Breviario del sosiego/8

Amada seas en mis trigales de junio, inclinando tus labios hacia esta boca despertadora de divinas turbulencias. Amada seas, mujer adherida a mi envejecer acostumbrado a destierros y a puertas extranjeras que no me disminuyen. Tu amor es la verdad que toca mi hombro.


Hablar de lo justo, de aquello que dignifique a todos los hombres.



No recibas monedas que tengan el cuño del latrocinio. Y, aunque en ciertas sociedades corruptas pareciera que esta mal visto, rechaza las sucias compensaciones que busquen desviar tu justo proceder. No, no todo es éxito y dinero en la vida del hombre. No todo es consumo desmedido que luego deja vacío el espíritu con sus placebos de embelezo.


Solo ante mi mujer. El deseo ya existe sobre la carne, mientras que el alma es intensamente irrepetible, de inmensidad a inmensidad la estela de sus viajes íntimos. Mujer, imperio de mi sobrevivencia.


(Homenaje a Rosalía) Sentirse extranjera en su amada patria. Profundo dolor. O también: Siempre llevan tus versos en su boca. ¡Ah, tus paisanos!


La verdadera cruz está en tu corazón, hombre sediento de Amor. Así ves el misterio de la muerte que te hizo nacer sabiendo las parábolas del reino. La cruz de Cristo es vida guiando tus pasos para que te detengas ante el sufrir de los demás. Dios está en la Palabra y en el abrazo al prójimo que conversa a solas. Su heredad es un milagro para acercarte a lo sagrado. La verdadera cruz está en tu corazón, de donde emana el remedio inextinguible. Camina, pues, ofreciendo bondad sin maquillaje.


Deja de perseguir séquitos.


El aderezo de los vientos trayendo incienso hasta mi lecho voraz con sábanas blancas sudadas bajo aquella armonía que adoptan los cuerpos elevados o encendidos.


Cicerón argumentaba que se debe buscar lo honesto por sí mismo y se debe huir de lo vergonzoso por sí mismo. Este criterio de la ética bien nos puede servir para trazar su connubio con la estética, máxime en estos tiempos donde los valores morales han decaído o alterado su poderosa dimensión orientadora de la caminata del hombre. No creo que deba disociarse el cometido de ambas; es más, estimo que el ideal sería que siempre vayan juntas.


Escalonados asombros se ordeñan mientras el Amor sucede en todas las esferas. Su presencia levanta un revuelo inaudito y hasta el viento se salpica un perfume que antes nunca había usado.


Un sinfin de pensamientos amartillan el cerebro mientras los ojos reciben torbellinos de pura vida o nobles formas con manos libres y frutos a punto de vendimia.


Si la arrogancia pareciera intacta en el proceder de ciertos personajes, quiera Dios que nunca se lancen a la mar ni manden sus hijos a otras tierras.


¡Afina tus ejemplos pues, en su preñez, darán sentido a la médula del mayor convicto: aquel que resultó el Elegido!


Si veis que las uvas agrias se fermentan, os ruego apartar los labios de su vino: no sea que la ponzoña del odio ingrávido embriague la conciencia de los que auxilian.


Ah, la primavera donde acantonamos los labios del encantamiento. Cada quien sabe alimentarse de flamas o de noches ensalibadas que nutren éxitos o fracasos; cada quien rebusca en los reductos de la traspasada imaginación. Ah, la primavera de las unánimes incandescencias.


Damas y caballeros, estrellas y flores: ¿qué tendría si sólo tuviese palacios y latifundios? Apenas mensurables son esos bienes si al atardecer no estoy recostado sobre el hombro amado. La vida verdadera no admite simulacros.


(Sobre la amistad) Esperamos que dulcemente suceda, que no pierda el tren ni se llene de telarañas, la amistad. Como profunda felicidad amparándose en tu corazón: así los impulsos, así los sentidos que tallan abrazos, que blindan ante mascaradas. Con esquirlas de afecto vas fundando señoríos de vida mejorada, palabras maduras convirtiéndose en soles inocentes, en signos de ilusión, en sangre fiel favorable al porvenir. No sabes qué es pero llega a tu ser, instalándose en silencio, fecundándolo, poniéndolo de rodillas... La amistad es un imán encantado donde dos se instalan (Para Miguel Elías).