El horóscopo define los 12 signos del zodíaco y clasifica a las personas por los signos particulares bajo los que han nacido: Aries, Tauro, Géminis, Cáncer, Leo, Virgo, Libra, Escorpión, Sagitario, Capricornio, Acuario y Piscis.
Millones de personas diariamente revisan su horóscopo para averiguar su futuro; firman contratos, constituyen empresas, escogen oficios, hacen apuestas, planean viajes, escogen el nombre de sus hijos, y a veces formulan políticas y decisiones de gobierno, todo esto en base en los presagios astrológicos, viendo si los astros le favorecen o no.
La astrología tiene su origen en la antigua Babilonia, en efecto, la obra de Namar Beli, escrita por el Rey Sargón, 3.000 años antes de Cristo, y que está incluida en los libros cuneiformes del Rey Asurbanipal, contenía observaciones astrológicas, además de varias predicciones y reglas para la interpretación de los sueños. Los babilonios fueron los primeros que observaron los cielos y reaccionaron ante los portentos que creían ver.
Por el hecho de que los astrólogos acierten, no significa que los cristianos deben aceptar dichas cosas. La fuente de estos poderes no provienen de Dios, la Biblia dice:
“Y no es maravilla, porque el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz” (2ª Corintios 11:14); son muchos los pasajes bíblicos que condenan a quienes adoran y consultan a los astros:
“No sean hallado en ti quien...practique adivinación, ni agorero, ni sortilegio, ni hechicero,...ni mago, ni quien consulte a los muertos, porque es abominación para con Jehová cualquiera que haces estas cosas...” (Deuteronomio 18:10-12); en el juicio contra Babilonia Dios profetizó que los astrólogos, no podrían ayudar a Babilonia:
“Te ha fatigado en tus muchos consejos, comparezcan ahora y te defiendan los contempladores de los cielos, los que observan las estrellas, los que cuentan los meses, para pronosticar lo que vendrá sobre ti. He aquí que serán como tamo; fuego los quemará, no salvarán sus vidas del poder de las llamas...” (Isaías 47:13-14).
Dios ha dispuesto que el hombre se valiera de los astros para medir las estaciones, días y años (Génesis 1:14), la Biblia no indica que debemos buscar en ellos una guía para tomar decisiones y hacer evaluaciones en nuestra vida personal; para esto tenemos la Palabra de Dios, que dice:
“¡A la ley y al testimonio! Sino dijeren conforme a esto, es porque no le has amanecido”(Isaías 8:20), no hay apoyo bíblico para consultar la astrología para decidir nuestro futuro.
La sabiduría, la orientación, la compresión y la formación del carácter y personalidad del individuo no vienen determinadas por los astros del cielo; sino que vienen dados por una serie de factores hereditarios, medio ambiente, educación y determinación de superación. Las personas que consultan diariamente su horóscopo lo hacen con la idea de evadir sus responsabilidades en las tomas de decisiones personales, quieren que alguien les indique qué hacer, así se sienten más seguros, esta es la razón de la popularidad de programas astrológicos por la televisión, radio y prensa.
Quienes miran a Dios, tienen una guía que nunca falla, Jesús prometió a sus seguidores que
“...cuando venga el Espíritu (el Espíritu Santo) de verdad, él os guiará a toda verdad...” (Juan 16:13). El autor del libro de los Salmos dijo:
“Porque tú eres mi roca y mi castillo; por tu nombre me guiará y me encaminarás” (Salmos 31:3).
Para tomar una decisión, el cristiano verdadero no se fundamenta en averiguar si los planetas o estrellas están o no en posición favorable, ni cree en que la fecha y día de su nacimiento determina su carácter; él confía en que Dios tiene el control y que está a su favor, se basa en hechos concretos y objetivos, pues sabe que Dios le ha dado inteligencia y capacidad para afrontar las situaciones de la vida diaria.
“Fíate del Señor de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas” (Proverbios 3:5-6).
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