Pero en medio de todas estas hermosas tarjetas de saludo, nos llama la atención una fotografía publicada, precisamente hoy, viernes 18 de diciembre de 2009 por “El Nuevo Herald” de Miami.
Muestra la fotografía a una mujer relativamente joven, desgreñada y vistiendo harapos que, sentada en un cerro de basura en medio de uno de los botaderos que de esos debe haber muchos en su país, se alimenta de los desperdicios que va encontrando. Puede ser su desayuno, su almuerzo, su cena. Para el caso, da lo mismo. Gente como ella seguramente ha perdido la noción de las tres comidas diarias a sus horas y prolijamente preparadas. Aquí no hay luces de colores, ni arbolitos cubiertos de regalos. Tampoco hay estrellas que parpadean alegremente. No hay mesas servidas con viandas exquisitas recién retiradas del horno y todavía humeantes. No hay niños ansiosos sentados sobre confortables alfombras mientras esperan la llegada de Santa Claus. No hay chimeneas donde los leños chisporrotean dando calor a toda la casa. No hay nada de eso. Aunque el texto que alguien escribió bajo la foto (*) dice que la mujer está estudiando para conseguir en el futuro un trabajo mejor, esa perspectiva, con todo lo válida que pudiera ser, pierde su brillo cuando pensamos que como ella hay millones de seres miserables para quienes la Navidad tal como nosotros la vivimos y disfrutamos, quizás nunca ha existido. Nosotros mismos nos declaramos incapaces de escapar del ambiente festivo e insensible donde celebra a todo dar el que tiene más y el que no tiene nada se conforma con seguir esperando un mañana mejor.
«Navidad, Navidad, hoy es Navidad/ Es un día de alegría y felicidad? Navidad, Navidad, hoy es Navidad/ Es un día de alegría y felicidad», cantamos en la iglesia mientras tratamos de ignorar a nuestro prójimo que, como Eliame, busca en los basureros algo para satisfacer su hambre endémica. Todo es alegría. Los villancicos llenan el aire y las tiendas… bueno… las tiendas… siguen esperando a los compradores que se resisten a entrar. Los comerciantes observan con desaliento cómo pasan los días y las estanterías siguen casi intactas. Los medios de comunicación se dedican casi por completo a llamar a la gente a comprar. Hay que activar las ventas; si no, se nos puede venir abajo todo el entarimado financiero sobre el que hemos venido construyendo, ilusoriamente, castillos de naipes. Como dijo Jorge Ramos en su último artículo publicado en el Herald, los que dicen que la crisis económica ya pasó trabajan en Wall Street.
De esta manera,
en medio de unas navidades opacadas por la crisis del sistema que, para ser honestos, lejos de terminar aumenta más cada día, nos acercamos al final del año 2009. Año que, si no viene un 2010 peor, habrá de recordarse como negro, injusto y revelador de la realidad incuestionable que un sistema económico ha iniciado una caída de tirabuzón de la cual quizás no consiga salir.
Es probable que, como ocurre cuando hay un terremoto y todo el mundo corre a refugiarse en los templos golpeándose el pecho y clamando por misericordia, estas Navidades, pobres y tristes como quizás no ha habido otras, nos lleven a un reencuentro con Cristo, no solo el del pesebre de Belén sino el de la cruz del Calvario, para que busquemos en Él la paz y el gozo auténtico que las cosas compradas con dinero no nos pueden dar.
Uno de estos días, lo vimos por la Televisión Nacional de Chile, precisamente a menos de una semana después de haberse efectuado las elecciones presidenciales en nuestro país, Televisión Nacional ofreció un reportaje insólito. Insólito si no estuviéramos ya acostumbrados a ver estas y otras cosas peores. Los grandes empresarios, dueños de tiendas y supermercados (que seguramente son simpatizantes declarados del candidato que triunfó en la primera vuelta y a quienes este empresario metido a político representa sin tapujos ni cortapisas) cobran a estudiantes universitarios por darles trabajo ocasional. Sí. Leyó bien. Los estudiantes universitarios que buscan trabajo por algunas horas o en tiempo de vacaciones, deben pagarles a los negocios que los contratan.
Navidad/ Navidad/ Hoy es Navidad
Es un día de alegría y felicidad
“Saldrá una vara del tronco de Isaí, y un vástago retoñará de sus raíces. Y reposará sobre él el Espíritu del Señor; espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de poder, espíritu de conocimiento y de temor de Jehová. Y le hará entender diligentemente en el temor del Señor. No juzgará según la vista de sus ojos, ni argüirá por lo que oigan sus oídos; sino que juzgará con justicia a los pobres, y argüirá con equidad por los mansos de la tierra; y herirá la tierra con la vara de su boca, y con el espíritu de sus labios matará al impío. Y será la justicia cinto de sus lomos y la fidelidad ceñidor de su cintura. Morará el lobo con el cordero, y el leopardo con el cabrito se acostará; el becerro y el león y la bestia doméstica andarán juntos, y un niño los pastoreará. La vaca y la osa pacerán, sus crías se echarán juntas; y el león como el buey comerá paja. Y el niño de pecho jugará sobre la cueva del áspid, y el recién destetado extenderá su mano sobre la caverna de la víbora. No harán mal ni dañarán en todo mi santo monte; porque la tierra será llena del conocimiento del Señor, como las aguas cubren el mar” (
Isaías 11:1-9).
«El que da testimonio de estas cosas dice: Ciertamente vengo en breve. Amén; sí, ven, Señor Jesús» (
Apocalipsis 22.20)
(*) Este es el texto completo debajo de la foto a que hacemos referencia más arriba: Eliame Pereira, una mujer de 43 años come del vertedero de Jardim Gramacho en Brasil. Siguiendo los pasos de su madre, Eliame recoge material reciclable de las montañas de basura que vende por unos 17 dólares diarios y por la noche recibe clases para aprender a leer y escribir con la esperanza de conseguir un trabajo mejor algún día. Jardim Gramacho procesa 9 mil libras de basura al día procedente de Río de Janeiro y se considera el mayor vertedero al aire libre de América Latina. Como ya ha rebasado su capacidad se ha programado su cierre para el 2012. Los más de mil recogedores de basura como Eliame perderían su trabajo y en el horizonte no aparecen otras opciones de ganarse la vida.
¡Feliz Navidad para todos!
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