Desde que la música se convirtió en
Pop, la ´literatura musical´ pasó a ser esencial. ´Billboard´, ´Alternative Press´, ´Rolling Stone´, ´NME´, ´Q Magazine´, ´Uncut´, ´The Wire´, entre otras cientos de publicaciones, tienen equipos de periodistas (y sobretodo, colaboradores) que tienen como objetivo intentar poner sobre papel o
html la música que suena a través de los cascos conectados al ordenador de la redacción, desde la que critican las últimas novedades.
Si estas revistas desaparecieran, y los blogs dejaran de tener fans con ilusión por expresar
como consiguieron sus entradas, si en Facebook no hubiera tiras de comentarios en las
fan pages, si en los
foros (cada vez menos, es verdad, pero ahí están) no se discutiera acaloradamente sobre
qué disco marca el hito en la carrera musical de este u otro grupo, si dejaran de existir webs dedicadas a
dar a conocer a grupos especiales, o no hubiera gente apasionada por acercarse a los
músicos de formas rompedoras; si no existieran todas las palabras que se amontonan en estos sitios, la música seguiría sonando, pero muy pocos la escucharían.
Hay una teoría que se discute en las Facultades de Comunicación, que dice algo así como que si un árbol cae en medio de una selva, pero no hay nadie cerca para oírlo, ése árbol, en la práctica, no ha hecho ningún ruido. En otras palabras, si sucede algo (por muy bello o espectacular que sea) pero no hay nadie ahí para comunicarlo, ese hecho tiene el mismo impacto como si no hubiera sucedido. La teoría se puede aplicar a cualquier cosa. ¿Que haría el Barça sin el diario ´Sport´ o el Real Madrid sin ´Marca´? ¿Ganaría elecciones el PSOE o el PP si no existieran diarios (o radios, o televisiones, páginas web, que también utilizan palabras)?
La música actual no es una excepción. Desde lo más alternativo a lo más comercial, es igual de
pop que el deporte y la política. Porque busca ser escuchada y comentada en la cultura popular. Y es verdad, no hay que reducir el argumento hasta lo simplista, porque una canción puede ser interpretada sin necesidad de que alguien la reseñe. Pero hoy en día, el 90% de la música no puede desligarse de quienes la comunican a otros por medios que no son la música misma.
Aunque se dedique a hacer electrónica vanguardista o Hip Hop underground, el artista buscará que palabras de terceros comenten su música. A lo mejor quiere mantener la ´pureza´ de la música ignorando la posibilidad de sonar por los ´40 Principales´. Pero ahí están también las publicaciones del subgénero, las de diseño, en las que el músico
no comercial sí que acepta (y desea) ser tema de conversación.
Y bien, en un último plano, el argumento de Zappa también queda flojo en un terreno mucho menos abstracto. Para un aficionado a la música es un placer el sentarse en la biblioteca pública del barrio, y abrir una ´RockdeLux´ o una ´Enderrock´ (o cualquier otra revista de 7 o más Euros). Hojear las primeras páginas y detenerse en la sección de Críticas Musicales.
Es puro disfrute leer como otros “hablan de música”, de ese nuevo grupo del que te había hablado un amigo, o del que escuchaste una canción en alguna gasolinera, mientras repostabas. Y es aún mejor cuando llevas contigo papel y bolígrafo, y mientras lees el magazine, te dedicas a copiar nombres y títulos, para correr después a casa y buscar en ´Myspace´ a ese grupo islandés del que han escrito que transmite esas sensaciones especiales, o ver en ´Vimeo´ la actuación del cantante folk del cual el artículo elogiaba esa actuación en un pequeño pub de Madrid. O ya que ahora es posible, escuchar el disco entero (¡legalmente!) de cualquiera de ellos, en ´Spotify´.
La música fue creada para comunicar, pero también para ser comunicada. Así que hablar, leer y escuchar sobre ella no es un sinsentido. Al revés, hablar de música es algo que la hace crecer y aumenta su valor.
Lo siento, Zappa, el baile seguramente no puede aportar tanto a la arquitectura.
Escrito por
Joel Forster
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