Ella no reparó en más y... no sé si por obediencia, o porque... el caballero en cuestión merecía la pena, se fue contenta con sus dos regalos, hasta que cayó en la cuenta, de que en el desierto no había fuentes y... me encanta!!!!... “ni corta ni perezosa”, se dirige a su padre y le pide, con toda confianza y libertad: fuentes y... me vuelve a encantar!!! Caleb, su padre, debía quererla mucho, porque, no sólo le dio unas fuentes... le dio las fuentes de arriba y las de abajo.
Me parece preciosa la relación entre este padre y esta hija, se ve fluida, natural y llena de cariño. Y... todavía me gusta más el ver, como la generosidad de Caleb, fue traspasada a su hija; ya que ella, no se guardó el agua sólo para sí; sino que la compartió con sus vecinos.
Y... hablando de fuentes, esta historia me lleva a pensar en un texto que habla -no exactamente de fuentes- pero si de cisternas, de cisternas rotas.
Dice el Señor: “Me abandonaron a mí, fuente de aguas vivas y han cavado para sí cisternas, cisternas rotas que no retienen el agua.”
Imagina que vivieras en una tierra seca y que te llevara años construir una cisterna, a base se pico y pala, hasta que... cuando la tuvieras terminada y se llenara de lluvia, un día comprobaras con tristeza, además de enfado y mil emociones más, que tu cisterna tiene una fuga, una fuga por donde se escapa toda el agua. Supongo que tendría que ser una experiencia de lo más frustrante.
Pues... sabes que exactamente así, actúa mucha gente con Dios????. El es La Fuente,
La Fuente de agua viva, un agua de tal calibre, que dice La Escritura que el que bebiere de ese agua, no tendrá sed jamás... todavía mejor, dice que el que bebiere de ella, de su interior, correrán ríos de agua viva. Te imaginas????... Pues, piensa por un momento, como se siente el corazón de Dios cuando, ofreciendo semejante regalo, mucha, muchísima gente prefiere construirse sus propias “cisternas rotas” antes de ir a La Fuente, de la que dice el mismo Dios: “Venid, venid y comprad sin dinero y sin precio”.
Pero
la mayoría de la gente, prefiere construir sus propias cisternas rotas a base de poder, dinero, ambición, sexo, cocaína, mentiras y un montón de cosas más que -al final- sólo dejan un vacío espantoso dentro del alma.
Se cuenta la historia de un muchacho que tenía la costumbre de refunfuñar por todo. Se quejaba del clima, de su familia, de sus amigos... hasta de los contratiempos más pequeños. Su vida era una constante queja, amargándose el mismo y a todos los que le rodeaban.
Hasta que, un día, por experiencias auténticamente difíciles por las que tuvo que pasar, se dio cuenta de que su espíritu inconformista, le había hecho ignorar los regalos que Dios derramaba sobre él constantemente.
Alguien escribió, leyendo esta historia: “Las bendiciones cosidas con alabanzas, no se deshilan”
Cómo somos tú y yo????... Como este muchacho de la historia????... Como aquella gente que cavaba, y sigue cavando para sí cisternas rotas???... O como Acsa, que fue directamente a su padre y le pidió las fuentes????...
Yo no te conozco, no sé cómo eres, ni sé cuanta es tu sed, tu dolor, tu soledad... pero si sé la decisión que yo he tomado, hace mucho tiempo... ir, como Acsa a mi Padre; porque él no solo tiene las fuentes de arriba y las de abajo, sino que El es directamente La Fuente y... te puedo asegurar que, sean cuales sean, las circunstancias por las que tenga que atravesar, puedo decir, con toda mi alma, como el salmista...
“TODAS MIS FUENTES ESTÁN EN TI”
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