De los varios puntos de coincidencia, en esta ocasión destacaremos, para los lectores de
Protestante Digital, tres que consideramos son destacables.
El primero se relaciona con el tema de la conversión y los cambios socioculturales que le acompañan, particularmente en los pueblos indígenas. La adopción consciente de una identidad religiosa distinta a la que primero fue históricamente única y luego abrumadoramente mayoritaria (el catolicismo), conlleva elementos que deben ser bien comprendidos. La conversión tiene varios factores que la explican. La misma es multicausal y, por lo tanto, no se puede reducir a un solo factor explicativo. Sobre todo
no debe simplificarse el proceso, como se ha hecho tradicionalmente por parte de acercamientos prejuiciados y descalificadores, a la fórmula que todo lo sintetiza en el estrecho marco de esfuerzos exógenos que se implantan en comunidades pasivas.
En círculos atentos al cambio religioso se pone cada vez más atención a las circunstancias personales y contextuales en los que acontece la conversión. La
teoría de la conspiración (misioneros anglosajones que llegan a debilitar la cultura hispanoamericana con fines eminentemente políticos) subsiste pero se debilita progresivamente. Los conversos para nada son recipientes vacíos en los que se puede verter lo que al mensajero exógeno se le plazca. No, los conversos son personas activas en su decisión de identificarse con una nueva confesión religiosa. Además la conversión, cuando ya es socialmente significativa por su creciente número, tiene repercusiones culturales. La diversificación religiosa se refleja en éticas diferenciadas, que ya se están documentando en diversas investigaciones, las cuales van a contracorriente de las generalizaciones ahistóricas y simplistas. Las pesquisas recientemente publicadas, entre ellas las de varios integrantes de la FTL, buscan establecer si a determinadas convicciones de fe les corresponde conductas singulares, o bien no hay diferenciación con el contexto valorativo secular en que viven los creyentes de uno y otro grupo confesional.
Por otra parte surgió en la reunión de La Paz el tópico de la expansión y crecimiento del protestantismo en América Latina. Con ritmos distintos pero el cristianismo de corte evangélico se ha extendido a lo largo y ancho de nuestro Continente. Hubo consenso acerca de que es en los pueblos indígenas donde, en las últimas décadas, el protestantismo tiene presencia creciente que representa ya una opción consolidada y con fuertes raíces internas. Tratar de entender por qué en unas regiones de Latinoamérica el cristianismo evangélico crece mucho más que en otras, es una tarea compleja y que debe ser desarrollada en equipo. Hace falta un acercamiento panorámico, por país, que consigne los antecedentes y estado actual del cristianismo evangélico. Esto con el fin de poder hacer comparaciones y diferenciaciones que nos permitan comprender las singularidades del desarrollo del protestantismo en cada nación, así como regionalmente.
Ya que la Consulta de la FTL tuvo lugar en Bolivia, la temática de las comunidades indígenas y el protestantismo concentró la atención de ponentes y asistentes. Porque como ya antes referimos, es en los pueblos indios donde el protestantismo evangélico se multiplica con más celeridad. Por lo tanto se hace necesario investigar tal hecho, con el fin de que sus ritmos y factores que le hacen posible sean expuestos e interpretados. Porque en un sentido es paradójico que sea en las comunidades tradicionales en las que haya más receptividad a una propuesta religiosa que en distintos círculos ideológicos, políticos y académicos es vista como indeseable para los pueblos originarios.
La ven así mayormente académicos, políticos y activistas que se han construido indios e indias imaginarios, que guardan poca relación con los de carne y hueso. Es constatable que los indígenas se están apropiando de un mensaje religioso relativamente novedoso para ellos, lo están recreando a sus propias condiciones e intereses, y lo diseminan vigorosamente. Con ello contradicen visiones ahístoricas, esencialistas, de lo que según algunos debieran ser los indios e indias. Los indígenas protestantes están demostrando que es perfectamente posible redefinir lo indígena con nuevos términos e identidades. Nadie tiene el derecho, ni debiera tener el poder, para definir quienes son indios verdaderos y quienes no.
El cambio religioso en los pueblos originarios de toda América Latina es una afirmación de que la pluralidad avanza, y no tiene que ser vista como peligrosa.
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