No tengo nada en contra de los platos de judías, es más, me encantan y... por si alguien lo duda, también las se cocinar. Pero aquella frase absolutamente ofensiva, para las que no somos como su mujer, se me clavó en el alma.
En otra ocasión, érase que se era un hombre joven, con toda la fuerza de la juventud, pero con la misma tozudez de un muchachito. Este me dijo: “En esta iglesia no hay reuniones de mujeres y..... cuando están juntas, un salmito, una oración y nada más. La mujer no está en capacidad ni en autorización bíblica para nada más”. Intenté razonar con él, pero fue como darme golpes contra la pared.
Pasando, pasando el tiempo.... érase otra vez un señor no de mucha altura física, pero con una voz potente. Íbamos de viaje juntos y conversando, conversando me dijo: “
Si en una revista yo encuentro un artículo escrito por una mujer, paso página y no lo leo, a mi una mujer no tiene nada que enseñarme”. Si queréis que os diga la verdad, esa barbaridad venida de la boca de aquel personaje, me indignó profundamente, no me lo podía creer, pero ni me molesté en contestar.
Estos tres relatos son absolutamente reales, pero a estas alturas ya no me molestan para nada, es más, Dios se ha encargado de poner a estos tres señores en su lugar. Lo que si os aseguro es que desde entonces y hasta hace tan sólo un par de días, he tenido que escuchar por detrás y por delante, a la cara y a la espalda, toda clase de barbaridades, insultos, injurias y “...toda clase de mal, contra mi, mintiendo” y..... simplemente …..estoy harta!!...harta!!...más que harta!! de que me quiten la piel a tiras, de ser el centro de muchas conversaciones y de ver como unos cuantos quisieran averiguar los centímetros de mis tacones, la talla de mis vestidos y el número de tono de mis mechas, simplemente para quitarme más a gusto la piel.
Y desde aquí protesto, protesto por la falta de educación, por la falta de ética y -sobre todo- por la falta de amor cristiano que, entre algunos y algunas, brilla por su ausencia.
Parece que a unos cuantos se les ha olvidado aquello de “En Cristo Jesús ya no hay varón ni mujer.....” o aquello de que El Espíritu reparte dones con liberalidad ( y no veo excluidas por ninguna parte a las mujeres).
Otros se olvidan de Déborah, escogida por Dios mismo para un ministerio de tanta altura como el de ser juez en Israel. También se olvidan de Hulda la profetisa, a consecuencia de sus palabras, cambió para bien la dirección del pueblo de Israel. Se me olvidaba!!. Miriam quien ya mostró sus dotes de inteligencia y liderazgo cuando habló, a las orillas del Nilo, con la hija de Faraón.
Y... qué me decís de Priscila??...adoctrinando a todo un Apolos, no me imagino a Priscila contentándose con servir las pastas y el café.... o, tal vez, cocinando platos de judías mientras Pablo y Aquila hablaban asuntos de hombres en la salita.
Os acordáis de la preciosa Amy Carmichel, quién con aquel pelo moreno considerado una rareza entre su familia de origen, fue confundida con los nativos y pudo así salvar a tantos y tantos hindúes??....
O Mary Slessor, quién sería conocida por su grande obra en África, como la reina blanca del Calabar??...
Y Catherine Booth, quién luchó -codo a codo- con su esposo William, llegando, ella sola, hasta la reina Victoria para que le diera permiso para hablar en público,cosa prohibida en aquel tiempo, y comenzar la magnífica obra del Ejército de Salvación.??..
O, es que algunas tienen licencia por pertenecer a la historia bíblica y otras por ser extranjeras??....... Pues yo soy nacional y soy mujer........y qué??
Pues si, señores míos, estoy harta, estoy aburrida; peor aun, estoy muy dolida a causa de ciertas actitudes machistas y “talibanescas,” que no tienen cabida dentro del pueblo de Dios y pido, de una vez por todas, que me dejen vivir en paz y poder así cumplir el ministerio que el Señor me encomendó.
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