…este dictamen no agradó a las sociedades misioneras que ya tenían un trabajo y arduo y complejo en América Latina(2) esto propició que algunos delegados se reunieran aparte para convocar un congreso en América Latina.En las consideraciones de los que manifestaron su desacuerdo con el resolutivo de Edimburgo, estaba la convicción de que América Latina necesitaba seguir recibiendo el mensaje evangélico que ya se había hecho presente desde varias décadas atrás en distintos países hispanoparlantes. En la difusión de ese mensaje las agencias misioneras llevaban invertido un considerable monto de recursos económicos, capacitado y enviado personas que habían obtenido resultados modestos pero prometedores. Para cuando se estaba realizando el Congreso de Edimburgo ya existían, en México, 700 templos protestantes. La población evangélica, entre miembros y adherentes, rondaba los 70 mil (cuadros 1 y 2)
Robert Speer, secretario de la Junta de Misiones en el Extranjero de la Iglesia Presbiteriana en Estados Unidos (1891-1937) y asistente al Congreso de Edimburgo, fundó en 1913, el Comité de Cooperación para América Latina (CCLA)(3) que llegó a ser la entidad patrocinadora de los congresos evangélicos hasta 1961 (1995:36).
La mayoría de los asistentes fueron agencias misioneras y personal que trabajaba en América Latina. El idioma oficial fue el inglés. Robert Speer presidió el Congreso, que impulsó el recientemente creado Comité de Cooperación para América Latina, organismo paraeclesiástico que trabajaría de la mano con las misiones norteamericanas y canadienses en América Latina, con la tarea de Samuel Guy Inman como secretario ejecutivo.Por la importancia del personaje, que ya hemos advertido antes, consideramos necesario ahora proporcionar más información acerca de José Coffin Sánchez. De manera equivocada se le ha identificado como misionero norteamericano (Rivera Farfán, 2001:34), cuando fue mexicano, hijo de escocés (Joseph Coffin Deems) y tabasqueña (Tomasa Sánchez), y perteneciente a las primeras generaciones de protestantes en nuestro país. A Coffin se debe la incorporación al presbiterianismo de varios núcleos evangélicos dispersos por la intrincada geografía chiapaneca. Tanto él como su esposa, Luz Otero, apoyaron el movimiento revolucionario de 1910. De su identificación con la insurrección contra la dictadura de Porfirio Díaz dejó claras muestras en la biografía que escribió del General Gutiérrez, un tabasqueño presbiteriano y revolucionario. Por su parte Luz Otero fue maestra de primaria y “doctrina en las iglesias que pastoreó su esposo… gran humanista que restañó heridas y dolores con su brigada de (la) Cruz Roja Tabasqueña de los que caían en las acciones de la Revolución maderista y después Constitucionalista” (Rosales Pérez, 1998:160). La extensa cita que sigue se justifica por el lugar que ocupa José Coffin como participante primordial en la difusión del evangelicalismo en Chiapas y como organizador de las células que por otras iniciativas espontáneas existían cuando él llegó a la entidad.
Entre los más destacados acuerdos del Congreso de Panamá puede mencionarse la definición del cristianismo social como: “El objeto de la enseñanza evangélica es no solamente conseguir una salvación personal, sino también una manifestación de patriotismo, de amor al prójimo, de deseo de emplear todo y cualquier esfuerzo personal, y movimientos que tiendan a purificar del fraude la vida política, de crueldad la vida industrial, de deshonestidad la vida comercial, de vicios y depravaciones en todas las relaciones sociales” (Gutiérrez, 1995:40).
José Coffin, fiel siervo de nuestro Señor Jesucristo, era natural del estado de Tabasco en la región de La Chontalpa. Su padre era norteamericano de ascendencia escocesa (cuando los Estados Unidos del sur perdieron la guerra civil, saliendo triunfadores los Estados del Norte, él, el padre del hermano Coffin y otras personas salieron de su país para no volver jamás). La madre del citado hermano Coffin era originaria de Tabasco. Fue educado desde niño en el Evangelio y ya de joven decidió dedicarse al ministerio. Ingresó al Seminario Presbiteriano que para ese tiempo se había cambiado a Coyoacán, México, D.F. Se graduó en la primera generación que salió de allí en el año 1904, cuando aún era estudiante seminarista prestó sus servicios a la Iglesia presbiteriana de Veracruz, porque en el Seminario los estudiantes eran enviados como colportores a las diferentes regiones del país. También al hermano José Coffin en ese tiempo le toco salir por Jalpan, Coatepec, Xico, Teocelo y Huatusco. En Teocelo un fanático lo iba a asesinar, pero escapó el hermano Coffin milagrosamente. Al salir del Seminario ya graduado le tocó pastorear en la iglesia de Veracruz, Ver., en la cual desarrolló un intenso programa de trabajo evangelístico. En ese tiempo la iglesia de Veracruz fue una de las primeras en todo sentido. Ya siendo pastor ordenado en compañía del misionero N. J. Elliot y del señor J. Miraval Lausan, establecieron la obra médica que duró varios años dando buenos frutos. La iglesia tenía una escuela en Paraíso, Tabasco, y ya estando casado con la profesora Luz Otero, a los esposos Coffin les fue encomendada dicha escuela que atendieron durante algunos años. Este mismo hermano fue fundador en Tabasco de la Cruz Roja en tiempos de la Revolución. Su obra evangelística fue grande. Más tarde trabajó en Chiapas. A su trabajo él le llamaba ruralismo y tenía razón, pues como pionero en Chiapas hacía recorridos en todo el estado a pie y algunas veces a caballo. Su campo de acción fue bastante extenso, teniendo que trabajar mucho para poder atender ese campo, pues allí los ministros escaseaban.
Su obra principal consistió en saber aprovechar a los laicos de preferencia en Chiapas en donde atendía muchas congregaciones formadas por él con personas que él mismo preparaba de las mismas congregaciones. El era un visitador incansable e instructor, además de buen teólogo (Esponda, 1986:165-166). Fue el primer presidente de la Asamblea General (1947), órgano máximo de la Iglesia Nacional Presbiteriana de México (Tijerina González, 1993:73)
…el entonces presidente Gral. Elías Calles puso en vigor la ley prohibiendo a los ministros de culto que no eran mexicanos por nacimiento, oficiar en las Iglesias de México. Cayó como bomba atómica la ley con el resultado de que algunos misioneros se desanimaron y regresaron a sus tierras. No faltó quien preguntara a los Kempers si también iban a dar media vuelta. Siguieron de frente y permanecieron en el estado de Chiapas exactamente cuarenta años saliendo en 1966 otra vez en el día Cinco de Mayo. Cabe decir aquí que el decreto mencionado, tan lamentado por algunos, fue una de las mayores bendiciones que recibieron la Iglesia Nacional y las Misiones. En todo programa misionero tiene que llegar el día cuando una Iglesia nueva (se) gobierne a sí misma. En vez de entrar al agua a tientas probando la temperatura, por el decreto la Iglesia se halló obligada a echarse un clavado alcanzando así lo que Iglesias en otros países no obtuvieron sino hasta treinta años después, a veces con tensiones desagradables. La Misión de la Iglesia Reformada entonces desde el principio trabajó con el respaldo y a través de los cuerpos nacionales (Kempers, s/f:2).Por último, el tercer factor modelante está relacionado con la cercanía en el trabajo misionero que tuvo Kempers con José Coffin Sánchez(7). Este último privilegió la evangelización personal, en lugar de realizar campañas masivas. Subrayó la importancia de ir a las zonas rurales, al grado de dejar la atención del púlpito (lugar desde donde se predica y expone la Biblia en las congregaciones evangélicas) en manos de los laicos de las iglesias citadinas que él pastoreaba. Involucramiento de todos los creyentes en la preservación, expansión y dirección del trabajo eclesiástico. Depositó responsabilidades claves “únicamente (en manos de) personas experimentadas, conocidas y conocedoras” (Kempers, s/f:3). Enfatizó la disciplina de los congregantes al Consistorio. Prefería las acciones discretas, evitando la publicidad.
1) La descentralización de obreros y misioneros, repartiéndolos en los lugares estratégicos. 2) La identificación de los misioneros con el pueblo nacional (clave del éxito especialmente en la obra entre los indígenas) 3). Establecer instituciones únicamente del tipo que la Iglesia Nacional podría dirigir y mantener más tarde, sin subsidio. 4) Ayudar en la construcción de templos y casas pastorales únicamente si la Iglesia local pagaba la mitad del costo, en bien de la mayordomía. 5) Evitar el pago de honorarios tan altos que la Iglesia Nacional más tarde no podría asumir el sostén completo de sus ministros y obreros. 6) Preparar ministros y obreros nacionales en preferencia a la introducción de un crecido número de misioneros del extranjero. 7) Procurar que la obra indígena tanto como la obra entre mestizos fuera parte del Presbiterio de Chiapas, para el bien de la Iglesia y para la integración del pueblo indígena. 8) Conseguir la previa aprobación consistorial o presbiterial antes de iniciar un trabajo nuevo.Considerado por muchos como el organismo que introdujo el protestantismo en Chiapas, El Instituto Lingüistico de Verano hace su aparición en dicho estado tardíamente si tenemos en cuenta que, para finales de la década de los treintas cuando se instala en Chiapas el primer enviado del ILV, en algunas regiones de la entidad el cristianismo evangélico ya tenía cinco o cuatro décadas de haberse establecido.
Artículos anteriores de esta serie: | ||||
1 | Génesis protestante en Chiapas | |||
2 | Primeras incursiones protestantes - Chiapas | |||
3 | Protestantes en Tabasco | |||
4 | Misioneros del sur de Chiapas |
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