Incansable, la banda que hace ya cuatro décadas fundaron Klaus Meine y Rudolf Schenker –los únicos supervivientes de aquellos inicios– empezó a moldear la leyenda del mejor grupo del mundo creando power rock ballads –con el permiso de Aerosmith–, ya que ¿quién no ha silbado o tarareado en alguna ocasión "Still loving you" o "Wind of change"?
Durante su travesía plagada de discos –hace unos meses, lanzaron
Humanity Hour 1, el álbum número 21 en el casillero de los alemanes, sin contar los incontrolables recopilatorios– han ido emergiendo temas insuperables como "Send me an angel"; "Under the same sun"; "Holiday"; "Blackout"; "Lovedrive"; "Rock me like a hurricane"; "Coming home" o "In trance".
Sí, lo admito: a pesar de algunas portadas de dudoso gusto –bastante machistas, algunas– y de no escribir unas letras a la altura, digamos, de Nick Cave, Bob Dylan o Tom Waits, los escorpiones forman también parte de la banda sonora de mi vida.
Vía telefónica, contacto con Rudolf Schenker, un personaje afable como pocos –en un mundo plagado de divos insoportables– y que asume con orgullo el papel casi mesiánico del mensaje de Scorpions, pero sin olvidar el sello de la casa: esos riffs, esa voz y, lo reconozco, esos mecheros encendidos y ondeados al viento para corear, de nuevo, "Living for tomorrow". Schenker representa la esencia de Scorpions. Ok, Klaus puede ser la imagen y Mathias Jabbs (en el grupo desde 1979) merece también el título de gran escorpión.
Pero
Rudolph sabe transmitir el estilo Scorpions; al otro lado del hilo telefónico, toma la iniciativa como si él fuera el periodista. Como si él no fuera el primer interesado en hablar del mejor grupo alemán de la historia. Como si él no hubiera compuesto “Send me an angel”. En tiempos inmisericordes para el rock (¿alguien no se ha dado cuenta que es realmente la música alternativa del siglo XXI?), Scorpions van a la suya, obviando un poco esos vientos de cambio a los que ellos mismos dedicaron un gran tema.
Rememorando su historia, Schenker cuenta que "la música fue nuestro primer amor. Y en Scorpions, además, todos los músicos que han pasado hemos sido y somos grandes amigos”. De hecho, en la gira actual tocan varias veces con antiguos miembros del grupo, como Uli John Roth y el propio hermano de Rudolf, Michael, algo poco habitual en otras formaciones. Schenker recuerda sus inicios, hace más de cuatro décadas, como "muy duros", ya que "mucha gente nos decía que estábamos locos, aunque al final captaron nuestro mensaje, una especie de revolución pacífica desde Alemania", cuando el mundo solía, y suele, poner su punto de mira hacia la oferta británica y norteamericana.
Uno de los peores momentos en su carrera fue cuando el vocalista Klaus Meine necesitó un par de operaciones quirúrgicas en sus cuerdas vocales, llegándose a plantear la posibilidad de abandonar la música: “Es algo que trastocó del todo nuestros planes y nuestros sueños", explica Schenker, ya que "Klaus se desmoralizó mucho y cuando se quedó sin voz dijo que quería pasar de todo y que nos buscáramos otro cantante. Puede sonar extraño, pero este trance le sirvió a Klaus para volverse más fuerte que nunca, para demostrar aquello de que nada es imposible. Cuando te dicen que no puedes, aparecen los amigos para darte un empujón”.
A medio camino entre el hard rock, el rock clásico y hasta el pop, sin olvidar sus destellos de heavy metal, la gran especialidad de Scorpions han sido grandes baladas. “Sí, pero siempre con este mensaje sobre la humanidad. Por ejemplo, en “Still loving you” el mensaje era: no hagas la guerra, haz niños. ¡Conseguimos un baby boom entre nuestros fans en 1985, en serio!. En “Wind of change”, el mensaje fue de esperanza, de la recuperación en el mundo cuando la Guerra Fría desapareció. Ahora, queremos que la gente sea consciente de su relación con nuestro planeta, con un mensaje parecido al que otras bandas como U2 también pueden estar lanzando”.
Scorpions debe ser una de las bandas que ha tocado ante audiencias más grandes, como en el Rock in Rio –ante 250.000 personas– o en el Moscow Peace Festival, ante 350.000. Y es que “tuvimos mucho éxito en Rusia con “Still loving you”. Tocamos varias veces en el país, y cuando se celebró el festival, notamos como se habían producido grandes cambios".
Y sí, lo reconozco, Scorpions nunca ganarán el Nobel de Literatura ni su look servirá de inspiración a diseñadores de moda, pero observar las imágenes de centenares de miles de personas en la Puerta de Brandenburgo cantando "Wind of change", me sigue poniendo la piel de gallina, en una actuación que simbolizó la caída de un régimen y el paso para cruzar la espesa cortina de hierro que separaba dos mundos.
En 1994 la familia de Elvis Presley invitó a los Scorpions a tocar en un Elvis Memorial Concert, lo que lleva a Schenker a comentar una anécdota: “Cuando estaba en la escuela tenía un apodo muy curioso. ¿Sabes cuál? ¡Me llamaban Elvis! Ha sido el mejor y más emocionante cantante de la historia; él representaba lo que era el rock´n´roll. Tocar en ese concierto estuvo muy bien: estaban Priscilla, su hija, incluso Michael Jackson. Tuve la sensación que el mismísimo Elvis estaba en la fiesta. Fue muy grande”.
Sobre su última propuesta, Schenker comenta que "hemos intentado fusionar el rock con un mensaje humanista, conseguir casi un álbum conceptual. Llevamos miles de años en nuestro planeta y queríamos lanzar un mensaje sobre el concepto de ser humano, sobre nuestra relación con nuestro entorno. El mensaje es muy sencillo, la verdad, y tan sólo pide que dejemos de matarnos en guerras inútiles. Tan sencillo como que todos seamos conscientes que podemos aportar nuestro granito de arena para conseguir un mundo mejor. Mucha gente cree que no puede cambiar nada, que no vale la pena, y eso no es cierto. Imagínate diez millones de personas cambiando su forma de actuar; ¡eso es mucho poder!”.
El tema favorito de Schenker de este disco es "Humanity", una canción que habla del declive de la humanidad y de un imminente Apocalipsis, pero también advierte que nada ni nadie puede salvarnos.
En el vídeoclip utilizan imágenes tópicas, aunque siempre efectivas, como las de los atentados del 11 de septiembre del 2001 en Nueva York, de la pobreza en puntos de África o incluso de la segunda Guerra Mundial, algo mucho más impactante en el caso de una formación alemana como son los escorpiones. Y
puestos a escoger, mi tema favorito del álbum es "The cross", en el que en un diálogo directo y crítico con Dios, Meine canta que "creía en el amor / creía en ti / te convertiste en mi Dios / me arrodillé ante ti / y me hiciste sentir que todo era culpa mía / aunque ahora sé que no era mía del todo".
Quizá aún no lo saben, pero Scorpions se hallan en plena búsqueda, y su anunciado Apocalipsis quizá sirva para que Dios enjuague también toda lágrima de sus ojos, y ya no haya muerte, ni llanto, ni clamor, ni dolor.
"Ya no habrá noche; no necesitarán luz de lámparas, ni la luz del sol. Dios alumbrará a sus moradores, que reinarán por los siglos de los siglos"
(
Ap. 22:1-5)
Autor: Jordi Torrents
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