Nos gustaría hacer una reflexión en torno a la relación de pareja y mencionar algunas de las causas que entendemos contribuyen al fracaso de la misma.
En primer lugar consideramos que el matrimonio como institución no esta en crisis, lo que está en crisis son las personas que conforman el matrimonio. El matrimonio no ha fracasado, más bien lo que es un fracaso es la incapacidad de cada cónyuge en adaptarse al matrimonio.
El matrimonio se asemeja a un equipo de fútbol, una empresa, o un partido político; si cada uno de los miembros que componen dichas organizaciones no trabajan para el bien del colectivo, éste acabará por dividirse y fracturarse. Esto lo sabe bien casi todo el mundo, y por ello muchos se esfuerzan por su club, sus negocios, su ideología... pero no lo aplican al matrimonio, ni se esfuerzan por el mismo.
Se sabe que el éxito de un equipo exige
compromiso, pero lamentablemente en esta sociedad de mentalidad tan fluctuante, los compromisos se hacen por conveniencia. “Si me va bien y el otro se adapta a mis necesidades continuaremos adelante”. La celebre frase de “hasta que la muerte nos separe” ha dado paso a la frase “hasta que los rollos nos separen”
El éxito de un equipo exige
fidelidad, pero hoy en día la fidelidad brilla por su ausencia; el tener una “aventurilla amorosa” fuera del matrimonio está de moda. El flirtear con otras mujeres u hombres no es malo, hay que ser majos y agradables. Muchos dicen que es bueno romper la monotonía de tu pareja y buscar nuevas conquistas reales o virtuales que proporcionen disfrute a la vida.
El éxito de un equipo exige
saber sufrir, pero la gente se ha vuelto cada vez más hedonista. Hay menos capacidad de sufrimiento, aguantan al otro cada vez menos, y a las primeras de cambio, se separan generalmente por cuestiones egoístas.
El éxito de un equipo pasa por la
responsabilidad, pero frecuentemente abunda en el entorno familiar la irresponsabilidad de cada cónyuge. Demasiadas horas de trabajo, fútbol, ocio, fiestas, diversión... y poco tiempo para estar en intimidad con la pareja o pasar tiempo de calidad con los hijos dándoles la atención y la educación que merecen.
El éxito del equipo demanda el cumplimiento de unas
reglas morales y éticas de comportamiento, sin embargo la sociedad actual esta inmersa en un progresivo declive moral que degrada a la persona y la envuelve en una ética relativista que trae confusión. Hoy en día el cine y la TV hacen apologética de lo inmoral: sexo ilícito, engaños conyugales, sensualidad, violencia oral y física, educación permisiva a los hijos...
El éxito de un equipo tiene como pilar fundamental el amor expresado en
servir y trabajar desinteresadamente en beneficio del colectivo, tratando de comprender la postura del otro, perdonando las mutuas ofensas, y cediendo de vez en cuando a los caprichos personales; pero vemos que abunda el individualismo y el independentismo de cada cual, los cuales echan a perder la felicidad de la pareja.
Como colofón final hay que decir que tener a Dios en el centro del matrimonio es la clave para lograr un mayor éxito. Si en organizaciones humanas se exige y se pide, un buen entrenador, un buen presidente, o un líder carismático para dirigir sabiamente al equipo y llevarlo a los mejores logros, ¿por qué la sociedad moderna no se da cuenta que para el éxito del matrimonio se necesita el gobierno y el liderazgo de Dios?
Cuando ambos cónyuges se convierten al Jesús de los evangelios y se dejan contagiar por su Espíritu y por las enseñanzas de la Biblia, van poco a poco poniendo las bases para un matrimonio estable y dichoso; un matrimonio que en vez de parecer un infierno parezca un cachito de cielo sobre la tierra.
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