Afirma con la verdad de tu palabra, sin armas en las manos.
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Cristo mío, ayúdame, ya no soporto oír las monsergas de quiénes dicen haber bebido el vino de tus llagas. Están como embalsamados ante el dolor de los ángeles involuntarios, de los nuevos crucificados, de los errantes que llegan. Cristo mío, hablan de la vida, pero se la niegan a los que sólo les queda la muerte.
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Y al extranjero no engañarás ni angustiarás, porque extranjeros fuisteis vosotros en la tierra de Egipto. (
Éxodo 22:21) ¿Debo seguir citando, sobre este dolor, versículos y más versículos de nuestra Biblia, tan llena de tales mandatos? ¿Qué está pasando en una España que mayoritariamente se dice cristiana, y que reza u ora (según su confesión o denominación). Unos políticos xenófobos destilan veneno contra los extranjeros indocumentados (como Jesús y sus padres) y los que deben cumplir la Ley de Dios guardan silencio cómplice u optan por apoyar abiertamente tales despropósitos:
Yo soy huésped tuyo, forastero como todos mis padres (
Salmo 39:12);
Cuando el extranjero morare con vosotros en vuestra tierra, no le oprimiréis. Como a un natural de vosotros tendréis al extranjero que more entre vosotros, y lo amarás como a ti mismo… (
Levítico 19:33-34).
Mi padre era un arameo errante (
Deuteronomio 26:5)… ¡Cuántas contiendas por unos agravios y ninguna manifestación por los más desfavorecidos! Por ahí una que otra voz solitaria clamando en el desierto. Por los inmigrantes, la cristiana voz del hermano Juan resuena fuerte, fuerte, fuerte… ¿Somos cristianos en todo o sólo en lo que nos interesa? .
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Sobre ti establecerán silencios y maquinaciones si osas desnudar burdas patrañas o la febril voracidad de los capos.
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Entregar el corazón no es extraño, si te llega el Amor.
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La poesía te permite comunicarte con los demás: tus vivencias no sólo sintonizan con tu espíritu sino que hablarán a algún lector lejano que se reconoce en lo pergeñado.
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Entre pugnas crece la existencia: hay seres sometidos por el miedo y otros de conducta abominable.
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Para ser escudero de sus afanes, pruébale tu bondad.
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Como otra miseria; así la corrupción que avanza con las fauces abiertas.
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Esta vida detenida, casi quieta, me retrae a la inmensa hamaca de la infancia, a verdes historias donde el río corre a contrasol.
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¡Cuánta necedad en los arrogantes desbienaventurados! .
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Que no choque un hueso con otro hueso, un alma con otra alma.
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Permite que en todo tu ser palpiten las emociones enlistadas por el cerebro. Así el alma leerá tu pensamiento y la sangre trotará a más velocidad para que consigas superar los tropiezos del mañana.
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Bordea al que te cree un extraviado. No tiene ni idea.
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La pereza del espíritu del hombre genera postizos ayes, cómodas aleluyas, neutralidades engañosas y dejadez ante las necesidades del otro. Con el ejemplo debe mostrarse lo aprendido.
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A cada dos pasos detente para borrar tus huellas. Te parecerá inusual, pero recuerda que sólo así acelerarás el lento cicatrizar de las heridas.
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Las cosas que suceden no siempre son las más hermosas.
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Por algún extraño mecanismo compensatorio, las limitaciones suelen estimular la creación.
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Ardo y digo ven, bajo la ternura de una vieja primavera.
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La rapiña de los encumbrados se avista en el espesor del albañal. Su rastro de fechorías viene de la estolidez: como ayer, como siempre. Se hacen gobernantes y ya parecen carne de presidio: trágico destino para pueblos saqueados, para niños con hambre… Luego, tales padres de la patria, no serán nadie y, agazapados, tratarán de huir con el botín. ¡Pobres seres que creyeron ser impunes!
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