Yo era demasiado pequeña para darme cuenta de lo que le pasaba, pero podía detectar como no se concentraba mientras escuchábamos las lecciones de aquella querida profesora, su carita siempre estaba mirando a los otros niños y había algo que siempre la habría de caracterizar, una permanente sonrisa en sus labios.
Cuando era muy pequeña, Ana tuvo unas tremendas convulsiones debido a una enfermedad y
su edad mental nunca pasaría de siete años; pero hoy sigue siempre con esa dulce sonrisa y es que Ana es especial.... diferente.
Los demás niños fuimos creciendo, madurando,haciendo nuestras propias vidas y allí seguía Ana, creciendo, si; pero siempre bajo la atenta mirada y cuidados de su madre, de la que no se despega -ni aún hoy- ni un sólo minuto.
Muchos podrían pensar que Ana es una “niña” sin importancia, ni siquiera capaz de ser considerada un miembro -en toda su extensión- de la iglesia; pero se equivocan. Creo que nadie que tenga una mínima percepción de la realidad, puede concebir esta iglesia sin pensar en Ana
Las mentes del resto de la gente, están inmersas en un montón de cosas: trabajos seculares, trabajos en la iglesia, familia.... Ella también trabaja, también tiene familia; pero algo que muchos no podrían nunca sospechar, es que Ana también tiene un ministerio dentro de la iglesia.
Un ministerio??... os preguntaréis muchos; pues si, el ministerio de ofrecer un saludo y una sonrisa a cada uno que va llegando a cualquier reunión (a las que nunca falta), el ministerio de orar y preguntar por cada una de esas personas de las que pocos se acuerdan; porque se han alejado y vienen exporadicamente
. Son muchos los que se olvidan de estas personas, como considerando que no valen la pena, pero Ana no se olvida de ninguno y -no sólo- pregunta, ora cada día por ellos.
Cantidad de versículos de la Escritura están guardados en su mente y siempre me asombra como es capaz de aplicarlos ante cualquier situación
Cuando vuelvo de algún viaje, puede que algunos se olviden de darme la bienvenida; pero ella nunca se olvida y ahí está siempre para recibirme con un “cómo estás??” un beso y una sonrisa.
Durante mucho tiempo fue viendo como los demás nos íbamos emparejando y casándonos, y estaba un poco obsesionada con el tema. Siempre obligaba a su madre a pararse en una tienda de vestidos de novia, para mirarlos bien y elegir el que algún día le gustaría llevar a ella. Hace poco se sentó a mi lado y me dijo a ese respecto: “...... y .... que sea lo que el Señor quiera, El siempre hace lo mejor y siempre hará lo mejor para mi”. Me pregunto cuantos de nosotros tendríamos esta respuesta frente a una adversidad o a -literalmente- frente a un sueño roto.
Cuantas veces pasamos por la vida creyéndonos “normales”, inteligentes e integrados y no nos damos cuenta de cuanto nos falta para llegar a tener un corazón y un discernimiento espiritual, como alguien parecido a Ana.
Son muchas las veces que tengo que agradecer a Dios por personas especiales que El ha puesto en mi vida, una de ellas -sin dudarlo- es Ana, no puedo observar mi vida sin olvidarme de ella, es tan especial!!!....
Bendigo a Dios por este regalo que El nos dio, a todos los que la rodeamos; porque, sin duda, es una de las cosas bonitas que tenemos y, lo que es a mi, me hace recordar las palabras de la Escritura... “Todo lo hizo hermoso en su tiempo”
Si quieres comentar o