2003 sería un ejemplo. Seis años atrás, ni suficientemente cerca ni suficientemente lejos. Ese año Linkin Park publicaban el disco
Meteora. Era el segundo álbum después de un debut (
Hybrid Theory, 24 millones de copias vendidas, y un single inmenso: “In the end”) que había descubierto a muchos, al largo de Europa el Nu Metal, esa mezcla que sonaba increíble para los que no teníamos demasiada cultura musical. Ahora hablar del también llamado “metal rap”, cuando incluso los mismos Linkin Park han huido del estilo en su último trabajo (
Minutes to Midnight), parece no tener muchos sentido. La gente del Hip Hop que en su momento encontraron curiosa la mezcla de las rimas con base rock, se han desentendido. Y si llegó a haber algún old school rocker que apreció la fusión, ahora seguramente diría que la fórmula siempre le pareció algo postiza (de hecho, paso
algo parecido que con el punk pop del que hablábamos hace dos semanas, con la diferencia que este segundo sigue muy vivo ).
Posiblemente sea verdad que como los críticos dicen, del Nu Metal ya no queda mucho. El Emo- o Post-Hardcore le han tomado el relevo. Pero en sus años de éxito (entre mediados de los noventa y 2003, 2004), el impacto fue inmenso. A diferencia de otros tipos de rock duro, el estilo representado por Staind, P.O.D, Limp Bizkit y Korn tuvo mucha repercusión en los medios de comunicación de masas. En 2001, con una gran cantidad de álbumes publicados, el género irrumpía definitivamente con mucha fuerza en las emisoras y televisiones comerciales de todo del mundo. Pero así como apareció, despareció. Y sin el soporte de MTV y parecidos, el género se disolvió.
Echando la mirada atrás, Linkin Park son, seguramente, la banda más representativa del
movimiento. Al menos, son los que más bien se han sabido mantener de pie desde entonces.
En Meteora, cada sonido está rebuscado. Desde los 13 segundos de introducción se nota el protagonismo de los sintetizadores, los ritmos programados, y los samples y beats pasados por “Pro Tools” (una de esas herramientas más usadas entonces en la música electrónica). Al largo del disco se combinan con mucha cuidado la precisión de los ritmos de la batería con los acordes contundentes de la guitarra, llanos y sin matices. Esto es especialmente curioso en Linkin Park (y del Nu Metal en general): a diferencia de la gran mayoría de rock duro, la guitarra está para poner la base, es decir, son acordes largos (como los que haría un teclado) que en muchos casos se mantienen en el mismo tono al largo de todo el compás (un ejemplo es “Somewhere I belong”). Es decir, nada de virtuosismo, y ojo, ni un solo
solo con el que Brad Nelson pueda lucirse. Nada más que contar “un, dos, tres, cuatro” y cambiar al siguiente acorde. Del bajo (Phoenix), se puede decir más o menos lo mismo. Otra gallo canta con John Hahn, el dj. Suyos son los efectos de sonido en cada track, y ese eco asiático que se cuela en canciones como “Faint” o el genial loop inicial de “Figure.09”.
Pero lo que llega más de Meteora es la forma en que se combinan las voces de Chester Bennington (voz en las melodías) y Mike Shinoda (emcee). Es uno de los pocos casos en el que en un grupo hay dos micros que se reparten el protagonismo. Es un bipolaridad muy lograda, no sólo porque se reparten bien estrofas y coros sino porque se complementan perfectamente (algo que, por cierto, ya no se puede ver en
Minutes to Midnight).
Shinoda rapea el pensamiento racional, las letras reflexivas, el análisis de los temas. Y Bennington saca la furia, aporta la pasión con una meritoria capacidad de forzar la voz de una forma fuera de lo normal (es sorprendente cómo le aguantan las cuerdas vocales hasta el final de las giras).
¿Y en cuanto a las letras, de qué hablan Linkin Park? Ahí está la parte más interesante. No sé como puede sonar esto, pero Meteora es un disco espiritual. Se podría decir “existencial” o “filosófico”, pero me quedo con “espiritual”. De arriba a bajo, tiene una temática concreta. Las luchas internas, el caos al que lleva el choque entre el bien y el mal en uno mismo, las relaciones conflictivas con lo que se quisiera hacer desaparecer de uno mismo… Mucha sensibilidad a lo profundo.
“Lying from you”, la tercera canción, es una lucha con un tú (omnipresente en todo el álbum) que representa el mal. Una de las líneas dice: “no hay vuelta atrás ahora / déjame volver a mi vida anterior / preferiría estar solo / porque veo que la peor parte de ti soy yo mismo”. El diálogo entre rap y melodía es una forma genial de representar esta doble personalidad. Más adelante, en “Hit the floor”, una canción sobre las falsas esperanzas, las letras recuerdan que “un minuto estás arriba de todo / el siguiente ya no estás / perdiste tu oportunidad / parando tu corazón / y pensando que ganaste / pero entonces.. Todo ya se ha ido”.
En “Easier to run”, otra muestra de búsqueda espiritual. Habla de “algo que ha sido tomado de un sitio muy profundo en mí”. En el coro, rapea Shinoda “ Si pudiera cambiar / lo haría / si pudiera devolver el dolor / lo haría / si pudiera retractarme de cada movimiento erróneo que he hecho / lo haría”. Y la conclusión una vez más, muy dura: “Es más sencillo salir corriendo / que enfrentarme a todo este dolor aquí / solo”. Al largo del cd, el mensaje sigue en la misma desesperación: decepciones del pasado que marcan el presente (“Figure.09”), intentos de romper con la soledad (“Faint”) y así línea por línea, canción a canción.
Pero el más contundente de los tracks es el single del disco, “Somewhere I belong”. Explica Shinoda en las estrofas sobre la sensación de sentirse vacío, sobre la confusión en su interior. Reconoce saber que no es el único que se siente así y que necesita buscar algo más real, que no hay nada que perder. Y es contundente, rapea que mirándose a sí mismo solo ve “negatividad”. El coro es la definición de una búsqueda que vas más allá de lo material, que espera encontrar fuera lo que dentro no puede solucionarse. Canta Chester:
“I wanna heal, I wanna feel what I thought was never real
I wanna let go of the pain I´ve held so long
I wanna heal, I wanna feel like I´m close to something real
I wanna find something I´ve wanted all along
Somewhere I belong”
“Quiero poder curarme
Quiero poder sentir lo que pensaba que no era real
Quiero dejar ir el dolor que he estado reteniendo tanto tiempo
Quiero curarme
Quiero sentir que estoy cercano a algo auténtico
Quiero encontrar eso que he estado tiempo tanto tiempo buscando
A algún lugar pertenezco”
El
Meteora de Linkin Park da una muestra más de que la espiritualidad, la búsqueda por el sentido de la vida y la confrontación con los propios males son temas que están allí siempre. No es cosa sólo de cristianos o de religiosos. El éxito que los californianos han tenido no ha sido sólo por sus música. El contenido de lo que explican en sus canciones ha dado en el clavo de muchas preguntas y ha inspirado a muchos a ponerse un espejo delante y preguntarse una vez más por la pieza que falta en su interior.
Ellos mismos reconocen que no tienen soluciones. Que sólo lanzan preguntas.
La verdad… está allí fuera.
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