Todo esto y más nos sitúa a cada uno en diferentes lugares dentro de la carrera de la vida.
En la era que nos ha tocado vivir los beneficios económicos son los únicos exponentes que permiten sobrevivir a las empresas y por ende a nosotros mismos. Que las cifras cantan es ya una frase hecha, pues las entidades comerciales aumentan la ganancia y el prestigio en la medida en que el número de sus clientes sea mayor. Los clubes, fundaciones, iglesias, o asociaciones de cualquier índole pueden aumentar su presupuesto dependiendo del crecimiento de sus afiliados.
Qué decir de la tiranía de las audiencias televisivas. Una reportera del corazón confesaba lo burdo y patético que le parecía el mundo rosa, pero al mismo tiempo afirmaba que ahí era donde había trabajo y que debía fingir y transmitir trascendencia donde sólo había patetismo. Y es que donde se aglutinan los clientes ahí hay tomate, lechuga y hasta cordero asado.
Por desgracia, la iglesia tampoco queda exenta de esta situación. Y aquí también se oye hablar de cifras como si estás fuesen el indicador de la vida en abundancia. “¡Fíjate en la iglesia de Fulano!, ¡Que bendición de Dios!, ¡Cómo han crecido!, ¡Aleluya!”.
Ya puestos en esta dinámica habría que decir que existen países donde el movimiento religioso más numeroso dice creer en Jesucristo y la Biblia pero al mismo tiempo enseña que todos somos dioses y que debemos obedecer las extrañas visiones de un señor estadounidense para ser salvos.
En otros países la religión que más crece deja morir a sus miembros antes de permitirles recibir una sencilla transfusión de sangre. Estos mismos religiosos (también creen firmemente en Jesús y las Escrituras) afirman que todas las iglesias excepto su organización con sede en Nueva York configuran la gran prostituta borracha del Apocalipsis. Y por no hablar de numerosas naciones donde el “
Top 1” de religión en multiplicación mezcla la magia con la Biblia con tanta sutilidad que pierden totalmente el discernimiento entre los límites de una cosa y otra.
Y estos últimos están por todas partes.
Ante estos hechos, ¿por qué tomamos como referentes las iglesias más numerosas en lugar de las más cercanas a Jesús? Es interesante observar como esta moderna obsesión por la cantidad no tiene reflejo en el Jesús de los evangelios.
Es más, el propio Maestro apeló con dureza a aquellos que iban tras Él buscando el milagrito de turno para satisfacer el morbo o el ego. La invitación para que éstos se marchasen quedó firmemente registrada.
Y es que el Ungido de Dios se interesó en sobremanera para que sus seguidores no vivieran una vida mediocre. La manipulación emocional y la falta de rigor bíblico pueden ofrecer favorables resultados cuantitativos, pero el Reino de Dios no se cimienta en los parámetros del marketing moderno. Como en otras cosas, las buenas noticias del cielo poseen la extraña manía de ir contra los vientos viciados de su tiempo.
El evangelio presenta un Mesías que ofrece una vida demasiado preciosa y costosa para Dios como para rebajarla a los púlpitos del todo a cien. El 2x1 es una trampa que sepulta el avivamiento... el de verdad de la buena.
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