Con el párrafo anterior inicie un artículo periodístico para
La Jornada, y publicado el 19 de diciembre de 2007, tres días antes de que se cumpliera una década de la masacre. Pero no era la primera vez que yo me refería a que estaban encarcelados indígenas presbiterianos que no habían participado en el horrible asesinato colectivo(1), donde perecieron 45 personas: nueve varones, quince niños, 21 mujeres (cuatro de ellas con embarazo de entre 10 semanas a cinco meses).
Conforme fui adentrándome en el conocimiento de los entretelones del violento ataque que tuvo lugar en Acteal, supe de primera mano, por los líderes y familiares de la cincuentena de presbiterianos presos por su presunta participación en los asesinatos, que se estaba cometiendo una injusticia contra indígenas pobres y, por lo mismo, carentes de recursos para sostener la defensa legal de su causa. En distintos foros di a conocer las tajantes evidencias que señalaban la no culpabilidad de los presbiterianos encarcelados.
No faltaron quienes dijeron que yo los defendía por mi identificación confesional con ellos, por compartir la fe cristiana evangélica. Por mi parte siempre he argumentado que mi defensa hacia ellos no es porque sean presbiterianos, sino porque nada tuvieron que ver en el ataque armado que cortó de tajo las vidas de 45 indígenas, tan pobres y marginados como los presbiterianos acusados. Mala, muy mala opción habría sido hacer una defensa de los indígenas protestantes nada más por compartir con ellos la misma identidad religiosa.
Mi artículo de diciembre de 2007 tuvo distintas respuestas y comentarios. Entonces recibí un correo electrónico de alguien a quien estimo en gran manera. Hoy traigo a este espacio lo que entonces le respondí, en razón de que la Suprema Corte de Justicia de la Nación determinó que les asiste la razón a quienes se ampararon contra las condenas judiciales que les declararon culpables por haber participado en la masacre de Acteal. El pasado 13 de agosto fueron liberados 20 de los que estaban encarcelados, y en los próximos días se espera el mismo destino para otros 30.
Lo que en adelante reproduzco sintetiza mi postura sobre el caso.
Pero antes de hacerlo reitero que los verdaderos culpables, quienes gestaron el festín sangriento de Acteal, deben enfrentar las consecuencias morales, legales y judiciales de sus actos.
“Agradezco profundamente tu correo. Te reitero mi estima. Paso a comentarte que yo difiero absolutamente tanto de la posición política, como de las alianzas hechas por Hugo Eric Flores Cervantes(2) con el conservadurismo panista.(3)
Por otra parte, el artículo “Los presbiterianos y la matanza de Acteal” es una versión corta de
un trabajo más extenso, del cual te anexo copia(4). En éste dejo constancia de que mi
convicción sobre la inocencia de algunos evangélicos presos por los sucesos de Acteal data de los primeros días posteriores a la masacre. Como te darás cuenta, en la versión extensa de mi escrito para nada hago referencia a los “hallazgos” de Hugo Eric. Se puede, perfectamente, alegar la inocencia de un buen número de presbiterianos sin adoptar la teoría del enfrentamiento sostenida por Hugo Eric y otros.
La alianza de Hugo Eric con Felipe Calderón ha sido presentada por el primero de tal manera que pareciera cuenta con amplio respaldo entre los liderazgos nacionales y regionales evangélicos. Tal aseveración es falsa. Yo personalmente le manifesté mi desacuerdo con la creación de su movimiento (Partido Encuentro Social, PES), y su pretensión de hacer alianzas pragmáticas con adversarios ideológicos del cristianismo evangélico mexicano.
El reclamo presbiteriano porque no se culpabilizara a varios de los suyos por una participación criminal de la que no formaron parte, es muy anterior a los esfuerzos de Hugo Eric. Si éste último ha logrado que públicamente se tenga la percepción de que él es la voz y dirigente evangélico por la reapertura del caso Acteal, se debe más a su sagacidad y difusión mediática que a una representatividad de la que carece entre los evangélicos. Cuando la instancia máxima de la Iglesia Nacional Presbiteriana de México me solicitó mi opinión, yo expresé que debía deslindarse de los intentos y ópticas de Hugo Eric. Dije que él tiene una agenda política que debe ser ajena a la Iglesia presbiteriana, la cual por su naturaleza es plural y contraria a esfuerzos corporativistas. Como nota adicional cabe mencionar que Hugo Eric no es presbiteriano. Es integrante de un grupo neoevengélico, muy cercano a eso que denominan “teología de la prosperidad”
Desde un principio el liderazgo presbiteriano sostuvo que un alto número de sus correligionarios apresados eran inocentes. Casi nadie les hizo caso. Acudieron a varias instancias, entre ellas el Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de Las Casas y la Comisión Nacional de los Derechos Humanos. Lo hicieron por sí mismos, sin la intencionalidad política que sí tiene Hugo Eric.
Es pertinente, en el caso Acteal, el tópico de la adscripción religiosa de las víctimas y un buen número de los señalados como victimarios, en tanto al principio, como señaló el subcomandante Marcos del Ejército Zapatista de Liberación Nacional(5),
todo apuntaba a que los atacantes eran católicos tradicionalistas y después resultaron culpabilizados unos cuarenta presbiterianos. En la identificación de éstos como partícipes hubo muchas irregularidades, graves faltas en el proceso judicial.
Coincidir en tal afirmación con ellos, para nada implica buscar impunidad en un hecho tan reprobable como lo fue la matanza de Acteal. Que paguen los culpables, quienes tramaron el dantesco episodio, los auténticos actores materiales y los intelectuales. Pero no varios de quienes han demostrado que el 22 de diciembre de 1997 estaban en otro lugar, no en Acteal”.
MÁS INFORMACIÓN
Pueden leer aquí la noticia
Corte Suprema de México libera indígenas evangélicos, injustamente presos 11 años por la masacre de Acteal en Protestate Digital.
1) Con el título “Acteal y las diferencias religiosas”, publiqué en La Jornada (3 de enero de 1998) un primer acercamiento al tema, donde subrayé la declaración de Marcos, en el sentido de que los asesinos eran católicos tradicionalistas opuestos a las bases zapatistas.
2) Dirigente de la Asociación Política Nacional Encuentro Social, y que aspira a ser un partido político de “inspiración evangélica”.
3) Se trata de la opción representada por el Partido Acción Nacional, actualmente en el poder en México.
4) El escrito fue publicado en Protestante Digital, en diciembre de 2007. Debo aclarar que a la versión de PD le hice más tarde correcciones y adiciones. Próximamente saldrá un libro de mi autoría que incluye el trabajo.
5) Comunicado fechado el 26 de diciembre de 1997, y publicado en distintos medios periodísticos mexicanos.
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