Bautismo

Estas palabras fueron pronunciadas el día de mi bautismo. Hace ya algunos años de eso. Y vuelve hoy a mí la imagen de ese día. Me asomo a la parte más honda del río que cruza La Fe, y me veo cubierto de blanco, salvo por mis manos y mis pies desnudos, temblorosos, brillantes como la mirada de un pez, igual que las personas que se bautizan esta tarde aquí.

También ocurrió junto a un río, lo de mi bautismo, digo. Mi propio padre fue quien me bautizó, quien me hundió en el agua; me puso los dedos sobre la nariz, presionando como si fuera la fuente de una herida, y sumergiéndome con energía hasta que pude ver sus tobillos, y las varices que los surcaban. Trato de recordar las palabras que hablaban de mi cambio de vida, en vano.

Después de mi bautismo, como otros muchos hijos de protestantes hacían y hacen hoy, empecé a dejar de ir a la iglesia cada domingo a las once, al principio una vez al mes, luego una semana sí y una no, y finalmente sólo acudía al estrecho local para días y celebraciones puntuales.

Me acerco a mirar mi reflejo y me froto las manos para entrar en calor. Los que van a hundirse esta tarde, también contemplan su imagen temblorosa. En Cuba las cosas también son así, sólo que aquí la gente es, o parece, más joven. Los cinco que van de blanco hoy, son todos estudiantes de medicina. Esta es una ciudad donde prácticamente todo el mundo estudia.

Uno a uno se sumergen y salen empapados de agua de churre, de aguas revueltas. Su interior es de cristal transparente como esas mismas aguas. Ha merecido la pena atrasar mi viaje en ferry para ver esto.

Mañana podré cruzar el golfo de Batabanó, pero no podré ver a unos creyentes atravesar la superficie con la misma serenidad y sonido que las aguas del río Mersey. Llueve. Alguien toca música alegre, marcada por una clave en tresillo.

Hay quien cuando habla de Cuba no deja de aludir al ron o al humo habano, pero si algo define la isla es su música siempre fresca como una buena brisa marina. Tengo algo de sed. Abro la boca y trago unas cuantas de las lágrimas que las oscuras nubes han deshilachado.

Después de la lluvia y el bautismo, ambos de breve duración, volvemos al hormigón. Y yo salgo de mi ensoñación y los recuerdos familiares una vez más. Al ir hacia allá, una pintada llama mi atención: Nunca habrá transición. Al menos en lo espiritual esto no siempre es cierto; lo presenciado esta tarde así lo demuestra: La Fe va creciendo(1).

En cuanto a la situación de Cuba... cuestión de sensatez, y de larga paciencia. Parece fácil. Nada que importe lo es.

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1) N. del T.: Juego de palabras entre La Fe (ciudad), y la fe (la esperanza de lo que no se ve).