Con este artículo, que pone punto final a esta conversación reflexiva –o reflexión dialogada- que hemos tenido durante bastantes semanas, no quiero que crea Vd. que estoy haciendo ningún proselitismo, a pesar de haber confesado ya mi convicción cristiana. Sólo estoy describiendo aquellos aspectos en los que el cristianismo es tan diferente a todo lo demás, que merece ser considerando una forma nueva, o un modo genuino de Conocimiento: La Revelación en Cristo
Resumen:
Modo de Conocimiento: Conocimiento de Cristo
Sustentación: Revelación de Dios en la persona de Jesús de Nazaret
Registro: La Biblia, y el Evangelio de Jesucristo. Hechos y escritos testimoniales de los conocedores de la revelación. La oración.
Logros de Conocimiento: Fe cristiana, a nivel individual y cristianismo, como conjunto de las distintas familias cristianas, la Iglesia.
Los cristianos sostenemos como verdades las siguientes, las cuales vamos presentar en dos grupos, por motivos exclusivamente didácticos:
a) Verdades reconocidas también por los no cristianos:
- Que Jesús de Nazaret, un judío de baja extracción social, aunque de la línea de David, hace unos 2000 años, y en un cortísimo periodo de tiempo de ministerio profético desarrollado en la tierra Palestina, cambió considerablemente la historia de la Humanidad.
- Que está más que suficientemente probada y documentada la existencia histórica de tal hombre, y lo está mucho más que otros muchos acontecimientos históricos incuestionados.
- Que murió crucificado en la época del gobernador romano Poncio Pilatos en los alrededores de la ciudad de Jerusalén, sin haber constancia de delito para su procesamiento por las autoridades judías y romanas de la época, a excepción del delito de blasfemia (sólo para los judíos, no así para los romanos) de considerarse a sí mismo como Hijo de Dios, y el Dios mismo encarnado.
- Que las circunstancias que rodearon su vida, su muerte y la desaparición de su cuerpo fueron casos inexplicables incluso para los más incrédulos de la época.
- Que, desde entonces, las ideas de perdón, de abnegación, de igualdad y de amor, incluso a los enemigos, preconizadas por Jesús, se fueron extendiendo principalmente hacia el mundo occidental, dando lugar a una civilización y una cultura tal como hoy las conocemos.
b) Verdades admitidas sólo por los cristianos:
- Que Jesús de Nazaret es el Mesías, el Salvador, el Dios hecho hombre del que hablaba el Antiguo Testamento de los profetas judíos, desde siglos antes de su nacimiento en la ciudad de Belén.
- Que Jesucristo es Dios y Hombre simultáneamente. Como Dios, es increado y eterno. Y como hombre es el Mesías, que pagó, siendo inocente, con su pasión y muerte en lugar de toda la Humanidad, apartada de Dios desde el momento mismo de la creación de su naturaleza humana.
- Que, debido a esa acción salvífica de Cristo, los hombres estamos desde ese momento reconciliados con Dios padre, abriéndose de nuevo la única vía de comunicación con Él, a través de la fe en Cristo. Es decir, que el cristiano acepta el pago que el Salvador hizo por todos y cada uno de nosotros.
- Que Jesucristo no sólo murió por nosotros, por todo aquél o aquélla que en Él crea, sino que resucitó de entre los muertos y volvió a la vida, y regresó a la presencia del Dios Padre, con el que es uno en la eternidad.
- Que Dios, a través de la muerte y resurrección de Cristo nos hace partícipes a todos los cristianos que den testimonio publico mediante la fórmula del Bautismo, y nos infunde su propio Espíritu Santo como consuelo y protección, hasta que estemos definitiva y eternamente en Su presencia.
Esencialmente, éstas son las bases fundamentales del conocimiento y de la fe cristiana. Casi nada, para verlo desde un perspectiva materialista! ¿Verdad?
Dogmas como la Encarnación de Dios o la Resurrección de Cristo, nos granjean cuando menos, la sonrisa, la burla del intelectual que no posee, ni admite, este conocimiento revelador.
Evidentemente, si los cristianos no somos capaces de explicar convincentemente lo que creemos y por qué lo creemos, en orden a no presentar contradicciones con sus otros saberes humanos, entonces y sólo entonces nos haremos merecedores de desprecio intelectual, porque seremos seres de conocimiento desintegrado y contradictorio.
Pero, si demostramos que el nivel de sabiduría en el que tiene lugar el conocimiento personal de Cristo es tan real como puede serlo cualquier otro de los conocimientos; y, aún más, que es capaz de integrar y desarrollar los demás saberes, entonces mereceremos el respeto mayor que el humano pueda sentir: el de haber llegado a la meta de conocer al verdadero Dios, y, por tanto, el verdadero sentido de la vida, aludido por Tomas de Aquino, como anhelo perfectamente humano, con el cual comenzábamos esta serie de artículos.
Si es Vd. un creyente cristiano, quiero decirle que el objetivo de nuestra fe no es, por supuesto, conformarnos con merecer el respeto intelectual de los demás. Pero también debe ser parte de nuestro testimonio, si queremos llevar el Evangelio a todas las capas sociales.
Hoy, quizá más que en ningún otro momento de la historia, se han desarrollado los saberes humanos en tal medida, que parecen tener respuesta para cualquier problema que les planteemos; y, por ello, está emergiendo un tipo de persona más cerrada que nunca, frente a la aceptación de la revelación o del conocimiento del evangelio de Jesucristo. Y ello, principalmente por parecer innecesario, o por parecer-digamos- superado.
Con demasiada frecuencia, se presenta el conocimiento de Cristo en su papel de Salvador, junto con otras creencias verosímiles, propias del nivel mitológico e idolátrico, que al ser éstas superadas después por el saber científico, parecen desmontar todo lo que en este artículo se trata de evidenciar como correcto y fidedigno (=digno de fe) del saber y del conocimiento del verdadero Dios.
Bien, y si no es Vd. un creyente. Ciertamente, tiene Vd. el derecho a que el cristiano del Siglo XXI, le explique, no ya cómo podría Vd. conocer a Cristo (algo que no es la finalidad básica de este artículo), sino cuáles son los fundamentos racionales para que Vd. no siga considerando que ser cristiano hoy, es poco menos que ser un suicida intelectual, o aceptar una alienación heredada ya demasiado tiempo de generación en generación.
La próxima semana terminaré esta serie de ¿Y Vd. qué dice? con un testimonio más personal.
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