Si es corpuscular –como muchas investigaciones demuestran– ¿cómo dicen que también es ondulatoria? Pero otras investigaciones evidencian que es ondulatoria; entonces, ¿cómo puede ser también corpuscular? ¿O es ambas cosas?... ¿Ambas cosas, a la vez?
Aceptar una paradoja no debe llevarnos a aceptar toda contradicción, pero hay contradicciones que no lo son sino sólo paradojas que aparecen así dada nuestra limitada comprensión.
Te adjunto un artículo al respecto escrito por Roberto Velert y que apareció en la revista Presència Evangèlica con motivo del Forum de las Culturas 2004 en Barcelona. Creo que no tiene desperdicio.
Un abrazo, Carlos
“LAS LECCIONES DE LA Y
Quizás porque voy acumulando juventud me alejo de la predilección, que como tantos españoles, tenía de la letra O. Me refiero, claro está, a la O disyuntiva, que parece obligamos a quedarnos con un concepto o con otro, a encasillarnos aquí o allá. Un español que se precie tiene que elegir entre El Cordobés o Espartaco, optar entre el fútbol o los toros, sentir predilección por las derechas o las izquierdas, definirse por el castellano o el catalán, preferir la carne o el pescado, actualmente por el Forum o por la Feria de Abril. ¿Y no podría uno elegir como una norma de su vida en momentos muy singulares la Y griega y apostar a la vez por El Cordobés y Espartaco, por el fútbol y los toros, por algunas posiciones de la derecha y otras de la izquierda o por ninguna de las dos tendencias, hablar el catalán y el castellano, por un plato de pescado seguido por otro de carne, gustar del Forum y de la Feria de Abril en Barcelona? Parece que no, que un hombre serio tiene que practicar a diario el disyuntivismo, el separatismo espiritual, o esa intransigencia que incluso lleva a palestinos versus judíos a matarse siendo incluso “primos hermanos”, o Irlandeses Católicos contra Irlandeses Protestantes (aunque sólo lo sean de nombre) sintetizando así aquellos versitos que se cantan en una zarzuela (naturalmente, española):
El pensamiento libre
Proclama en alta voz,
Y muera quien no piense
Igual que pienso yo.
Desde mi corazón –y habrá quien piense que soy muy liberal– me encanta la Y griega. Y lo más gracioso es que esa predilección me viene de mi radicalización teológica (de raíz, no de fanatismo). Siendo estudiante de teología apreciaba que muchos de los dilemas que se nos presentaban se solucionaban con la reflexión de la síntesis. Discutíamos, por ejemplo, si Dios era uno o trino, si Cristo era Dios u hombre, si María fue virgen o madre, si los hombres se salvaban por recibir la Palabra de Dios o por la absoluta e impuesta Gracia de Dios, y el debate lógico casi impelía a tener que decidirse por una de las partes, si Dios era uno no podía ser trino, la naturaleza de Dios era diferente de la del hombre, si la Virgen era madre no podía ser virgen, si el recibir la palabra era mérito la Gracia no era absoluta. Pero luego venía la Revelación, que va más allá que la lógica humana, y te mostraba que no había que elegir entre esos dilemas, que Dios podía ser Uno y Trino; Cristo, Dios y Hombre; María, virgen y madre después; y que la salvación era de pura Gracia y que ella incluía la sentida responsabilidad del hombre en recibir tan rico don.
Y así fui apreciando este discurrir y plantear los temas, pues aunque sabía y sé que hay cosas que son metafísicamente incasables, hay muchas otras que suponemos precipitadamente contradictorias, pero que son compatibles y combinables. También desde el corazón, sin discutirlo matemáticamente, no aplico a toda situación aquello de “dos y dos son cuatro” y nunca tres y media, y por tanto los que “poseemos la verdad” hemos de ser inquisidores con los que no la poseen. En principio, porque yo, más que poseer la verdad, aspiro con todas mis fuerzas a ser poseído por ella. Y en segundo lugar, porque es cierto que dos más dos nunca serán tres y media, pero también que la suma de cuatro pueden ser tres más uno, dos y medio más uno y medio, dos más uno más uno, y muchas operaciones más, por lo que, aunque al Verdad es una, se puede llegar por caminos diferentes.
Por eso me ha gustado más sumar que dividir, superar que elegir, compartir que encasillar, comprender que condenar. Cuando alguien me subrayaba que lo más importante era orar que trabajar con las manos, yo me decía ¿Y por qué no con las manos y con las rodillas? Cuando se debate evangelización u obra social, yo entiendo que una no es completa sin la otra. Por eso me gusta la vida espiritual de Teresa de Jesús, quien en un siglo más divisor que el nuestro, supo ser partidaria de la oración y la acción, de la vida ascética y del humanismo, del amor a Dios y al mundo. Sí, los hombres y los santos de la Y siempre los veo con buenos ojos.
Aún recuerdo sin evitar sonreír para mis adentros a un predicador, contrario a la medicación como medio de curación, argumentando que si Dios hubiera querido que nos pusieran inyecciones, habría puesto el agujerito. Menos mal que a pesar de su vano criterio, tenía buen humor, pues añadía –y ustedes perdonarán el chiste malo– “que para lo que hizo falta ya los puso”. Pienso que entre los debates del Forum Universal de las Culturas, ha faltado uno que estudiara LA PEDAGOGÍA DE LA Y. Caro que esto lo pienso yo.”
Roberto Velert.
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