Esta mujer, dedicada con amor a los más necesitados, contestó: “¡qué falta de compasión!... ellos necesitan una sobredosis de buenas noticias.... tienen que saber que Dios no tira a los pecadores en un muladar. De los pecadores, Dios dice: ¡Prohibido tirar a la basura!”
Hace algún tiempo leí un artículo que terminaba diciendo: “¡Dios no hace basura!” Creo que la persona que escribió aquello, encontró la fórmula para tener una autoestima correcta, queriendo transmitir a los lectores que -por fin- se había encontrado a sí misma con claridad, sabiendo que el Dios que la había creado, jamás haría nada que fuera basura.
Lo cierto es que aquello me hizo pensar mucho en la idea de la posición que, como creyentes redimidos, tenemos de nosotros mismos -en ocasiones- bastante distorsionada.
En un lugar de mi ciudad, hay un comedor social para gente necesitada. Cada vez que paso por allí, veo todo tipo de personas a los que algunos denominarían como “basura”: “sin techo”, alcohólicos, prostitutas, desarraigados sociales, drogadictos, inmigrantes necesitados... vamos!!!... como dirían los latino americanos: “orilleros”.
Siempre que paso por aquel lugar, siento un dolor profundo y, puedo evidenciar cómo la gente “normal” pasa de lejos, evitando el contacto con tanta “basura”.
Hoy, alguien me ha regalado el precioso poema de James Russell que encabeza este artículo y... entre una cosa y otra, mi mente no deja de pensar en la bajeza de sentimientos que -a veces- tenemos sobre los demás o -incluso- sobre nosotros mismos.
Dice la Biblia:
“Aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo”.
Un día, cuando pasaba por ese comedor social, en cuya puerta se arremolinan todo tipo de desechos de la sociedad, vi algo que se repetiría -con el tiempo- en distintas ocasiones: una mujer “normal”, esposa de un médico de la ciudad, estaba sentada en medio de estas personas hablando animadamente con ellos y compartiendo algo... Esto hizo que mi cabeza diera muchas vueltas... Donde estaban los “no basura” pertenecientes a alguna iglesia, compartiendo con aquella gente???...
En una ocasión fui a hacer una visita a alguien que lo solicitó, respondiendo a un programa de radio, y lo hice con otra persona perteneciente a una iglesia. Lo cierto es que el panorama era dantesco: una alcohólica con un problema inmenso de depresión, rodeada de todo tipo de inmundicia. Os confieso que el corazón se me encogió; pero... se me oprimió totalmente, cuando la persona que me acompañaba, tenía prisa por salir de allí y me dijo que no me acompañaría más. Sinceramente, no lo entiendo. Qué pretendemos, cuando decimos que deseamos compartir el evangelio a todo el mundo???... o es que sólo queremos a los guapos, ricos y sin problemas???... Aquella pobre mujer alcoholizada, me repetía una y otra vez: “por favor, no me dejes... no me dejes nunca...”
“Basura”!!!... no sé si el artículo de hoy, a algunos les olerá demasiado bien; pero, desde aquí, quiero alzar mi voz en favor de tanta gente que nos necesita y a la que consideramos como “basura”... gente oprimida, gente ansiosa de que se les tienda una mano, gente que no conoce a Dios y que se muere en medio de su dolor, pobreza y suciedad.
Creo que la palabra clave es compasión. Recordáis lo que dice el evangelio???..... ”Y viéndolo Jesús... tuvo compasión”. Qué nos produce a nosotros todo este tipo de gente???... yo diría que más bien rechazo... y creo que -a veces- esta idea se extrapola a nosotros mismos como creyentes.
Si hay algo que me molesta, es ese tipo de oraciones en las que con actitudes más bien farisaicas, le “recordamos” al Señor que somos como gusanos. Sabes que te digo??? ... que yo no soy ningún gusano; porque Cristo me rescató. Así que, la próxima vez que te sientas al nivel del suelo, recuerda -como escribía aquella persona, que... ”DIOS NO HACE BASURA”... y, si te encuentras con alguna persona que -por el pecado- se ha convertido en “basura”... recuerda lo que decía la mujer que trabajaba con marginados:
Dios dice de los pecadores............ ”Prohibido tirar a la basura”.
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