Y, en cierto sentido, esto está aquí y no se puede negar. Pero ¿hemos escuchado a los que se van? ¿Qué dicen ellos de sí mismos? ¿Es posible que el problema de espiritualidad no esté sólo en el que abandona, sino en la espiritualidad de la propia iglesia?
En un estudio sobre un colectivo de personas que habían abandonado recientemente sus congregaciones en Nueva Zelanda, la primera de las razones de ese abandono era que la iglesia no era relevante en cuanto a los grandes temas de la vida. La iglesia no conectaba con el trabajo, con la familia y con el resto de sus preocupaciones personales. Lo que a la iglesia le preocupaba no tenía nada que ver con lo que a ellos les preocupaba.
Muchos de nosotros pasamos más del 40% de nuestro tiempo despiertos a lo largo de la vida en el trabajo, si no contamos el trabajo el casa y el trabajo voluntario, en ese caso la proporción subiría bastante por encima del 50%, mientras que el evangélico promedio pasa menos del 2% de su vida en la iglesia. Sin embargo, la iglesia pone el mayor énfasis en ese 2% en lugar de preparar a la gente para el 98% restante.
LA IMPORTANCIA DEL LUGAR DE TRABAJO
El lugar de trabajo es el lugar de nuestra sociedad en donde hay más contacto entre las personas creyentes y las no creyentes. No es el único lugar donde eso se produce, pero es un lugar privilegiado. Hemos sido llamados a ser testigos en el lugar en el que Dios nos ha puesto, y tenemos que entender que es Dios quien nos ha situado en el lugar concreto en el que hoy en día estamos, y que estamos allí con propósito.
El llamamiento de cada iglesia es el de formar y dar cobertura a los miembros en el lugar en el que están para que puedan ejercer un ministerio allí. El ministerio de la Iglesia es ese, preparar a los miembros para la obra del ministerio. El papel de los líderes es el de capacitar a los santos para la obra del ministerio. En palabras de Richard Farson, la verdadera capacidad de un líder se mide por la capacidad de suscitar la fuerza del grupo.
En la Alianza Evangélica Española hemos hecho un estudio sobre aquellas áreas en las que los hermanos sienten que la Iglesia les está ayudando de una forma más significativa. Se les ha preguntado por cuatro áreas de su vida, ellos consideran
que la iglesia les está capacitando de una forma más efectiva para vivir su vida cristiana de una forma personal y para las relaciones dentro de la iglesia, mientras que se sienten menos preparados en el área de la familia, y aún menos en el área del trabajo. Estamos viviendo la paradoja de que allí donde los creyentes pasan más tiempo, donde tienen la mayor parte de sus relaciones con no creyentes, es donde la iglesia les está preparando menos para vivir como cristianos. Más de la mitad de los creyentes afirman no haber escuchado nunca un mensaje sobre la visión cristiana del trabajo.
La conclusión es que dar soporte a los miembros de nuestras iglesias en sus trabajos diarios no forma parte del modelo de iglesia que hemos recibido en los últimos años. Aunque muchos ancianos, pastores u obreros trabajan actualmente o lo han hecho en años previos, no siempre han recibido el modelo que les permita ver sus trabajos como un ministerio más. Abrir este campo de ministerio puede ser tremendamente enriquecedor para la iglesia.
¿Cuándo la iglesia es realmente iglesia? ¿Cuándo se desarrolla el ministerio de la iglesia? El modelo de iglesia que hemos recibido nos dice que la Iglesia es Iglesia el domingo por la mañana y por la tarde. La iglesia es iglesia cuando está reunida. La Biblia nos habla de varias imágenes de la Iglesia, nos dice que la Iglesia es una ciudad subida en un monte, lo que nos habla de una concentración de luz en un punto concreto, en alto para ser vista, y nos hace ver la importancia de congregarnos, y de que la Iglesia es Iglesia cuando está congregada. Pero también nos da el modelo de la sal, una sal que está hecha para ser dispersada en el mundo, que sólo cumple su función cuando está en contacto con los alimentos. En este sentido sólo cumple su función cuando estamos dispersos por el mundo, en nuestras ocupaciones diarias. Somos igualmente iglesia cuando estamos dispersos. Somos discípulos 24 horas al día y 7 días a la semana.
La mayor parte de la evangelización que realiza la iglesia está orientada hacia el vecindario de la iglesia. Salimos a los parques con programas para niños, o mayores, repartimos folletos, tenemos programas de ayuda social, participamos en las actividades del barrio, etc. A pesar de ser buenas, estas actividades se basan en contactar gente con la que no tenemos una relación previa. Siempre se trata de una “puerta fría” en términos de marketing. En lugar de ello
no estamos incidiendo en el área en la que están nuestras relaciones, donde más relaciones naturales tenemos, donde creyentes y no creyentes estamos sometidos a las mismas presiones, donde los no creyentes pueden ver que somos diferentes, que tenemos una forma de comportarnos propia del reino de Dios y dónde pasamos entre el 50 y el 70 por ciento de nuestro tiempo despiertos.
En nuestros trabajos es donde hemos establecido relaciones de forma natural, hemos tendido puentes con la gente que nunca pisaría la iglesia, somos respetados por nuestra forma de trabajar, y hablamos el mismo lenguaje que ellos. Son contactos cálidos y naturales. No hay que romper tantas barreras. La mayoría de gente que conoce a un cristiano lo conoce por haber trabajado con él.
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