Tolerar
Oir
Perdonar
Expresar
Seguimos enfatizando la necesidad de “oír”, pero elevando el acto al grado de “escuchar” y hoy matizaremos determinados aspectos de ese arte fundamental para la convivencia en familia.
DEBO “OIR” TAMBIÉN LO QUE NO ME GUSTA “OÍR”.
Hay determinadas cosas que no es agradable escuchar de boca de nuestra pareja. Me refiero a esos momentos cuando se nos reprocha algo que no hicimos bien, ó determinada actitud que no fue la adecuada. Sin embargo, también en esos momentos debo oír y aceptar la crítica constructiva. Alguien dijo que no hay error más grande es no haber errado nunca, y otro sabio añadió que hay algo positivo en equivocarse y es la oportunidad de rectificar. Pero para enmendar nuestros fallos necesitamos con frecuencia a alguien que los señale, ¿Quién mejor para esta empresa que una persona que nos quiere, como es nuestra pareja?
Tener capacidad de autocrítica y ánimo de corregirme no sólo es tremendamente positivo para mi superación personal, es, además, clave para una familia sana y un matrimonio perdurable.
CONSTRUIR PUENTES ENTRE DOS GENERACIONES.
Miremos de nuevo a la comunicación entre padres e hijos. Hace unos días anunciaban en televisión la comercialización de un tono de móvil que sólo podían escuchar los menores de treinta años, para cualquiera que superara esa edad el tono pasaba inadvertido.
Al parecer el sonido era emitido en una frecuencia perceptible únicamente por oídos jovenes. Mi hija vino del colegio diciendo que uno de sus compañeros lo tenía y lo hacía sonar en medio de la clase sin que la profesora pudiera escucharlo. En este ejemplo de la tecnología se refleja una realidad social: Hay dos líneas de comunicación que separan dos generaciones.
Eso ocurre en la realidad; con demasiada frecuencia los hijos quieren saber poco de los padres, pero los hijos deben escuchar a los padres al menos por dos razones.
Porque los padres quieren lo mejor para sus hijos. No es capricho de ellos cuando nos dan un consejo, nos marcan una directriz ó nos piden que hagamos determinada cosa. Estoy convencido de que salvo contadísimas excepciones las directrices que marcan los padres están basadas en el amor a sus hijos.
Porque es uno de los Diez Mandamientos de la Ley de Dios. “Honra a tu padre y a tu madre” Este mandato se encuentra situado en el corazón de la ley de Dios.
Piénsalo bien: cuando Dios decidió establecer un reglamento mediante el cuál se regiría todo el mundo y por todas las generaciones, SÓLO ESTABLECIÓ DIEZ NORMAS, las más importantes. Y de esos diez mandamientos que servirían de base para las constituciones y la reglamentación de todas las naciones, uno de ellos dice: HONRA A TU PADRE Y A TU MADRE. ¿No te parece que es importante para Dios? No cabe duda, lo que es importante para Dios tiene especial relevancia.
La ley de Dios pide honra para los padres y la forma básica de honrarles es “escucharles” considerando seriamente lo que nos digan.
Por descontado que los padres deben tomar este privilegio como una enorme responsabilidad y desplegar con justicia y equidad la autoridad que se les ha conferido. Ellos también deben escuchar a sus hijos y hay muchos momentos en la relación padre-hijo en que debe prevalecer el diálogo y la negociación. El “no porque no” No sirve. La actitud dictatorial de “porque lo digo yo y basta” no tiene nada que ver con una paternidad responsable.
Tengamos en mente siempre la máxima: “Maestro recuerda: no sólo se enseña lo que se sabe, también se enseña lo que se es.”
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