Mi reciente viaje al Perú me ha permitido ver de manera especial lo que personas y entidades evangélicas vienen haciendo a favor de la lectura, la predicación y la traducción de la Biblia.
Empecé a redactar esta nota en Lima, donde participé durante una semana en el
Seminario de Predicación Langham, un evento de trabajo y estudio intenso que congregó a unos cien pastores evangélicos provenientes de todos los rincones del país. Fueron cinco días con un horario riguroso de exposiciones y talleres. Hacía tiempo que no veía un grupo tan entusiasta y dedicado de pastores, algunos de ellos con años de experiencia, robándole horas al sueño para mejorar su ministerio de predicación. El curso fue organizado por
Desarrollo Cristiano, una entidad fundada por Jorge y Nelsa Zolezzi, líderes laicos que llevan casi treinta años tratando de servir a pastores y dirigentes evangélicos, con buena literatura teológica, a precios accesibles; y con talleres de capacitación. Se realizó con el auspicio de la
Fundación Langham, entidad iniciada por el famoso predicador británico John Stott.
Stott, quien se retiró del ministerio activo el año pasado, ha manifestado su
preocupación por el hecho de que el crecimiento numérico de las iglesias en África, Asia y América Latina no ha sido acompañado de programas adecuados de capacitación de pastores, líderes y predicadores. Para ilustrar este desnivel se ha utilizado la figura de un camino que tiene varios kilómetros de extensión y apenas un centímetro de espesor o profundidad. Reconocidos teólogos como René Padilla en Argentina, Justo González entre la minoría hispana de Estados Unidos y Emilio Antonio Núñez en Guatemala, comparten esta preocupación y han dedicado tiempo y esfuerzo a tratar de corregir la situación. Desde el Congreso de Evangelización de Lausana en 1974, Stott adoptó un estilo de vida sencillo, viviendo con el mínimo necesario, y dedicó las regalías de sus libros, que son significativas ya que ha sido prolífico y es uno de los autores evangélicos más vendidos, para crear un fondo de ayuda a pastores y predicadores del llamado Tercer Mundo. Otros autores evangélicos del mundo de habla inglesa han seguido el ejemplo de Stott y contribuyen a la
Fundación Langham, la cual provee bibliotecas teológicas básicas a precios accesibles a pastores y estudiantes de teología. Los “Seminarios de Predicación Langham” son parte de este programa de ayuda.
El equipo de instructores de este taller en Lima incluyó a Mark Meynell, pastor inglés, miembro del cuerpo pastoral de la Iglesia “All Souls” en el centro de Londres; Igor Améztegui, psicólogo y pastor boliviano que coordina el programa Langham para América Latina y quien escribe estas líneas, profesor en el Seminario Teológico de la UEBE.
El taller se realiza en dos niveles: uno inicial para quienes asisten por primera vez y otro avanzado para quienes vienen por segunda vez. Varios graduados del primer nivel del año 2006 sirven como facilitadores del trabajo en grupos. Los instructores presentan exposiciones bíblicas que tratan de ser modelos, cuyos bosquejos están disponibles para todos, y pueden ser objeto de comentario y discusión. Esta vez la serie de exposiciones se centró en las Epístolas de Juan. Hay además conferencias sobre aspectos prácticos de la tarea del predicador: cómo se elabora un bosquejo, cómo se predica del Antiguo Testamento, cómo se correlacionan los dos Testamentos en la predicación, cómo se establecen puentes entre la tarea hermenéutica y la necesidad de los oyentes, y cómo se fomenta la integridad del predicador. Por las tardes hay reuniones en grupos pequeños donde se procesa la enseñanza y se pone en práctica los principios aprendidos, bajo la supervisión de los expositores y de participantes avanzados.
Como en otros países del hemisferio sur donde el Evangelio se ha extendido de manera rápida y vigorosa, muchos predicadores y evangelistas no tienen formación teológica, si bien han sido desde su conversión lectores entusiastas de la Biblia. Por otra parte, en las nuevas iglesias carismáticas la predicación tiende a ser la comunicación de principios de autoayuda salpicada de teología de la prosperidad. Por ello escuché con alegría el comentario de algunos pastores en el taller: “Me he dado cuenta en este evento de las barbaridades que yo he cometido con el texto bíblico y me he propuesto corregirme.” Esta disposición autocrítica fue facilitada por el estilo pedagógico participativo del taller. La práctica incluyó el uso de herramientas como Manuales Bíblicos, Diccionarios y Comentarios, algunos de los cuales se ofrecen a precios subsidiados gracias a la Fundación Langham. Libros de John Stott como
La predicación: puente entre dos mundos (Editorial Desafío, Grand Rapids), y
Cómo comprender la Biblia (Ed.Andamio, Barcelona) han estado entre los más solicitados.
Pude conversar con pastores del extremo norte del Perú en Piura y del extremo sur en Tacna, igual que de la lejana selva, ciudades como Iquitos y Pucallpa. Los organizadores cuidaron de que hubiese un equilibrio entre participantes de la capital y del interior, esfuerzo que se aprecia si se recuerda que el Perú está en la tradición centralista donde la capital acapara la atención y las finanzas, en lo político y aun en lo religioso. Las conversaciones en los pasillos y en las mesas permitían a los pastores de regiones y ciudades diversas intercambiar experiencias y hasta planes de predicación, porque la idea de este taller es que no se limite a un evento sino que sea parte de un proceso.
Parte de la visión de estos talleres es que sus participantes difundan el interés y sentido de responsabilidad en cuanto a una predicación bíblica. En ese sentido fue sorprendente escuchar testimonios de los esfuerzos que llevaban adelante varios pastores del interior del Perú que habían organizado talleres usando los materiales y el esquema organizativo del taller al cual habían asistido en el año 2006. Jorge y Nelsa Zolezzi esperan contar con los recursos y el auspicio necesarios para llevar adelante un tercer taller en el año 2008, con lo cual se completaría el ciclo propuesto por la Fundación Langham para este tipo de actividad.
Tengo la firme esperanza de que en los próximos meses y años unas trescientas iglesias del Perú vean renovada la predicación que se da desde sus púlpitos. Algo es algo, ¿verdad? En la próxima nota me ocuparé de la traducción bíblica en el Perú.
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