Pero esto no tiene por qué ser siempre así, a veces, muchísimas veces, la mayoría de las veces –me atrevería a decir- el conflicto tiene lugar en el ámbito de la propia consciencia de una misma persona, en su intimidad consciente individual, y afectando a sus concepciones, a sus decisiones y a su comportamiento.
Sea sincero, y piense si estas tres formas de conocimiento que llevamos tratadas por el momento (Conocimiento Innato, Aprendido y Científico) no le han ocasionado alguna vez un conflicto personal a la hora de aplicarlas a decisiones de su propia vida, o en su relación con los demás.
Haga el siguiente ejercicio mental. Busque zonas de conflicto entre:
a) Instintos o Hábitos Fisiológicos frente a Experiencias Personales.- Le pondré un ejemplo sencillo:
Supongamos que Vd. es fumador. (Yo llegué a fumar mucho, y fumé durante mucho tiempo. Sé de lo que hablo.), de pronto Vd. siente deseos de encender un cigarrillo, de inhalar esa primera vaharada de humo de tabaco fresco y aromático, que es deliciosa. Pero, Vd. sabe, por experiencia, que le sentará mal y le va a volver esa tos matutina, de la que se libra cuando deja de fumar algunas semanas. ¿Sería esto un conflicto? Pues claro, y en algunas personas llega a tomar tintes realmente dramáticos. Su hábito de fumar, convertido ya en carácter fisiológico propio, se enfrenta con la experiencia de que le hace daño.
b) Experiencia Personal frente a Conocimientos Científicos.- ¿Seguimos con el problema del tabaco? Bien, vamos a plantear el conflicto esta vez entre el Conocimiento Experiencial y el Científico. Vd. está tranquilamente sentado en una cafetería desayunando y fumando el segundo o tercer cigarrillo del día. Nunca ha tosido por las mañanas, jamás le ha molestado fumar, es más, su padre y su abuelo fumaron toda la vida, jamás les afectó el fumar, y fueron bastante longevos.
Vd. está plenamente convencido de que al menos a su línea familiar parece no afectarle el tabaco. Pero, a la vez que desayunando, está Vd. leyendo una revista y, de pronto, un artículo con mucha fundamentación científica le muestra, de una manera que no deja lugar a duda alguna, que el fumador está llamado a padecer Bronquitis Crónica, Enfisema Pulmonar o Cáncer de Pulmón o de Laringe. Y, por si fuera poco, le demuestran científicamente que en su sangre de Vd., por hecho de ser fumador, ya se encuentran alrededor de 200 sustancias no identificadas, que no se sabe lo que son, ni qué efectos perniciosos traerán sobre Vd. o su descendencia. ¿Qué?, ¿cómo lo ve ahora? ¿Hay conflicto de conocimiento o no lo hay? Lamento ser así de contundente, pero es un conflicto que yo tuve que solventar, y ya le he dicho que sería sincero y riguroso en los planteamientos.
c) Si está interesado en este tipo de conflictos, y le apetece seguir reflexionando
, busque ahora un conflicto entre Conocimiento Innato y Conocimiento Científico. Quizá sea algo más difícil. Piense sólo en algún comportamiento placentero para Vd. por el que sienta una natural inclinación innata o desarrollada instintivamente, que sea algo que le guste de verdad, pero que se vea obligado a rechazar, no por criterios morales o éticos -a los que aún no hemos llegado-, sino porque los conocimientos científicos de hoy le dicen que lo rechace. No tiene porque ser algo necesariamente relacionado con la salud corporal o condiciones fisiológicas, también pueden ser comportamientos relacionales o sociales.
La razón que me lleva a analizar, a identificar, a describir cada una de estas Modalidades de Conocimiento sólo es la de adquirir el convencimiento de que, efectivamente, esos diversos modos de conocimiento existen, o mejor, co-existen en cada ser humano. Unas veces se apoyan y afirman mutuamente ,y otras veces entran en contradicción.
Un ejemplo final: Vd. decide a partir de ahora tomar medidas con respecto a su hábito de fumar. Su decisión es consumir sólo tabaco bajo en nicotina y alquitranes. Y así lo hace. Toma esa decisión y cambia de marca de cigarrillos, aunque la nueva marca no le sabe tan bien como la suya habitual, pero Vd. lo hace en beneficio de su salud.
Su decisión es razonable, es aceptable para Vd. mismo, y su conflicto, por el momento queda superado. (i) Vd. no renuncia del todo al placer de fumar. Está siguiendo el dictamen de su conocimiento innato de sustrato fisiológico, su pequeño vicio de fumar. (ii) Vd. basa su decisión en la experiencia de que aún no tiene ninguno de los síntomas del artículo que leyó por la mañana. Está respetando también el ámbito de su conocimiento experiencial. (iii) Pero Vd. ha modificado su conducta de alguna forma al aceptar cambiar de marca de tabaco, basándose en lo que la Ciencia le dice sobre las consecuencias de fumar. Lo cual es, en cierta manera, una aceptación del saber científico sobre el tema.
Puede verse en algo tan sencillo como este ejemplo, de qué manera tan clara influyen en su decisión estos tres modos de conocimiento. ¿Podría decir sinceramente cuál de ellos es más cierto, más respetable, más básico, para Vd.? Ciertamente, lo son todos y cada uno de ellos, independientemente del acierto o el desacierto en la decisión tomada por Vd.. Aquí no estamos juzgando comportamientos, ni decisiones, ni los logros de los conocimientos; es más, ni siquiera estamos juzgando.
Sólo estamos estudiando cómo funcionamos en lo referente a valorar lo que sabemos y creemos, y cómo todo ello, en conjunto, determina nuestra conducta en libertad.
Esperamos que hasta aquí hayamos aclarado algo con respecto a lo que sabemos, a cómo lo llegamos a saber, y a cómo interactúan nuestros conocimientos entre sí con respecto a nuestras decisiones para con el mundo físico circundante.
La semana que viene entraremos a analizar el Saber o Conocimiento Filosófico, como algo también inherente e insoslayable de la Conciencia Humana.
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