Conozco a una familia preciosa, cuyos padres están ya en la presencia del Señor, en la que el padre tenía un pequeño problema de tartamudez... Cuando quería decir algo y se ponía nervioso, su problema se incrementaba de tal manera, que era imposible entenderle.
Pero le ocurría algo increíble, cuando se ponía a cantar, su tartamudez desaparecía; así que, cuando quería compartir algo con su familia y su problema se lo impedía, los hijos le decían: canta papá... canta!!!! y... en efecto, decía las cosas cantando y... ”Oh la la”... con el “La la la”... se hacía entender a la perfección.
Puede que esta historia, absolutamente real, os parezca graciosa; pero, lo cierto es que a mi me enternece por muchos motivos.
Os confieso que esta mañana, me encontraba con cierta ”tartamudez espiritual” dentro del alma, ya sabéis... esos momentos en que ese personaje que... ni quiero nombrar, te trae a la mente todas las cosas negativas y te hace pensar que, casi no valdría la pena seguir adelante.
En esos momentos... Bendito Dios!!!!... El Señor trajo a mi corazón
la batalla de Josafat y los israelitas, contra Moab y Amón, recogida en el libro de Crónicas; una batalla predeciblemente terminada en derrota; pero que tuvo una victoria inmensa por dos cosas tremendas: la oración y el canto de alabanza.
Josafat vio la terrible situación en la que se encontraba, con una enorme multitud que avanzaba contra ellos y, lo primero que hizo, fue una oración humilde: “No sabemos que hacer y a ti volvemos nuestros ojos”. Enseguida vino la respuesta del Señor por boca de un joven: “No es vuestra la guerra, sino de Dios... No peleareis vosotros... No temáis ni os amedrentéis”.
Entonces... me encanta!!!!... Josafat puso cantores que fueran delante del ejército con sus cánticos: “Alabad al Señor; porque su misericordia es eterna.”
Las probabilidades de ganar, eran mínimas, el ejército enemigo avanzaba... Pero ellos siguieron cantando: “Bendito sea el Señor”!!!!!!
Dice la Escritura que cuando comenzaron a entonar cantos de alabanza, los enemigos comenzaron a caer en sus propias emboscadas y... ninguno escapó.
En esta historia preciosa del poder de Dios en la alabanza (en la que muchos no creen o distorsionan)
hay dos clases de canto: uno el canto de alabanza antes de la batalla y otro: el canto de liberación después de ella.
Me fascina esta historia absolutamente preciosa, y... esta mañana, en la que el enemigo susurraba sutilmente a mi oído: “No ves cuantos son???... Estás perdida”, mi maravilloso Señor me dijo -como cada vez- justo lo que necesitaba mediante su Palabra, y fue como si escuchara a aquellos hijos de la historia... Canta Bea... canta!!!... No me hizo falta escucharlo por segunda vez... con lo que a mi me gusta cantar!!!!! Bea se levantó de sus míseros pensamientos y... comenzó a cantar...
Levanto mis manos
Aunque no tenga fuerzas
Levanto mis manos
Aunque tenga mil problemas
Cuando levanto mis manos
Mis cargas se van
Nuevas fuerzas tú me das
Todo esto es posible
Todo esto es posible
Cuando levanto mis manos
Cómo te sientes tú en estos momentos????... Tal vez temeroso por algún problema???...
Enfrascado por tus preocupaciones personales???... Sentado sobre la basura igual que Job???...
Escúchame bien!!!!... CANTA... (pon aquí tu nombre)... CANTA!!!!... Entonces tus problemas, darán paso a la alabanza y la victoria, venga envuelta como venga... llegará como un regalo del Señor, quizá envuelto en papel plateado, con una cinta dorada y, una pegatina en la parte superior: “espero que te guste”.
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