El pueblo catalán es uno de los más maduros políticamente de la península: todos estaremos de acuerdo en que saben lo que quieren y saben ejercer sus derechos; en mi campo profesional puedo certificar que cuando se quiere diseñar una política sobre un área determinada, una de las primeras preguntas que los gestores se hacen es “¿cómo han resuelto esta cuestión los catalanes?” Pues teniendo esto en cuenta, los resultados que ofrece el estudio del CIS son muy llamativos:
Casi la mitad de los encuestados dice que tiene un conocimiento bajo del contenido del nuevo estatuto; una tercera parte adicional, muy bajo o nulo e incluso un 7% no tenía ni idea de que se iba a realizar un
referendum para aprobarlo. Pues bien, un 51% iba a votar con toda seguridad y un 21% adicional mostraba clara voluntad de hacerlo; uniendo los dos datos,
no es aventurado concluir que un porcentaje significativo habrá votado sin tener una información responsable sobre lo que votó; no es extraño que antes de la consulta casi la tercera parte mostrase un preocupante despiste y tuviese dudas sobre votar entre posturas diametralmente opuestas, el sí o el no. Esto nos hace preguntarnos ¿cuáles son las motivaciones de este sector de población? ¿cómo entiende su responsabilidad política? ¿le preocupa estar informado? ¿en dónde busca la información? ¿qué información le ofrecen los dirigentes políticos?
¿Por qué la población general no se informa más? ¿Quizás porque no lo considera relevante? Pues parece que no, porque dos tercios de los encuestados aseguran que el resultado será muy importante o bastante para el futuro de su país; pero en contraste, a más de la mitad le preocupa poco o nada; ¿cómo puede ser esto? Posiblemente porque casi la mitad cree que, si la reforma se aprueba, la vida en Cataluña seguirá igual.
Sabemos que las encuestas tienen sesgos difícilmente controlables (por ejemplo, muchas veces la gente no contesta lo que piensa, sino lo que cree que es correcto contestar), pero aún así podemos concluir que a la mayoría le parece importante el
referendum y cree que debería servir para transformar el futuro de su país, pero tiene poca expectación de que su voto personal sirva para hacerlo y quizás no confía mucho en la eficacia de las decisiones políticas como ésta; con todo, a la gente le gustaría que éstas sirviesen para transformar su vida social –es curioso que a un 62% le gustaría que se aprobase la reforma, pero son menos los que van a votar que sí (un 50%), esto es, una parte de los ciudadanos desea que las cosas cambien, pero sin su voto–. Todo esto puede ayudar a explicar la paradoja inicial: ¿cómo es que la gente no se informa más responsablemente de cosas que deciden su futuro?
De ninguna manera mis comentarios desvirtúan el resultado del referendum: permítaseme más bien la licencia de decir “si en el árbol verde hacen estas cosas, en el seco ¿qué no se hará?” Si esto pasa en un pueblo maduro políticamente como el catalán, ¿qué no pasará en el resto? Hay un dato esperanzador: tres cuartas partes de los encuestados mostraban su decisión de ir a votar; a pesar de todo lo dicho, los ciudadanos aún no están tan desesperanzados, desengañados, escépticos: esperan aún que las cosas mejoren, aunque no tengan clara su responsabilidad personal para conseguirlo.
En cualquier caso hemos de desechar el concepto rousseauniano y marxista tan extendido de que el pueblo es bueno y siempre decide bien: hay actitudes que no podemos aplaudir y debemos ayudar a cambiar; hay un déficit de conciencia democrática, pero también hay lugar para iniciativas que lo mejoren.
Los protestantes podemos ayudar en esto:
En primer lugar, tenemos un concepto muy claro del valor de la persona, cada uno de nosotros es importante: lo aprendimos viendo a Jesús parar a toda una multitud para hablar con un ciego tirado al borde del camino (3
). En segundo lugar, sabemos que somos responsables de nuestro prójimo, “somos guardas de nuestro hermano” (4); y
en tercer lugar, no podemos delegar en los demás los que nos corresponde a cada uno de nosotros: a Adán no le sirvió de nada escudarse en la decisión de Eva.
Trasladado a nuestra participación política, tenemos el llamado a participar activamente en las decisiones de nuestro pueblo, desde nuestra responsabilidad individual e indelegable y desde un criterio informado, en la consciencia de que mi voto decide; hemos de exigir a los dirigentes políticos que nos presenten información cabal, veraz y comprensible, pero no hemos de conformarnos con su información, sino debemos acceder por nosotros mismos a ella, en este caso mediante algo tan sencillo como leernos la propuesta de reforma del estatuto; la irresponsabilidad de los dirigentes políticos no justifica nuestra irresponsabilidad personal. Si enseñásemos a todo el mundo a actuar así ¿no cambiaría totalmente la vida política de la que tan frecuentemente nos quejamos?
Por último, en una sociedad tan encorsetada por la partitocracia como la nuestra, sería deseable que se echase mano con más frecuencia de los referenda, como fórmula de participación política directa; la madurez política se adquiere ejerciendo la responsabilidad política, y este tipo de consultas ayuda a la población a sentirse más directamente partícipe y responsable de su propia vida pública.
Después del referendum de hoy, le seguirán otros en los próximos meses; que el Señor nos ayude a los protestantes a participar en ellos responsablemente y a ayudar a hacerlo así a nuestros conciudadanos.
Entretanto, hoy, que Dios bendiga a Cataluña y guíe a los catalanes a votar con madurez(1).
(1) Descarga aquí la encuesta del CIS
(2) PSC-PSOE 38.8% ERC 19.5 CiU 18.6 PP 5.2 ICV-EUiA 8.4
(3) Mr 10.46-52
(4) Gén 4.9
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