Es evidente que un cristiano que padezca anorexia física padece indudablemente también anorexia espiritual. La última conlleva a la primera.
Voy a agrupar en cinco grandes factores o causas socioculturales las principales influencias que la sociedad actual tiene, de forma que empuja hacia una anorexia espiritual de quienes viven en ella, tanto creyentes como no creyentes.
1) La estética prima ante la ética. El culto a la estética está entre los factores externos que generan estas enfermedades Al hablar de la anorexia física en l @s adolescentes muchos especialistas han señalado la
importancia de
la imagen física en la cultura actual (lo cual es aludir a la poca importancia de los valores espirituales, es más importante la forma, lo externo que lo interior.) como fuente de autoestima y sentido de la propia identidad.
Estar vestido a la moda (la importancia de las marcas) luciendo una figura de extrema delgadez es condición indispensable para representar el modelo de competencia que garantiza el éxito de nuestra sociedad narcisista. Los medios de comunicación, especialmente la televisión, venden la idea de que estar delgado va asociado a
felicidad,
éxito laboral,
éxito en las relaciones sociales y una mejor
calidad de vida.
2) Fijación en modelos erróneos. Estos modelos que han usurpado el lugar legítimo a modelos espirituales aparecen claramente en la programación de TV. L
a televisión, a través de las series de familias, reality shows y programas del corazón ofrece modelos de vida.
Gran Hermano da una oportunidad a los jóvenes en el "ideal" de sentirse parte del espectáculo. Lo importante es ser famoso, no importa si para ello hay que denigrarse, perder la intimidad, hablar un lenguaje vulgar y mostrar que se es superficial, porque la carencia axiológica es también requisito para llamar la atención
La decisión de entrar en el juego del programa sabiendo que van a ser observados y juzgados por millones de personas a toda hora sin importarles su derecho a la intimidad, nos da una idea de la pérdida que ha sufrido la juventud actual.
Nos sugiere que los jóvenes están desesperados por querer ser "alguien," para ellos ser alguien significa ser conocidos por todo el mundo, aunque tengan que pagar un alto precio por ello: perder su intimidad, (para mí su dignidad).
3) Secularización y fundamentalismo laicista. Admite a la religión siempre que sea superficial, es decir que no altere o pretenda alterar demasiado la vida. Occidente se ha secularizado y ha perdido conciencia y contacto con la realidad espiritual de la existencia. La paradoja es que como consecuencia de esta ausencia de conciencia espiritual ha quedado un vacío que se necesita llenar de lo que sea. Un recipiente inmenso vacío, con el tapón puesto, que se quiere llenar continuamente.
4) Una renuncia a compromisos y valores profundos
(amistad, matrimonio, actitudes de servicio al otro…)
Se ha sustituido la tiranía de la razón por la tiranía del sentimiento. Búsqueda de emociones fuertes, sensaciones,
señales espectaculares…La vida cristiana para muchos se ha convertido en expresiones emocionales de todo tipo. Algunos cultos se centran sólo en estas expresiones de emociones y búsqueda de señales exclusivamente. Evidentemente esto no alimenta nuestro espíritu.
Tampoco existen ideales a los que aferrarse. Se c
arece de utopías, cayendo en un mundo pragmático, utilitarista. Se busca lo que reporta beneficio, lo práctico. La vida del espíritu no siempre es práctica, desde un punto de vista material. Esto supone como consecuencia una vida hedonista, que va hacia lo que no supone esfuerzo ni sufrimiento. Por lo tanto, no se es constante, sin que haya metas a largo plazo, ya que eso supone luchar y sufrir por algo concreto. Sólo se quiere lo inmediato.
Parte de este estilo de vida es que se caracteriza por ser superficial y materialista. Busca la prosperidad material Las satisfacciones materiales son como las digestivas se disfrutan los manjares y uno se siente lleno hasta que se pasa la digestión. La sociedad occidental actual da culto al consumo.
Los templos de hoy son los centros comerciales, alrededor de los cuales se construyen los grandes complejos urbanísticos, como antes se hicieron nuestros pueblos alrededor de las ermitas o de las catedrales. La radio, la televisión y los medios impresos siempre presentan felices a quienes consumen: ropa, vehículos, comidas, viajes o aparatos cada día más novedosos. Los “grandes diálogos” de muchos de nuestros jóvenes, son sobre la nueva marca de celular y sus ventajas y desventajas con respecto al anterior. Los zapatos, los coches, muchas veces viven totalmente vacíos de humanidad, de amor y de sentido de la vida.
Estamos ante una nueva religión: la religión del consumo.
El resultado de esta vida moderna es un estado de stress y de insatisfacción y de pobreza espiritual que genera angustia, que la vida carezca de entusiasmo, de motivación. El principal problema de la juventud actual es el aburrimiento que se manifiesta en su falta de interés en el estudio (pero sí interés en las calificaciones), en falta de atención en el trabajo (pero no en los sueldos) y la tendencia a matar el tiempo libre, por una parte por el pánico a enfrentarse a la soledad vital y personal de todo ser humano, y por otra parte debido a que no hay otro sentido para vivir, más que la vida a tope con emociones fuertes (desenfreno los fines de semana).
Nosotros, los cristianos somos hombres y mujeres, hijos de este siglo, de esta época.
Por ello, vivimos en medio de este caldo de cultivo “perfecto” para la anorexia física y espiritual.
MULTIMEDIA
Pueden escuchar o descargar aquí una entrevista de Esperanza Suárez a Asun Quintana en audio sobre este mismo tema de la “Anorexia espiritual” (audio de 6 Mb)
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