Basados en esta tradición es que la
Asociación Latinoamericana de Escritores Cristianos, ALEC ha programado un seminario-taller para personas interesadas en convertirse en escritores, el que se efectuará nada menos que en el auditorio de la Biblioteca Nacional los días 14 al 17 de noviembre de este año.(*)
Como un organismo vivo, ALEC está siempre atento a las lecciones que se van aprendiendo en el camino. Y procura que sus convocatorias sean todo lo adecuadas que se requiere para la situación de cada país o región escogidos para trabajar.
Después de Alcalá de Henares en 2003, ALEC ha ido modificando gradualmente su agenda de trabajo, lo que quedará más en evidencia en el seminario de Lima. Lo medular de estos cambios es que se han reducido las clases a solo cuatro: tres prácticas y una motivacional. Cada una de ellas cuenta, ahora, con más tiempo, de modo que junto con las clases dictadas se habilitarán talleres de trabajo en los que los alumnos podrán trabajar sobre las enseñanzas recibidas.
Las clases prácticas abordan tres asuntos cruciales: el manejo de la narrativa, el pulimento del estilo y la formulación de la maqueta. La motivacional tiene que ver con asuntos más sutiles pero igualmente determinantes al momento en que el pupilo(**) deba enfrentarse a la idea de que le es posible llegar a ser un escritor.
Otra novedad en el seminario de Lima es que estaremos usando a dos profesores nuevos que si bien por ahora no tienen una larga trayectoria como educadores, tienen el mérito de estar entre los primeros alumnos de ALEC que se proyectan como escritores permanentes de literatura cristiana destinada de preferencia al gran público del mundo no religioso.
Uno de ellos es
Luis Ruiz Doménech, de Barcelona, quien se ganó este derecho después de haber confeccionado una maqueta completísima y funcional sobre la base de la cual escribió su novela
Potifar. Plutarco Bonilla, consejero y asesor del director internacional de ALEC, nos comentaba un día de estos: «Sentí curiosidad por leer una novela de 196 páginas y ver cómo hizo el autor para escribirla basado en tan poca información que le proporciona el texto bíblico». Y se la leyó en dos días.
¿Cómo lo hizo Luis? Pues, uniendo a su talento, a su perseverancia y a su firme decisión de terminar lo que en un momento empezó, la maqueta que confeccionó inicialmente, antes de comenzar a trabajar.
La maqueta tiene la virtud, entre otras cosas, de ayudar al escritor no experimentado a clasificar las ideas que tiene en la cabeza y a ordenar el material con anticipación, de modo que cuando se lance a escribir, ya tenga el plan limpiamente trazado con lo cual no habrá más que seguirlo. A los escritores experimentados la maqueta les sale sola. La tienen ya incorporada en el magín y da la impresión que cuando se lanzan a escribir un nuevo libro lo único que tienen que hacer es dejar correr el lápiz. (Aunque las confesiones de no pocos autores de que las luchas que libran en la intimidad de su cuarto de trabajo los consume física y emocionalmente debería hacernos ver que tienen razón quienes dicen que nada que vale la pena se consigue fácilmente.)
El otro profesor que estará haciendo sus primeras armas en Lima es el joven madrileño
Miguel Angel Moreno Gómez. Desde que lo conocimos, nos ha impresionado por su tremenda voluntad de emprender empresas y perseverar hasta conseguir su propósito. Miguel Angel es de aquellos muchachos que saben trabajar duro y trabajar en lo que las circunstancias determinen en un momento dado. Actualmente está empezando su tercer año de Filología Hispánica en la Universidad Complutense de Madrid. Cuando ALEC se reunió, hace de esto casi un año en Pinos Reales, nos contó emocionado lo mucho que estaba aprendiendo sobre técnicas narrativas, sobre el manejo de la información y sobre los recursos lingüísticos. Con estos antecedentes, más el talento que ha venido mostrando como autor (ALEC le publicó su novela
Peones ciegos, la misma que con
Potifar de Luis Ruiz y
La llave de Febe Jordà está a punto de aparecer en el mercado hispanoamericano bajo el sello editorial de Thomas Nelson Publishers) no tardamos mucho en invitarlo a compartir sus conocimientos en nuestros seminarios-taller en calidad de profesor. Estamos seguros que Miguel Angel, como Luis Ruiz, Febe Jordà, Ana Rando, Olinda Luna, Bertha Carpio, José Luis Navajo, Verónica Rossato, Melsy Navarrete, Mario Cardona, Jesús Aquino y otros que harían más larga la lista terminarán transformándose en el primer gran equipo de escritores formados en América Latina dentro de un plan concienzudo y un trabajo persistente y que revolucionarán las letras cristianas en nuestro idioma. Para creer esto hay que tener visión. Y en ALEC la tenemos.
El tercer profesor en Lima será el filólogo
Juan Carlos Martín, representante de ALEC en España y quien reside con su esposa Tere y sus hijos Natan y Sarai en la hermosa y apacible ciudad de Calatayud, Zaragoza. Juan Carlos es, ya, parte del inventario de ALEC. Ha enseñado en España, en Miami (donde ha estado varias veces) en Ecuador, en Chile y ahora lo hará en Perú. Ha ejercido funciones de mentor ayudando a nuestros escritores y asesorándolos en el trabajo de llevar a cabo su proyecto. Al decir esto, nos vemos obligados a señalar otra de las cualidades que se dan al interior de ALEC. Se ha desarrollado una dinámica en la cual unos ayudan a otros y así todos contribuyen a alcanzar la meta común. No hay egoísmos entre nosotros sino una disposición de apoyarnos mutuamente. ¿Y sabéis por qué ocurre esto? Porque, como lo señalamos en nuestro artículo del 6 de mayo pasado, en ALEC «al concepto de éxito le hemos declarado la guerra, comenzando por eliminarlo de nuestro léxico. Y lo hemos eliminado porque creemos que es una mala compañía. Que es traicionero, insaciable y veleidoso; que así como te adula cuando llega, el día menos pensado se va, desgarrándote las entrañas; que te acompaña durante un tiempo pero es incapaz de llegar contigo hasta el final
final; que con tal de mantenerte cautivo a sus caprichos te puede inducir hasta a que vendas a tu madre» (copia textual). Esto, precisamente, ha eliminado de entre nosotros la envidia, la vanagloria, las rivalidades y el desamor.
Finalmente, quien tendrá a su cargo las conferencias motivacionales será el reconocido comunicador chileno-estadounidense
Guillermo Serrano, de Chicago, Illinois. Guillermo estuvo con nosotros en la sala de partos cuando nació la pequeña ALEC. Él la acunó en sus brazos y le dio las primeras palmaditas en las nalgas para que rompiera en ese llanto anunciador de vida. A la única cita que ha faltado ha sido a la de Pinos Reales, pero ha estado en todas las demás. Tiene más que suficiente experiencia y un concepto de visión-misión profundamente arraigado en la fe que profesamos, de modo que no habríamos podido encontrar mejor motivador. En un próximo artículo es posible que ahondemos en este y otros conceptos con los que nos hemos encontrado en nuestro caminar por las rutas interesantísimas de la literatura cristiana en español.
La calidad de nuestros profesores, lo acertado y pertinente de la agenda unidos al entusiasmo con que el hermano peruano responde a las buenas convocatorias es que nos hace esperar con expectación y grandes esperanzas el seminario-taller de noviembre. Allí en Lima hay un equipo entusiasta y altamente motivado que dirige otro enamorado de ALEC, el pastor nazareno
Jesús Aquino. El y sus colaboradores están llevando por estos días la carga pesada de la promoción y la toma de inscripciones. Como nosotros, también ellos, a su tiempo, recogerán los frutos del trabajo que realizan hoy día con sacrificio pero con una convicción inquebrantable de que estamos haciendo lo que Dios quiere que hagamos.
(*) Para quienes no han estado nunca de visita en el Perú, la Biblioteca Nacional es uno de los varios edificios señoriales que dan al centro de Lima una personalidad imponente. Con todo lo bellas que son las capitales latinoamericanas, sin duda que Lima destaca lejos por su fineza y la forma en que se conserva la presencia española en esta ciudad que fue sede del Virreinato y conocida también como Ciudad de los Reyes.
(**) Perdónenme señores de la RAE pero ya me están cansando. Resulta que ahora no puedo usar la expresión pupilo como sinónimo de alumno porque ustedes dicen que pupilo es alguien «huérfano respecto de su tutor/ individuo que se hospeda en una pensión/ protegido». Me parece que deben abrir las ventanas de una vez para que se renueven los viejos aires que aun campean por los pasillos de la Academia. Aunque no les guste, para mí pupilo es alumno. Y punto.
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