 se ve robustecida de tal manera que logra establecer en las leyes del país la libertad de credos y la separación Estado-Iglesia (católica). El nuevo entramado legal, ideológico y político favorece las tareas de los conversos al protestantismo. Una parte importante de esos conversos nunca tuvo ligas con los misioneros extranjeros, se convirtieron al cristianismo evangélico mediante el estudio personal de la Biblia. Sólo por citar dos casos muy importantes para los albores del protestantismo mexicano que corresponden a esta vertiente, mencionamos al ex sacerdote católico Manuel Aguas y a Arcadio Morales. Sobre ambos personajes hemos escrito antes en
Protestante Digital.
Otros conversos mediante el trabajo misionero extranjero llegan a dicha experiencia con un bagaje que les ha sensibilizado previamente y facilita la adopción del nuevo credo. No eran recipientes vacíos en los que pudiese verterse cualquier mensaje. El proceso de apertura social y política jugó a favor de personas en busca de nuevos referentes de identidad. Misioneros sensibles calibraron esas tendencias favorables y dejaron constancia de sus observaciones. Lo hizo el metodista William Butler, que llega a México en febrero de 1873, al escribir la obra
Mexico in Transition from The Power of Political Romanism to Civil and Religious Liberty.
Para entender el enraizamiento del protestantismo en México, y creo que en otros países de América Latina, es imprescindible clarificar la articulación esfuerzos misioneros exógenos con procesos favorables internos y personajes nacionales que se unieron a la tarea de difundir la nueva fe en nuestras tierras. No se trata de demeritar a los misioneros, sino de completar el cuadro y pintarlo con mayores detalles y colorido.
Por el alcance que tiene
Protestante Digital, que es leído en todos los países de habla castellana (y por quienes leen castellano en países de otras lenguas),
me atrevo a lanzar una “convocatoria”. El llamado consiste en que quienes en sus investigaciones coincidan, en sus países, con hallazgos similares a los míos en el caso mexicano, intercambiemos la información y de ser posible comprometernos a escribir una obra colectiva cuyo título tentativo pudiera ser Visión panorámica del protestantismo Iberoamericano.
El hipotético libro deberá contener un capítulo por cada país. Las partes integrantes de cada ensayo histórico pueden ser orígenes, desarrollo y estado actual del protestantismo.
Por las ventajas que nos dan los medios actuales a nuestro alcance, los interesados bien podemos tener una especie de seminario de investigación a distancia por alguno de los espacios cibernéticos disponibles. Podemos y debemos escribir nuestra propia historia, ya que por toda Iberoamérica hay investigadores protestantes capacitados para hacerlo muy bien.
Si nos unimos y llevamos a buen puerto, con el libro publicado, vamos a contribuir con datos contundentes que asesten un buen golpe metodológico a esa distorsión histórica que es la teoría de la conspiración, consistente en explicar la implantación del protestantismo en nuestras tierras por obra exclusiva de misioneros anglosajones que llegaron a comprar conciencias. ¿Qué opinan?
NOTA DE LA REDACCIÓN
Si no saben cómo contactar con Carlos Martínez García y desean hacerlo, pueden escribirle a [email protected], y nosotros le reenviaremos el correo-e.
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