PLANO, DALLAS – FORTHWORTH
La tierra es plana. Los elementos más altos que encuentro en la carretera, dejando aparte las eventuales gasolineras, los depósitos de agua y los postes eléctricos de madera, son las balas de heno.
Estar en medio de este gran llano que es Texas, me agobia en ocasiones. El cielo es enorme, inabarcable, azul, como si el océano hubiera estado ahí siempre. El horizonte poco puede hacer para poner sus límites. A veces veo los esqueletos de las casas, y resulta increíble cómo pueden aguantar las inclemencias del tiempo y los huracanes que pasean por aquí en los meses de mayo y junio. En algunos rascacielos de Dallas se aprecian los efectos de los huracanes: faltan cristales. En tierra de huracanes nació Townes van Zandt, el mejor músico folk (con permiso de Dylan) americano. Y es por medio de huracanes como se forman las grandes biografías.
PALESTINE
¿Esto es Palestina? Yo lo veo igual que Texas, con su potente color amarillo. Ardillas saltan de árbol a árbol, en los parques salpicados entre los pueblos.
Un puente cruza por un embalse del que emergen ramas desnudas de árboles ahogados, luchando por crecer hacia arriba.
Cuento la decimoséptima iglesia bautista (autodenominada “del sur”) desde que crucé el río Trinity.
Un autobús amarillo lleno de niños pasa junto a un largo trailer. Los niños agitan los brazos de arriba abajo y aplauden al conductor cuando hace sonar el claxon grave.
El estruendo de los niños se detiene por unos momentos al detectar el olor de una mofeta.
BRYAN, JUNTO AL RÍO BRAZOS
27 de enero
Un armadillo duerme el sueño de los justos a un lado de la carretera de seis carriles. Nadie sabe lo que es la luz intermitente. Yo tampoco.
Al pasar al lado de una fila de casas de película de sobremesa, reconozco el olor de una barbacoa.
Al pasar al lado de un depósito para el agua, reconozco el olor de una sandía.
Otra iglesia; esta es presbiteriana. Van treinta y cinco.
Me detengo para probar mi último trozo de pastel de manzana. Lo hago precisamente en una calle en la que sólo hay iglesias. Aquí está el Cristo Redentor, el Cristo Salvador, el de los Últimos Días, el de los bautistas y el de los bautistas sureños, el de la Biblia y el que puede verse desde el aire. Está aquél a quien puede hallarse en el interior de una carpa itinerante, y el que es ofrecido desde un cajón en el centro de una plaza. Está el que se transforma en carne cuando el pan es partido y acompañado de mosto. Está el de las bandas de country, y el que fue descubierto en una Biblia en un motel cualquiera.
Esto puede resultar indignante para algunos, sórdido para otros y propio de fanáticos para casi el resto. Al menos aquí nadie te juzga por elegir.
KATY, HOUSTON
Una bella ciudad de paso. Wal-Mart, Kwick-e-Mart, Wendy´s, Culber´s, Burger King, Tony Roma´s y Seven Eleven... todos me dicen adiós mientras paso a su lado. Coca-Cola y Dr. Pepper me acompañarán en otros lugares, no hay duda, así que no los extrañaré tanto. Quizá sea así con las botellas de Root Beer y los muffins de arándano, pero no se puede tener todo.
Surcos blancos de algodón se van imponiendo al amarillo.
AUSTIN
El mismo capitel que en todos y cada uno de los estados, preside el centro de la ciudad. Un muchacho tuerto toca el banjo. Le sonrío, le doy algo de dinero y él me regala esa canción y un saco pequeño con nueces.
SAN ANTONIO
Bajo el nombre de la ciudad, alguien ha escrito Banderas. Muy ingenioso. Me quedo aquí a pasar la noche. Un río parte la ciudad en dos, como ocurre con tantas otras, y es aprovechado para crear canales, como en Venecia. Los rascacielos me recuerdan a la ciudad de Gotham, en los cómics de Batman: rectos, cuadrangulares, oscuros e imponentes. La ciudad hierve, es eléctrica en la noche. Cada momento que pasa, encuentro a menos personas que hablen inglés. En realidad, Texas es más hispana de lo que uno se imagina, con lo que el cambio de un país a otro no debería ser muy brusco.
CORPUS CHRISTI
28 de enero
Mi último rodeo. Quería detenerme en el golfo de México. Oler su sal, antes de entrar en el desierto, frío y duro. Vuelco mis pensamientos hacia el mar, y siento que echaré de menos este agradable paseo. Tomaré la carretera y seguiré la costa hasta Brownsville. Y de ahí, en dirección al sol.
Un último detalle: muchos cargan con un rosario, que se balancea con comodidad y choca contra las rodillas de quien lo lleva.
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