Es más, siento que tener que atreverme a decir, que eran y siguen siendo considerados defectos más que virtudes, en un mundo en el cual esto jamás debiera ser así (claro que... no son todos los que están, ni están todos los que son).
Hace poco leí la fábula de un caballero que llevaba permanentemente sobre si, una armadura, con su malla, su cota, su yelmo etc... cubierto, protegido, maquillado, tatuado y escondido dentro de su propia armadura. Su propia personalidad quedaba absolutamente oculta tras esa férrea pared.
Eso que, para él, fue -en principio- una protección, terminó alejándole y aislándole de todo lo que amaba, hasta que, mediante un doloroso proceso pasando por “castillos” como el del silencio, el del conocimiento, el de la voluntad y la osadía... encontró, por fin, el camino de la verdad y sus propias lágrimas, fueron oxidando aquella vieja armadura que nadie era capaz de romper. Al oxidarse por las lágrimas, se deshizo -poco a poco- inexorablemente, hasta que aquel caballero pudo llegar a ser libre de aquella cadena que el mismo se había forjado sobre sí mismo.
En una parte de esta historia se puede leer un dialogo que no tiene desperdicio:
- La mayoría de la gente está atrapada en su armadura, declaró el Rey.
- Qué queréis decir???... preguntó el caballero.
- Ponemos barreras para protegernos de quienes creemos que somos. Luego, un día, quedamos atrapados tras las barreras y ya no podemos salir.
Hace algunos días, un buen amigo, me regaló su último libro; en la contraportada, está pegado un espejo y abajo está escrito:
“Pero hay una persona que va a disfrutar de la vida ocurra lo que ocurra... la ves??? Eres tú!!!” Me pareció el mejor pensamiento que he leído en mucho tiempo.
Estoy más que harta de vivir rodeada de gente incrustada dentro de su propia armadura, intentando parecer quienes no son, cobijando sus propios errores bajo esa “asquerosa máscara”... Pero... eso sí... acusando “de todo y más” a aquella persona que van a cara descubierta, atreviéndose a ser ella misma, sin miedos ni mentiras.
Dice la Biblia en el libro de Proverbios:
“cada uno dice su propia verdad, pero... hombre de verdad, quién lo hallará???”
Acuñó una frase buenísima, como todas las suyas, el maravilloso estadista Winston Churchill: “Se puede engañar a alguien toda la vida, se puede engañar a algunos durante algún tiempo; pero no se puede engañar a todos siempre.” Y... escribe Pablo a los Gálatas:
“no os engañéis Dios no puede ser burlado... todo lo que el hombre sembrare eso también segará.”
Y... dice el propio Evangelio esas maravillosas palabras:
“la verdad os hará libres... quién es la verdad?”... Recordáis???:
“Yo soy el camino, la verdad la vida, nadie viene al Padre si no es por mí.” Qué maravilla!!!, caramba!!!, yo tengo un Dios genial!!! y cada día me sorprende con sus delicias.
Tú prefieres seguir viviendo protegido por tu armadura???... Y esconderte, cobardemente, detrás de ella???... Adelante, estás en tu derecho.
A mí, a estas alturas de la vida ya no me importan las críticas, los juicios injustos y miles de cosas que en el pasado me han hecho llorar; la vida me ha hecho más fuerte y... sabes??? Mi padre tenía razón... Más aún, mi Padre del cielo tiene todavía más razón, así que yo, hoy, aquí y ahora,
declaro firmemente que quiero seguir viviendo sin armadura, con la frente bien alta, a corazón abierto, con la verdad por delante; porque así es como quiere Dios que sea y porque así es la única manera de ser una persona accesible, transparente y confiable y... qué narices!!! porque así soy yo, y al que no le guste... puede cantar aquello de Mary Poppins:
“Con un poco de azúcar esa píldora que os dan, satisfechos tooooomaréis.”
Dedicado a uno de los seres más maravillosos que han pasado por mi vida y la han marcado, al que me enseñó a ir con la frente en alto, a pecho descubierto y sin armadura, volando en libertad, mi propio padre.
Si quieres comentar o