`Saber vivir´ sin Torreiglesias

Así, Torreiglesias siempre ha equivalido para mí a BRONCAS (habituales hacia sus colaboradores, regidores y hasta oyentes duros de oído) y a SESIÓN DE HIPOCONDRÍA asegurada. Para alguien como yo que empalidece (más si cabe) ante la visión (de hecho, no suelo verla) de una aguja, con asistir a cinco minutos de Saber vivir, a uno le duele inmediatamente el hígado, la tiroides se pone a bailar samba, el colesterol reboza en plan estucado todas las arterias y ese lunar hasta simpático que está ahí de toda la vida se convierte en un cáncer terminal.

Sin olvidar que en las 24 horas del día se nos acumula el trabajo por culpa de los deberes del programa: aparte de los dos litros de agua, las cinco piezas de fruta, los 100 gramos de verdura, el pescado azul y el vasito de vino tinto, hay que organizarse para ir un día a la revisión del dentista, otro al otorrino, otro al internista, otro para un chequeo médico general (donde siempre encuentran algo, como cuando se va al mecánico y acabas aflojando 300 euros ante la amenaza de derrapar en la primera curva por culpa de esos neumáticos sin dibujo, qué hay que ver como los llevas, que así es muy peligroso circular, buf!!), otro para…basta!!! Torreiglesias y su troupe meten miedo, aunque la alternativa en otras cadenas a la misma hora se basa en esos clónicos magacines pseudo rosas (lo de pseudo no sé por qué lo he puesto) de anarosas, grisus y compañía.

Los jubilados que patrullan la ciudad al mediodía esperando la ansiada hora de comer suelen intercambiar en los bancos de los parques y los miradores de las obras experiencias sobre dolencias, enfermedades, operaciones, médicos y yo tenía un amigo que empezó igual y a los cuatro días lo enterrábamos. Eso sí, esos debates se completan hoy día con recomendaciones de complejos vitamínicos, de pastillitas amarillas, blancas o mitad y mitad (como el helado de corte de nata y fresa) gracias al bombardeo informativo de Saber vivir.

La única excepción a esa hipocondría en el programa la he encontrado en la colaboración de la nutricionista Maria Josep Rosselló (también despedida, por cierto), una verdadera maestra en el arte de vincular alimentación y salud de una forma amable y afable. Pero Torreiglesias no es amable. Ni afable. Suele tratar a los televidentes con un paternalismo que provoca escalofríos, aunque su reciente salida de la sagrada casa pública hispana ha estado provocada por una grave acusación, por parte de TVE, de emitir publicidad durante el programa a espaldas del departamento comercial de la santa sede catódica.

En distintos comunicados, TVE habla de “irregularidades”, mientras el propio Torreiglesias replicó diciendo que “no he cobrado ni un euro que no haya pasado por la taquilla de TVE”, tal como recogió la agencia EFE. Así, TVE cesó a Torreiglesias como director y presentador del espacio (poniendo en su lugar al, hasta ahora colaborador, doctor Luís Gutiérrez) por infringir “en varias ocasiones” los requisitos incluidos en la emisión de contenidos comerciales, tal como reveló una investigación del área jurídica de RTVE.

El ente público señaló que “la dirección de TVE no puede tolerar esas prácticas ajenas al buen gobierno de la Corporación y prohibidas explícitamente en el contrato suscrito, por lo que este debe ser rescindido”. Las mismas fuentes señalaron a la agencia de noticias que Torreiglesias había publicitado, por su cuenta, productos citando su marca e incluso llevando al programa a representantes de determinadas empresas. TVE incluso comenta el caso de la emisión de un anuncio completo de una marca de refrescos a espaldas del departamento comercial.

El presentador, en cambio, ofreció una rueda de prensa en la que aseguró tener la conciencia “muy tranquila” tras su despido, añadiendo que no ha firmado ningún contrato al margen de TVE. En su comparecencia, Torreiglesias se negó a responder ninguna pregunta (algo que no juega mucho a su favor), aunque sí que quiso dejar claro que no había incumplido las normas de emisión publicitarias de la cadena. Torreiglesias, ¡que lleva 44 años trabajando en RTVE!, insistió en que "jamás" se ha llevado dinero “que haya pasado por las taquillas" de TVE. Además, resaltó que "todos los microespacios del programa han sido amparados, autorizados y firmados por la dirección comercial de la cadena".

Torreiglesias, gallego y nacido hace 68 años, entró en TVE en 1964 como ayudante de realización del histórico concurso Cesta y puntos. Diez años más tarde, ya dirige y presenta un programa que trataba temas médicos y daba consejos sobre salud y calidad de vida (Escuela de salud, en antena desde 1974 hasta 1977). En los años 90 presentó Boa Saúde (Buena Salud) en Televisión de Galicia, para iniciar en 1997 el camino de Saber vivir que, ahora, ha tenido que abandonar.

No entraremos en juicios paralelos, pero la realidad es que la acusación por parte de TVE es grave y pone encima de la mesa los límites de la publicidad, y más en la televisión pública que aspira, precisamente, a eliminarla.

Torreiglesias, alrededor del programa, ha sabido crear una particular máquina de dinero con la creación de productos paralelos, como revistas y libros, aunque eso no infringe ninguna ley. Lo que ha mosqueado a RTVE es la publicidad directa y sin contrato con el medio que Torreiglesias (siempre según la cadena pública) ha llevado a cabo en las emisiones del programa. Pero repito, no es este el lugar para juzgar esta presunta actuación. Y sobre la calidad del programa, pues reitero: mucha bronca y demasiada hipocondría, por lo que el mejor consejo de salud es más que evidente: por la mañana, ¡no enciendan el televisor!