Esta misma semana hemos vivido un
fake televisivo antológico, en el que los dirigentes de una cutre cadena como es Intereconomía TV han picado de todas todas, sin tan siquiera comprobar el origen de unas imágenes que olían a fraude. No es ninguna novedad el pique existente entre La Sexta (a la que Intereconomía acusa de ser la tele de Zapatero, con todos esos tópicos tan cansinos de rojillos, falsos progres y bla, bla, bla) e Intereconomía (a la que la cadena presidida por Milikito cuelga todos esos tópicos de ultraderechista, carca, pepera radical y bla, bla, bla), pero
la gran jugada la orquestaron El Gran Wyoming y los suyos (desde el programa El Intermedio), al conseguir que el programa Más se perdió en Cuba (no se pierdan algún día las lindezas que sueltan en su tertulia monocolor) emitiera un video en el que se veía al mismo Wyoming pegando una bronca descomunal a una becaria que había osado interrumpir un ensayo del programa.
Las imágenes, grabadas con un teléfono móvil, llegaron vía correo electrónico a Intereconomía con un escueto mensaje sobre la forma que el presentador tiene de tratar a sus empleados. Y los nostálgicos de Cuba, pues que ni comprobar el origen, ni intentar confirmar la veracidad del video, ni nada de nada, directos a la yugular.
O sea, pura ingenuidad y falta de profesionalidad, ya que
La Sexta mostró a posteriori la trama de su montaje, con la totalidad del video, en el que la misma becaria (que ni tan sólo lo es, ya que lleva cuatro años trabajando en el programa) aparecía al final con un cartel que decía: “Os la hemos colado”. A toro pasado, puede sonar pretencioso decir eso de “Yo ya lo sabía, que era falso”, pero es que era casi una evidencia. O, al menos, tenía que sembrar muchas dudas la generosidad de algún empleado de La Sexta para con los señores de la gomina, lo exagerado de la situación (el dramatismo y los gritos de Wyoming son puro método Stanislavsky) y los antecedentes de
la misma cadena, que desde el programa Salvados, dirigido por Jordi Évole (alias El Follonero) ya había perpetrado otro fake antológico que coló en varios programas, como fue el de la señora que había perdido un boleto premiado con el Gordo de la Lotería de Navidad por haberlo metido en la lavadora.
La Sexta es una cadena llena de socarrones, con (hoy día) algunos de los mejores especialistas en darle la vuelta a las historias, como los mismos Évole y Wyoming, así como la troupe de Buenafuente y la de
Sé lo que hicisteis, que incluso salen reforzados con el reciente estreno en Cuatro de la versión hispana del clásico Saturday Night Live (ya amenazo con artículo sobre el tema la semana que viene), malo, malo, malo.
La adulta esfera mediática, pues, conoce la pillería de los niños de La Sexta, pero los intereconómicos, cegados por sus ansias vampíricas, cayeron de cuatro patas en la emboscada.
El debate, lógicamente, se centraría en donde están los límites, en si utilizar imágenes o situaciones falsas para hacerlas pasar por verdaderas es ético o no. En este caso, aun considerando más el video como una provocación o una gamberrada que no una falta de ética, habrá quien afirme que se ha rozado ese límite, aunque en mi caso creo que el ridículo más grande lo han hecho los intereconómicos, que han quedado bien retratados con sus reiterados insultos y malos modales hacia Wyoming y su equipo, a los que, antes y después del video, han calificado con palabras que prefiero no reproducir aquí. Para rizar el rizo, después de haber hecho el ridículo más espantoso, el director de Intereconomía TV, Xavier Horcajo, aun tuvo el valor de afirmar que emitieron el video porque, al considerar a Wyoming casi un delincuente, creían que era capaz de eso y más (por cierto, en Youtube pueden recrearse con el nacimiento de toda esta historia y sus repercusiones).
Pero volvamos a los conceptos del inicio:
Fake = montaje, normalmente fotográfico o de video.
Hoax = bulo, noticia falsa, intento de hacer creer a un grupo de personas que algo falso es real.
O sea, en el caso del video de la becaria, estaríamos hablando de un
fake con vocación de
hoax.
Pero seamos sinceros: ahora podemos reírnos de los de Intereconomía, pero ¿somos conscientes que, a diario, somos víctimas de hoax a través de internet y seguimos cayendo en ellos? Me refiero a los engaños masivos que, de forma reiterada, recibimos en nuestro correo electrónico, engaños que se van pasando en cadena con contenidos que pueden alertar de un virus destructivo (uno de esos que si lo abres te borra el disco duro, te vacía la cartera y te rompe la Thermomix, vaya, además de rayarte el suelo), de la posibilidad que Microsoft te ingrese miles de dólares si no rompes la cadena (¿todavía seguimos picando con eso tan viejo de la carta y la peseta y la mala suerte?) o de la enfermedad o la desaparición de un niño en Philadelphia o Kuala Lumpur (son los que cuestan más de romper, ya que provocan la lástima del receptor, pero tengámoslo claro: el 99,9%, falsos).
O sea, correos de esos que reenviamos “por si acaso”, con lo que conseguimos engordar las bases de datos de quien se dedica a recoger direcciones para inundar de
spams (publicidad no deseada) o, como mínimo, la autoestima de quien ha creado el artefacto y ve como se expande alrededor del mundo como una balsa de aceite. Otros correos, sin llegar a ser
hoax (no son bulos, vaya) tienen los mismos objetivos: hablo de los correos pelmazos que adjuntan un bonito (?)
power point plagado de florecitas, paisajes nevados, icebergs, tormentas eléctricas, gatitos disfrazados o bebés metidos en una maceta y vestidos de repollo, todo amenizado con música (de John Lennon o de Enya, básicamente, sin olvidar el
What a wonderful world), con un poema de Rabrindanath Tagore o con un texto de redacción de primaria sobre lo bonita que es la vida, el amor de una madre o la valentía de un niño que salvó a un delfín. Pues nosotros, como Intereconomía, seguimos picando, y perdiendo el tiempo, y reenviando. Todos nos hemos preguntado: ¿Quién tiene tiempo para hacer estos videos? Respuesta: en muchos casos, empresas que se dedican a vender bases de datos y apelan a nuestra sensiblería para conseguirlo. El problema es que estos correos nos hacen perder tiempo, saturan los servidores, facilitan los futuros envíos de publicidad basura y, lo más importante, van minando la credibilidad de otras posibles cadenas que sí que sean reales.
Unificando de nuevo el concepto
hoax con
la jugarreta de Wyoming, resulta que por la red se han divulgado miles de falsas noticias que, a fuerza de moverse, se han llegado a publicar o difundir como ciertas en varios medios de comunicación. Volvemos, pues, a las viejas leyendas urbanas que, con las nuevas tecnologías, se han visto reforzadas.
¿Algunos ejemplos?
Se llegó a decir que el músico Melendi estaba en la cárcel por tráfico de drogas, y que sólo salía para los conciertos. Falso.
¿Quién no ha leído un supuesto último poema de Gabriel García Márquez, ya en su lecho de muerte? Pues eso, falso.
¿Y qué me dicen del romance de José María Aznar con la actriz Cayetana Guillén-Cuervo? ¿O la vinculación del grupo La Oreja de Van Gogh con ETA?
¿O el pecho siliconado que, en pleno vuelo, le explotó a Ana Obregón? ¿O que el Rey socorrió a un motorista en la carretera?
Todos falsos, claro.
Lo cierto es que hay quien pretende utilizar este sistema no para un beneficio personal, sino para avergonzar a otro sobre sus acciones (el caso de La Sexta) o incluso para provocar una reflexión, para llamar la atención sobre alguna cuestión.
Sea como sea, lo que siempre se consigue es demostrar la ingenuidad y la credulidad de personas, empresas y medios de comunicación.
Otros casos de
fakes curiosos nacen de
montajes fotográficos que han llegado a publicarse o divulgarse como ciertos. ¿Les suena extraño? Levanten la mano cuantos han visto alguna vez alguna de las siguientes imágenes (forman parte de un listado que el diario
Daily Telegraph hizo sobre los mejores
fakes fotográficos de los últimos años).Eso sí, que la mantengan levantada los que las dieron por buenas (yo ya la mantengo, que la de Bush me la creí).
Si quieres comentar o