El OCI se crea para dar respuesta a la inquietud creciente entre los evangélicos por formar un pensamiento cristiano político original. Como en otras iniciativas de la AEE, ésta pretende crear las redes de relación que permitan desarrollar un grupo de reflexión y dotarlo con las herramientas de los propios dones de los evangélicos; lo hace buscando la fidelidad a nuestra identidad, la originalidad y la eficacia.
Esta fidelidad es irrenunciable;
la referencia de nuestro pensamiento político es la Biblia y esto explica que creyentes de diversas tendencias ideológicas podamos trabajar juntos en un organismo como el OCI, porque priman las bases bíblicas que compartimos; esto nos convierte en un entorno único en nuestro país, tan necesitado del diálogo flexible entre posturas ideológicas diferentes.
Por poner un ejemplo práctico, ningún miembro del OCI de afinidad conservadora se sintió al margen en nuestra entrevista con el ministro de Justicia socialista, ni ningún miembro del OCI de izquierda se sintió incómodo con nuestra entrevista con la popular Ana Pastor, y en ambas reuniones todos apoyamos unánimemente los mismos mensajes y propuestas.
Se confunden de plano quienes pretenden encerrar al OCI en una tendencia política determinada, porque el OCI es plenamente independiente, y no porque sus miembros sean asépticos, sino por su garantizada diversidad, porque acoge a personas de todas las tendencias ideológicas; cada uno de sus miembros mantiene su particular afinidad política –no hay nadie “apolítico”– y, lejos de pretender imponerla abierta o escondidamente, no la ocultan, sino la colocan jerárquicamente debajo del sometimiento a la Palabra; esto lleva necesariamente a una sana flexibilización de los postulados propios y a un espíritu abierto, no dogmático, flexible y de permanente diálogo interno y búsqueda de consenso, imprescindible para nuestro trabajo.
Nuestra eficacia va ligada a la originalidad y será mayor si no nos conformamos con colocarnos en la escena política y reclamar nuestra cuota de influencia, sino ofrecemos algo original, una aportación política genuinamente protestante, una aportación que no tiene que ver tanto con un encuadramiento ideológico como con una forma de hacer política, basada en el principio de la integral corrupción del ser humano y la consecuente necesidad de ejercer un control democrático del ejercicio del poder, un control que no es responsabilidad sólo de instituciones como el parlamento, sino debe ser asumido por la población de a pie, algo a lo que los protestantes hemos sido siempre muy sensibles.
Esta es la razón de ser de nuestros informes anuales, que quieren mostrar a la sociedad el real grado de cumplimiento de los compromisos electorales; el primero fue el año pasado, sobre la Libertad Religiosa, y en estos días saldrá el segundo, sobre la Sanidad. Ante las próximas elecciones, el OCI ha colaborado también en la elaboración por la AEE de un cuestionario a los candidatos; no se busca orientar el voto de los evangélicos en ningún sentido, sino exponer a los candidatos ante la comunidad protestante y pedirles que nos clarifiquen sus propuestas ante diversos temas de interés, no sólo para votar con criterio informado, sino también para después reclamarles su riguroso cumplimiento. El cuestionario desvela que nos interesa todo el abanico de áreas de la acción política porque todas ellas requieren una respuesta basada en valores concretos, en una visión del hombre, de sus relaciones sociales y de sus objetivos en la vida.
Nos ocupamos también de la formación y el apoyo mutuo y ahí están el encuentro citado al principio y el Foro de Formación Continuada. También preparamos campañas de actuación directa, como Stop the Traffic.
No nos conformamos con informar y opinar; queremos ejercer influencia positiva y no nos imponemos fronteras en esta influencia, somos ambiciosos; pero en una sociedad como la española hay que explicar que nuestro talante no es el de quien impone, sino el de quien ofrece; amamos la libertad y por eso somos respetuosos con la libertad de los demás. No queremos cerrar ningún coto, sino ayudar a abrir la participación política a toda la ciudadanía. En este sentido
nuestra influencia política es radicalmente diferente de la de algunos lobbys de moda que quieren imponer a los españoles lo que está permitido decir y lo que está prohibido pensar y expresar; precisamente frente a ellos desarrollaremos iniciativas a favor de la libertad de expresión y no callaremos ante ningún intento –venga de donde venga– de ahogar este derecho por el que tan alto precio pagamos los protestantes en el pasado.
Finalmente, no gozamos de infalibilidad y asumimos el riesgo; tampoco reclamamos ninguna representatividad orgánica, pero estamos seguros de que muchos se identifican con nuestros análisis y propuestas; en cualquier caso, nos daremos por satisfechos si aportamos a este país sensibilidad y profundidad democrática desde la cosmovisión protestante.
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Pueden leer aquí la noticia
I encuentro `Participación en Vida Pública´ reúne evangélicos de todo el abanico político
También pueden escuchar aquí una entrevista de Daniel Oval a Manuel Suárez sobre este
I encuentro de políticos evangélicos españoles -OCI (audio, 5 Mb).
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