Estoy más que cansada de recibir decenas de powerpoints con mensajes sobre el declinar que comienza a estas alturas de la vida. Pues yo sigo insistiendo... me siento como una rosa!!!
Alguien dijo: “serás viejo, cuando tus recuerdos pesen más que tus ilusiones”, y lo cierto es que ya empiezo a tener muchos recuerdos. Estos días, se me acumulaban montones de ellos muy antiguos, como aquellos helados de chocolate que mi padre me compraba, siendo yo muy pequeña, por el módico predico de dos pesetas, en una emblemática heladería de “la ciudad de cristal”, justo debajo de las galerías acristaladas de la marina de mi Coruña.
También recuerdo cuando mi madre me compraba barquillos “parisien”, mientras paseábamos por la rosaleda. Me encantaba ver girar la ruleta del barquillero, con su chaquetilla blanca.
Permanece imborrable en la memoria aquel día en que, con 8 años, sentada en las rodillas de mi padre, porque el templo estaba repleto de gente, levanté mi mano, cuando aquel conocido predicador pidió que se manifestase quien quisiera seguir al Señor.
Al día siguiente, aquel siervo de Dios comió en mi casa, y mis padres le pidieron que hablara conmigo a solas, por si había entendido bien la decisión que había tomado. Recuerdo que estábamos los dos en la sala y mantuvimos una conversación:
- Entendiste bien lo que hiciste ayer??
- Por supuesto que sí!!
Luego, él tomó un “duro” (cinco de las antiguas pesetas) y lo puso en la palma extendida de su palma izquierda y me dijo:
- Ves esta moneda?
- Claro!
- Esta moneda eres tú y, hasta ayer, estabas en la mano de Satanás.
A continuación volteó su mano izquierda sobre la derecha y me volvió a decir:
- Ahora tú estás en la mano del Señor, y recuerda (dijo, cerrando su puño): nunca nadie te podrá arrancar de Su mano.
Luego, los dos nos arrodillamos para orar. Han pasado muchos años, he vivido muchas cosas, he reído mucho y también he llorado lo mío. Aquel siervo de Dios hace tiempo que pasó a Su presencia; pero aquella realidad de sentirme segura dentro de la mano de mi Señor, ha sido una constante en mi vida a cada paso del camino, en todo momento, en cada circunstancia.
Podría contar tantas cosas!!!... Alguien me dijo hace unos días: “Los años no pasan por nosotros, se quedan en nosotros”. Me pareció una frase muy acertada, a la vez que bonita.
También retumbaron en mi cabeza, en estas últimas semanas las palabras del Salmo:
“Nuestra vida es como un sueño... somos como la hierba que por la mañana crece y por la tarde es cortada y echada en el horno”; pero también recordé una de mis oraciones favoritas:
“Enséñanos de tal modo a contar nuestros días, que traigamos al corazón sabiduría.”
Recuerdos??... Muchos!!... Pero también ilusiones, muchísimas!!..., de ver crecer a mi descendencia andando en los caminos del Señor; miles de proyectos de proyectos de trabajo, siempre pensando en la extensión del Reino de Dios; viajes que sueño con poder hacer; cosas que todavía espero descubrir; gente que aún quisiera conocer y... la más grande, poder caminar de la mano de mi Señor, escondida dentro de su palma, cada día que me quede por vivir hasta llegar a su presencia y, entonces, poder echarme a sus pies con lágrimas de agradecimiento por haberme amado, por haberme salvado, y por estar a mi lado cada día de mi vida dándome alas para remontarme sobre los problemas, y por soportar y perdonar cada uno de mis errores.
Quién dijo crisis??... Este año ha sido uno de los que más he disfrutado mi cumpleaños y comienzo a caminar por la madurez sonriéndole a la vida y a las circunstancias, a la vez que hago mías las palabras:
...
“Roca de la eternidad”, canta ahora la mujer
con sincera devoción, fruto de mayor saber.
Canta en su debilidad, al mirar la tempestad,
la preciosa petición que le da consolación:
“Roca de la eternidad” busco en ti refugio y paz.
...
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